jueves, 8 de mayo de 2014

Iberoamérica y la interdependencia global

Muchas personas no lo saben, pero hoy más que nunca todos los Estados del mundo viven un esquema de interdependencia, donde lo que ocurre en un país tiene ciertos efectos incluso en los lugares menos sospechados, algo así como el efecto mariposa, pero en términos económicos, políticos e incluso sociales.
La mayoría de modelos económicos, invenciones, formas de gobierno, incluso aspectos de la cultura como las artes provienen del brebaje científico-cultural del mundo. En México por ejemplo se recuerda el 2 de Octubre de 1968 como una fecha hito de la rebelión estudiantil y de la represión del gobierno, pero hay personas que desconocen que esa fecha, 1968, fue un año de gran efervescencia social a lo largo del globo, donde hubo movimientos de represión que anteceden al que aconteció en el país azteca, como la “Primavera de Praga” en la antigua Checoslovaquia o las revueltas de Mayo en París.
En una época como la de hoy, cuando las tecnologías en la comunicación han hecho del mundo un lugar más pequeño, claro que nos importa lo que ocurre en el mundo. ¿Por qué? Porque repercute en nuestras actividades diarias en diversas proporciones, ya que no sólo le muestran experiencias a nuestros países cómo ocurrió con el rescate financiero del gobierno de Barack Obama, que rompió con la idea de tratar las crisis mediante “Programas de Austeridad” (como lo hace erróneamente Grecia y España), si no que a veces Iberoamérica exporta experiencias al mundo como ocurrió con el rescate del gobierno chileno a los mineros en 2010 en la mina San José, la política de “buena imagen internacional” (Soft Power) que ha hecho de Brasil uno de los actores internacionales más importantes, el modelo agroindustrial de Perú, etc. 
Para aclarar el esquema hagamos un ejercicio, tratemos el tema del programa nuclear iraní que no deja de tener influencia en la agenda internacional, luego de que el mes pasado el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu declarará que la nación persa está muy cerca de poseer el nivel de enriquecimiento suficiente para producir una bomba nuclear. 
Irán es un país conservador con una población de 79 millones de personas, un PIB de 1.003 billones de dólares que crece al 2%, un ingreso per capita de 13,200 dólares (CIA The World Factbook), con una de las mayores reservas de petróleo del mundo (el cuarto productor mundial), que controla el estrecho de Hormus, donde transita el 60% de los hidrocarburos que se consumen en el planeta, y que además desde comienzos del milenio libra una batalla diplomático-política con los países de Occidente debido a su programa de energía nuclear en los diversos foros internacionales.
Hagamos un ejemplo ”hipotético”, digamos que la situación en Irán desestabiliza completamente al país persa, que tal caos lleva a que los inconformes cierren temporalmente el estrecho de Hormus, que quemen algunas bases de extracción petrolera, etc. etc.
¿Qué implicaciones traería para Iberoamérica que dejase de circular el petróleo iraní y saudí en el mundo? Primero que todo, como un posible escenario, el petróleo escasearía (aunque por poco tiempo), lo cual –de acuerdo a las leyes económicas- aumentaría el precio del mismo. Diversos países de la región tienen como principal fuente de ingresos la venta de hidrocarburos, así que se verían beneficiados. A corto plazo sencillamente sus gobiernos tendrían más recursos para diversas obras: infraestructura carretera, escuelas, combate al crimen organizado, etc., etc., -sin contar los desvíos hacia los mandos del gobierno por supuesto-. Estos estados vivirían un pequeño lapso de bienestar, reduciendo sus reservas futuras, pero seguramente se acostumbraría a un presupuesto “inflado” por los altos índices del precio del crudo. Ahora, ¿qué pasaría a mediano plazo cuando los problemas en Irán se resolvieran? Y claro que se solucionarían al poco tiempo pues los principales socios de la nación persa; China, Japón, Turquía, Corea del Sur e Italia no permitirían que la crisis política interfiera con sus actividades económicas. Los países que respiran petróleo como Estados Unidos, China, la India, Corea del Sur, Italia, Japón, Alemania, etc., no subsistirían si el estrecho de Hormus dejara de funcionar.
Las consecuencias en el mundo serían tan diversas y complejas, que podrían hacerse volúmenes enteros de lo que acontecería, por eso la región de Medio Oriente ha pasado décadas enteras en tensión, en peligro de explosión de una crisis política-social, pero la mecha de esta gran bomba es inmensa, tanto que sólo ve detonaciones parciales y aisladas, pues el juego de intereses no permite, ni permitirá que explote.
Lo importante es que se ha obtenido una reflexión de lo anterior: Aunque sea en pequeñas proporciones hay interdependencia entre todos los países, recordemos que el planeta tierra es un sistema cerrado, donde a groso modo, sólo recibimos la entrada de rayos de sol y expulsamos satélites, naves y demás materiales.
Habrá “noticias” sin fundamento global que no afectarán al mundo en proporción alguna, pero cuestiones como la estabilidad política, las guerras, los desastres naturales (véase que hace unos días cerró la bolsa de Nueva York por Sandy), etc., tienen una incidencia directa en los países de Iberoamérica, por ello es preponderante estar informados y tener consciencia del papel de nuestra región en el mundo y de la influencia del acontecer mundial, pues son variables reciprocas que se complementan y nos permiten tener una visión global de Iberoamérica en este Sistema de Estados llamado Tierra.


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Noviembre 2012 

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