El sistema internacional actual, como bien lo predijo
José Juan de Olloqui a mediados de los noventa, nos muestra un escenario
multipolar, en el cual los países industrializados se mantienen como los
actores principales del sistema, pero donde los países emergentes han adquirido
una importancia sin precedentes, sobre todo ante la actual coyuntura de crisis que
no ha dejado de afectar a las economías europeas.
Un ejemplo de ello, lo observamos en el rol de los
países emergentes en el que se considera el foro más importante de cooperación en
materia de economía y finanzas a nivel global, el G20. Dicho foro se constituye
por 19 países miembros más la Unión Europea, concentra el 90% del PIB global,
el 80% de las transacciones comerciales del planeta y comprende 2/3 partes de
la población del mundo.
Los países emergentes miembros de este grupo (Arabia
Saudita, Argentina, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México,
Rusia, Sudáfrica y Turquía) juegan un papel preponderante, ya que no sólo
concentran actualmente las tasas de crecimiento económico más altas y
consistentes del globo (5.8% en 2011 CIA), sino que cuentan con un potencial en
materia de infraestructura, población y recursos naturales que los ha
convertido en actores con amplios alcances en el sistema internacional.
Estamos hablando de un grupo que tiene en conjunto una
población de más de 3 mil millones de habitantes, que concentran un Producto
Interno Bruto de 25.3 billones de dólares.
Sin embargo, el potencial de los países emergentes no
se centra en sólo en sus condiciones presentes, sino que adquiere mayor
importancia en un escenario de prospectiva: De acuerdo con las proyecciones de
División de Población de las Naciones Unidas, para 2050 el crecimiento
poblacional en el mundo se habrá estancado, los países industrializados tendrán
altas proporciones de adultos mayores, los países en desarrollo verán altos
porcentajes de población joven, encontrándose las mayores concentraciones
humanas en los territorios de los países menos desarrollados.
Desde esta prospectiva los países emergentes
impulsaran el crecimiento económico mundial; concentraran altos porcentajes de
la población en sus ciudades; tendrán amplias economías; mano de obra en
abundancia; una población joven calificada. Serán el puente entre los países
desarrollados con economías con bajo crecimiento y una alta proporción de su
población en edades avanzadas, y los países pobres con un crecimiento moderado
y una población joven.
La próxima reunión del G-20 a celebrarse en México a
mediados del año brinda una oportunidad sin precedentes, para que las economías
emergentes capitalicen su capacidad presente y su potencial futuro en la
discusión y coordinación de políticas macroeconómicas que garanticen la
sustentabilidad, el crecimiento económico y el empleo.
El hecho de que la crisis económica actual tenga sus
orígenes en EE.UU., y que su contagio haya demostrado la ineficiencia de la
regulación y control de los flujos financieros por parte de los países
industrializados, principalmente los europeos, ha propiciado una sensación de
desconfianza general hacia los administradores de esas naciones.
Contrario a lo que ocurre en los países
industrializados, el crecimiento económico ha sido constante en las economías
emergentes, las cuales incluso en el momento más álgido de la crisis en 2009
registraron crecimientos positivos (2.8% en promedio), con la excepción de
México -6.2% y Turquía -4.8%, mientras que la economía mundial decreció en
-0.7% y las economías avanzadas decrecieron en -3.7% (FMI).
El hecho de vivir un proceso rumbo al desarrollo
genera oportunidades sobre cómo construirlo, brindando a los países emergentes
la posibilidad de tener un desarrollo incluyente, sostenido y amigable con el
medio ambiente, donde se invierta en la tecnificación del campo empleando la
mano de obra de los jóvenes, quienes habitan en un 89% en los países en
desarrollo, con lo cual se hilan objetivos para retos comunes: Un campo
tecnificado que emplea la mano de obra de los jóvenes (generación verde) es una
respuesta oportuna para el problema del desempleo, la crisis alimentaria y el
cuidado del medio ambiente. Además genera áreas de oportunidad para desarrollar
energías alternativas como ha ocurrido en Brasil con los biocombustibles y en
México con la energía eólica.
La coyuntura actual y la prospectiva nos permiten
observar el rol de los países que son considerados “las potencias del mañana” debido
a las variables internas e internacionales que los constituyen y rodean, que harán
de ellos actores con mayor influencia en la arena internacional. Su
participación en los distintos foros globales es imprescindible para obtención
de los consensos que la comunidad mundial requiere con el fin de hacer frente de
manera efectiva a las demandas, retos y pendientes de la humanidad.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Marzo 2012.
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