Ha comenzado un año más de esta década y quienes
nos preocupamos por nuestra región nos preguntamos: ¿qué le espera a
Iberoamérica este 2013 en términos económicos, políticos, sociales e incluso
tecnológicos?
El actual panorama mundial nos ha enseñado que lo
que afecta a nuestras naciones no se ha originado precisamente en ellas, sino
que los principales males que golpean a los países iberoamericanos provienen
del exterior, de aquellas actividades que no conocen los límites de la
determinación político-geográfica que se ha asignado para identificar a
nuestros estados, mismas que tienen su razón de ser en el impulso económico,
que bien comprueba aquella máxima de Adam Smith que estipula que la ambición
individual es el motor de nuestro sistema económico.
La crisis económica en la zona euro puede ser un
ejemplo para hacer tangible esta idea, la cual nos demuestra el poder que tiene
la especulación internacional y la carencia de arraigo del capital para
desvirtuar el equilibrio macroeconómico, con lo cual se impulsa a la
movilización social, ante la incapacidad del estado para cumplir plenamente con
las demandas sociales.
Esta crisis ha llevado a quienes formularon muchas
de las directrices para combatir las dificultades económicas a replantear la
estrategia, ante la falta de voluntad política y financiera por parte del motor
económico europeo, Alemania, para rescatar a los griegos, que en abril del
presente cumplirán tres años sin mostrar una mejora contundente, o para apoyar
a los españoles que cambiaron al presidente José Luis Rodríguez Zapatero en
diciembre de 2011 por Mariano Rajoy ante la promesa aún incumplida de subsanar
la economía de aquel país europeo. El otro caso es Italia, que se rebate en el
circulo vicioso de la crisis, abriendo posibilidad a que Silvio Berlusconi, el Santa Anna Italiano (Ver historia de
México), haga notoria (mediáticamente) su intención de volver al poder de la bella Italia en febrero y así dar
despedida al actual primer ministro Mario Monti.
Para Iberoamérica el panorama pinta distinto. De
acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) los países de Sudamérica
crecerán al 4%, donde podemos ubicar a Perú con un crecimiento en su PIB del
5.8%, Colombia y Chile con 4.4% y Uruguay con un 4%. Por otro lado, América
Central crecerá en un 4.1% en conjunto, donde observamos un 4.3% en Costa Rica,
4% en Nicaragua, 3.6% en Honduras y 3.2% en Guatemala. Por último para el caso
de México la economía crecerá en un 3.5%.
Mientras el panorama en los países Iberoamericanos
luce en general positivo, ante el avance en el proceso de transición
demográfica, que se caracteriza por tener amplios porcentajes de personas en
edad de trabajar y un crecimiento poblacional equilibrado (en promedio entre el
1 y 2%), en Europa Occidental la economía crecerá en promedio 0.4%, donde Grecia
(-4%), España (-1.3) e Italia (-0.7%) registrarán decrementos en el tamaño de
su economía, mientras que Alemania apenas rondará el 1% (FMI).
La otra cara de la moneda es el sur y sudeste de
Asia, que tendrán crecimientos del 5.7% y 5.5% respectivamente, resaltando el
crecimiento de la India, Bangladesh, Myanmar, Tailandia, Camboya, Indonesia y
Laos que rebasan el 6%. A este respecto vale la pena mencionar a China donde se
observará un crecimiento del 8.2% de sus nada despreciables 11.3 billones de
dólares de PIB, lo que lo convierte en la segunda economía más grande del mundo
y lo ubica como el país que más contribuye al crecimiento de la economía
mundial (FMI).
Entonces, ¿Hacia dónde debe mirar Iberoamérica para
apalancar su crecimiento? Deberá hacerlo hacia todas partes, hacia el Pacífico
y hacia el Atlántico, hacia el norte y hacia el sur. Un país no puede darse el
lujo de concentrar todas sus energías en una región determinada, sino que debe
contar con las herramientas político-diplomáticas para abrir nuevos mercados, para
consolidar aquellos que se visualizan como tradicionales e incluso apostarle al
comercio intra-regional. Donde hay crecimiento existe la oportunidad de
intercambio, donde hay crisis surge la posibilidad de obtener invaluable
aprendizaje, donde hay competencia apremian los acuerdos regionales, en los
cuales se aproveche la proximidad geográfica para establecer un comercio a
menor costo, cuya principal externalidad sea el hermanamiento de los pueblos.
El hecho de que Iberoamérica concentre tasas de
crecimiento por encima del 4 por ciento, nos brinda la posibilidad de atraer
inversión productiva, de heredar el dinamismo económico del este asiático, de
atraer mano de obra capacitada de Europa Occidental y de generar más y mejores
condiciones que propicien el bienestar de los ciudadanos. Una manera idónea
para aprovechar la coyuntura internacional será pensando como región, como
grupo, como aglomerado. La voluntad de una Iberoamérica unida puede ser el
factor de cambio, un suceso poco probable, pero decisivo para triunfar en la
arena internacional.
Fuente de información de cifras: http://www.imf.org/external/datamapper/index.php
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Enero 2013
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