El
próximo 5 de marzo, una de las jóvenes promesas del arte latinoamericano,
Amador Montes, expondrá sus obras en España, en una muestra llamada “Presencia
de Oaxaca en Sevilla”, que por particular que parezca, es un logro que brinda
más argumentos a la plástica latinoamericana para consolidarse en la vanguardia
internacional.
La
exposición representa un paso determinante que ha decidido tomar el pintor mexicano,
cuyo trabajo ha tenido una interesante evolución, en términos de los
instrumentos plásticos y las herramientas que imprime sobre los lienzos, en una
idea cada vez más completa, que siendo arte, nos invita a entrelazar hábilmente
lo tradicional con lo contemporáneo, dejando atrás las barreras regionales para
insertarse inteligentemente al arte global.
Por
esta razón, desde este reflector mundial comparto un texto de antaño que
escribí para el pintor latinoamericano, que me dio la oportunidad de
incursionar en el mundo de la cultura, permitiendo que mis letras vistieran su
arte en una afortunada ocasión.
Amador Montes “Una crónica
más”.
Quizá
una de las crónicas más conocidas de nuestro tiempo es la que presenta el autor
estadunidense Carl Sagan en su libro “Los dragones del edén: Especulaciones
sobre la evolución de la inteligencia humana.” En esta investigación establece
un calendario cósmico, donde se representa la vida del universo en un año
terrestre (365 días). La hora cero del primero de enero hace referencia a la
creación del universo, cada segundo de su crónica representa cerca de 500
millones de años. La tierra se forma el 14 de septiembre, el origen de la vida
se ubica el 25 del mismo mes. El hombre aprende a servirse del fuego hasta el
24 de diciembre a las 23:46 hrs. El renacimiento surge en Europa el 31 del
último mes a las 23:59:59., y el tiempo actual se sitúa en el primer segundo
del año nuevo.
Lo
que pretende dar a conocer Carl Sagan es que el ser humano es sumamente joven y
el universo es realmente longevo. En esta crónica la humanidad consciente
–construida por linajes familiares e historia- representa sólo una decena de
segundos de la vida del año cósmico.
Todas
nuestras memorias se pueden encontrar en esta pequeña fracción de tiempo, toda
persona que vivió, reyes, poetas, guerreros, imperios, inventos, libros, todo
lo que conocemos aconteció en los últimos diez segundos de la vida del
universo.
En
suma, Carl Sagan nos dice que somos el legado de una evolución cósmica, que la
inteligencia humana es el fruto de esta evolución de millones de años de
transformación de materia estéril a células vivientes que se adaptaron para
vivir en su entorno hasta el grado de tener conciencia propia.
Las
distintas formas en las que se manifiestan los sentimientos del hombre, en
lienzos, papel e ideas, forman parte de esta consciencia desarrollada por los
seres humanos. El arte y sus expresiones pertenecen a ramas del conocimiento
donde la capacidad inventiva conjugada con la técnica, la originalidad y la
estética son variables indispensables para crear una obra universal.
Lo
importante de una obra de arte es que es fiel testimonio de la memoria
inconsciente del artista. La perpetuidad de la misma no se basa en lo tangible,
si no en la correspondencia que tenga una pieza para expresar un sentimiento y
que el espectador pueda percibirlo.
Amador
Montes lo ha entendido así, logrando una sinergia entre lo accidentado y la
mezcla de colores, textos, y materiales para formar obras que no representan el
tiempo actual, si no que aparentan un tiempo antiguo, vivido de hace muchos
años, de paredes que no esconden el paso del tiempo y se muestran orgullosas de
su longevidad, de la crónica de acontecimientos de un pasado remoto.
Las
crónicas personales de Amador Montes hacen referencia del mismo modo a un
calendario de la vida del artista. A través de su obra podemos encontrar un
compendio de imágenes que han sido plasmadas en un orden íntimo.
El
artista oaxaqueño nos muestra su perspectiva sobre el universo humano, donde
nos cuenta historias que no pueden ubicarse en un lugar definido, sólo
conocemos la hora o la temporada en que ocurrieron porque así lo ha registrado
el autor en sus cuadros.
Más
allá del drama del tiempo cósmico, Amador hace su crónica con aves y lugares
viejos deshabitados, nos narra con cautela acontecimientos que fueron parte de
su vida, hace una abstracción de un conjunto de sucesos que son mostrados de
acuerdo a un orden de aparición. Al igual que el calendario cósmico de Sagan,
cada óleo tiene el objetivo de almacenar grandes cantidades de detalles, de
información personal del artista.
La
obra de Amador acentúa los sentimientos, reconoce al hombre como un ser
emocional, donde lo que debe trascender no es lo material o tangible si no la
impresión al mirar un cuadro.
Algo
nos queda claro en esta reflexión: aunque los seres humanos sólo ocupamos una
pequeña parte en el océano del tiempo y sean pocas las huellas positivas que
dejamos en la tierra, pueden ser inmensas las marcas que dejamos en el espíritu
del hombre con nuestro arte.
Página
web del artista: www.amadormontes.com
©
Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos
en Latinoamérica. Febrero 2013.
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