Participación es la palabra clave del mundo democrático. Esta actividad
va más allá del mero periodo electoral, pues involucra externar opiniones,
interesarse por la vida pública de las comunidades, regiones, estados, e
incluso por los eventos que acontecen más allá de las fronteras nacionales.
Tener una sociedad participativa es la clave para demostrar el musculo
democrático que suele interpretarse como un síntoma de modernidad en las sociedades
actuales. Los ciudadanos de hoy se
interesan cada vez más de los acontecimientos que ocurren a lo largo del globo,
gracias a los instrumentos comunicativos de la globalización, que permiten
tener información expedita sobre lo que ocurre en el planeta.
Sin embargo, no hay que omitir que el contar con una población
interesada en algún acontecimiento particular puede ser también una efectiva
herramienta para generar simpatías políticas, ya que al final de cuentas la
participación también es un tema de percepción.
Existen acontecimientos que son prácticamente indefendibles, que
transgreden directamente uno o más derechos universales y que son altamente
rentables para hacer que la sociedad participe o se involucre, aunque está
acción no tenga efectos directos en la resolución del problema.
Un ejemplo claro de una causa que ha tomado gran impulso en los últimos
días, sobre todo en redes sociales como Twitter y Facebook, es el fuerte
reclamo global ante el secuestro de más de 200 niñas de una escuela en Chibok
Nigeria el pasado 14 de abril, por parte de un grupo radical islámico
denominado “Boko Haram”. Diversos personajes globales como el Papa Francisco;
el Primer Ministro Británico David Cameron; o la Primera Dama estadunidense
Michelle Obama, han alzado la voz para que este grupo deje en libertad a las
infantas, usando como símbolo de la causa el hashtag #BringBackOurGirls (Devuelvan
a nuestras niñas).
La respuesta de los cibernautas ha sido en general positiva, aunque la
red suele convertir cualquier tema en algo controversial, ya que también han
habido replicas con un alto contenido de retórica antiestadunidense, sin
embargo, las grandes interrogantes ante esta situación podrían ser las
siguientes: ¿Qué tan influyente o determinante puede ser un retweet o un
hashtag? ¿Es posible que hagan la diferencia o que ejerzan alguna presión sobre
los actores implicados para la resolución del problema?
Una posible respuesta sería que sí existe una influencia y que sí se
ejerce cierta presión mediante el uso de las redes sociales, pero no es
directa, sino que esta acción de involucramiento o sensación de participación
genera simpatías hacia los actores que promueven dichas causas, legitimando su
rol como portavoces de los derechos humanos y de las garantías universales como
la libertad. Dicha simpatía, provoca de forma contraria una percepción negativa
hacia todos aquellos grupos o actores que piensan diferente, la cual puede
afectar incluso a un grupo étnico en general, como le ha ocurrido a diversas
sociedades musulmanas al ser vinculadas con organizaciones terroristas.
Por otro lado, este tema ha generado un llamado de atención de la
comunidad global hacia el Estado nigeriano, de manera que tanto EE.UU. como
Inglaterra y diversos países han abierto la posibilidad de enviar apoyo técnico
a este país africano para apoyar en la búsqueda de las niñas que han sido
privadas de su libertad.
Más allá de los acontecimientos es importante también tomar en cuenta
cuál es nuestra fuente de información. Normalmente, las agencias noticiosas más
influyentes del mundo tienen tendencias ideológicas sumamente marcadas e
incluso suelen atender las demandas de información de acuerdo a lo que “la
gente quiere saber” en vez de lo que la población “necesita conocer”, en una
visión que vende la información como un producto de entretenimiento, en vez de
hacerlo como una herramienta de empoderamiento.
Este tipo de eventos y la forma en la que son tratados por los líderes
mundiales, que buscan estratégicamente que la población se interese en ciertos
asuntos sensibles de la arena internacional, deja abiertos diversos
cuestionamientos como el poder de las redes sociales como instrumentos
generadores de participación social (en este caso para un tema meramente
internacional), lo preponderante del impulso por parte de actores globales de
las causas humanitarias (que ellos eligen) que tiene como consecuencia la
generación de una agenda de acuerdo a sus intereses, así como el juicio crítico
que deben de tener los ciudadanos que apoyan estas causas respecto a quién los
informa y de qué manera lo hace.
Seguramente existen otras causas que requieren de la misma atención de
la comunidad mundial, sin embargo, sería sumamente difícil exponerlas todas, y
no por su volumen, sino por los intereses que hay detrás de cada una de ellas.
Desafortunadamente África sigue albergando muchas de estas causas, guardando en su memoria colectiva acontecimientos
que denigran la condición humana, aún hoy cuando la información viaja de forma
inmediata, cuando los ciudadanos modernos participan, y cuando el mundo está
organizado para preservar la paz y la seguridad internacionales.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en
diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Mayo 2014.
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