jueves, 8 de mayo de 2014

La legitimidad del G20

Casi siempre tendemos a equiparar lo que sucede en las sociedades modernas con lo que ocurre con los países. Pretendemos que haya igualdad entre los desiguales, exigimos que todas las voces se escuchen, cuando es el poder en sus distintas formas el que define la estrategia, el plan o la política global que domina. Son realmente escasos los espacios donde los intereses de las naciones con menor poder se ven representados. Podríamos decir que en la arena internacional se vive una dicotomía especial, donde la –mayoría- de países del mundo tienen el peso político de una –minoría-, ya que no son quienes toman decisiones con potencial global, sino todo lo contrario, casi siempre son un puñado de países los que dirigen el rumbo del buque mundial.
El argumento que sostiene esta idea de segmentar a los países de acuerdo a su poder (milicia, economía, población) se separa de los postulados modernos de la democracia, pero aunque parezca que rompe con este dogma político, la democracia no está presente en el sistema internacional, simplemente porque no existe un gobierno mundial, un ente elegido de forma representativa por la comunidad global para poner el orden en el mundo.
En estos tiempos de crisis, un “club” de países que tendrá gran incidencia en el sistema internacional será el G-20, un bloque conformado por los principales países industrializados y las economías emergentes, quienes a mediados de año se reunirán en México para tratar diversos temas de índole global como la crisis económica europea, la restructuración de las normas del sistema financiero internacional (FMI, BM), cuestiones de empleo, etc.
La reunión reviste gran importancia para el diseño de lo que será el esquema de la economía mundial. Sin embargo, los retos de la misma tienen distintos niveles. Antes que todo los países asistentes (industrializados y emergentes) deberán alcanzar un acuerdo sobre las medidas a emprender para dar solución conjunta a los temas mencionados. En caso de colegiar un pacto, éste deberá tener la suficiente legitimidad para ser aceptado por la colectividad mundial, ambas tareas son subsecuentes y no representan necesariamente el éxito para resolver los problemas globales. Para los latinoamericanos esta reunión significará de manera adicional una oportunidad para comprobar la legitimidad que tienen México, Brasil y Argentina como representantes de la región, cuyo deber será indiscutiblemente velar por el interés de las naciones latinoamericanas.


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Enero 2012

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