En la colaboración pasada
resaltamos la importancia de la credibilidad del Estado para generar un
ambiente de gobernabilidad y disminuir las múltiples tensiones en la relación
gobierno-gobernados.
En esta ocasión, y como un
ejercicio de complemento decidimos hacer un breve ensayo “ceteris paribus” de
prospectiva para el tema en cuestión, donde existe la voluntad por parte de los
distintos actores con poder de decisión en el ámbito nacional para combatir
realmente a la corrupción y para trabajar a favor de la eficacia gubernamental,
con el objetivo de generar credibilidad en la ciudadanía. Dicho escenario
contiene una carga importante de valores de distinta naturaleza como la
voluntad (humano), la honradez, la justicia (universal) y la legalidad
(cívico).
La prospectiva se refiere en
términos sencillos al poder anticiparse a situaciones establecidas, en este
caso para la instauración de una política pública. La misma requiere de modelos
cuantitativos que nos permiten prever las situaciones futuras en diversas
categorías (deseable, posible, lo indeseable, lo ambiguo, etc.).
En este orden de ideas creemos
que es preciso mostrar tres posibles escenarios que derivarían de la acción del
estado en la problemática a la que nos enfrentamos (falta credibilidad y corrupción
en la región), los cuales se describen brevemente a continuación:
a) Escenario ambiguo.
En este escenario no hay
aplicación de alguna política pública enfocada a disminuir los niveles de
corrupción de nuestros países, el estado no implementa una política enfocada en
obtener credibilidad por parte de los ciudadanos, los actores económicos
propician iniciativas aisladas para combatir la corrupción con un éxito
temporal y ambiguo. Hay tensión inconstante en la población, el crecimiento
económico, pese a que no está bien distribuido beneficia momentáneamente a la
masa social, quien se ha acostumbrado a las promesas del cambio habituales,
reanimando sus deseos de superación y transformación sólo en los periodos
electorales.
b) Escenario negativo.
En este escenario el
gobierno aplica acciones para combatir la corrupción de manera parcial y
simulada. La corrupción se amplia y ejerce de manera distinta. El aumento de la
población, la concentración en las zonas urbanas y la polarización económica se
suman al descontento social, lo cual deriva en el incremento la incredulidad en
el estado. La gobernabilidad, cuya variable principal es la estabilidad social,
se ve amenazada. El descontento social se incrementa al hacer comparaciones entre
los niveles de desarrollo de los países Hispanoamericanos con las economías
emergentes (India, China, Sudáfrica y Brasil), quienes han alcanzado niveles de
bienestar en diversos ámbitos como consecuencia de su crecimiento económico
constante y su influencia en el Sistema Internacional. La inversión extranjera
en la región es inconstante, se orienta principalmente a capitales golondrinos
que se favorecen de condiciones especiales producto de la corrupción
imperante.
c) Escenario deseable.
La aplicación de una serie
de políticas públicas con sentido dual (contención y prevención) disminuyen los
niveles de corrupción en el país. La corrupción ha dejado de ser una costumbre
habitual, por tanto se convierte en una actividad rechazada por la sociedad.
Las generaciones actuales (nuevas) se educaron con valores cívicos y
universales particulares, por lo que las políticas de contención
(sanción-castigo), dejan de ser útiles. El nuevo contexto cultural propicia una
mayor gobernabilidad, aun hay problemas en nuestros gobiernos, pero hay
estabilidad social. Dicha situación, aunada al alto crecimiento económico
atraen mayores flujos de inversión extranjera directa, la cual propicia la instalación
de nuevas unidades productivas que aprovechan la mano de obra abundante. Iberoamérica
se encasilla en el grupo de las economías regionales que aprovechan el
crecimiento económico expansivo a favor del desarrollo de ciertas áreas
productivas. Este escenario de prospectiva tiene como punto de inflexión el
romper con el paradigma ampliamente arraigado en nuestra región, que se refiere
a la corrupción en las instituciones públicas.
Nuestro escenario deseable
sólo puede ser posible si se hace un previo ejercicio de autocrítica, si
aceptamos que hay problemas estructurales en Iberoamérica que deben ser
combatidos de manera conjunta (corrupción, reforma educativa, fiscal, la
inseguridad, etc.), si ejercemos nuestro derecho ciudadano de hacer propuestas
en vez de sólo reclamos. Todo escenario futuro es fruto de la imaginación; si
no prevemos desde la prospectiva para formular políticas públicas eficaces,
heredaremos a las nuevas generaciones, esa la miopía gubernamental que ha
imperado y estancado a nuestras naciones por décadas enteras, condenándolas
hasta ahora al subdesarrollo.
© Ignacio Pareja Amador,
publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Mayo
2012.
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