jueves, 8 de mayo de 2014

El mensaje en la tragedia

En los últimos dos meses, la comunidad internacional ha sido testigo de diversas tragedias que nos brindan lecciones importantes a quienes nos dedicamos al estudio de las políticas públicas, sobre todo en términos del manejo de dichas situaciones. 
Las contingencias generadas por errores humanos o por catástrofes naturales son variables que se deben tener presentes en todo momento, ya que aún hoy en día, con toda la tecnología con la que cuentan las sociedades modernas, no es posible evitar que fenómenos naturales, descuidos humanos o la peligrosa mezcla entre ambas variables, sean una contante en el escenario internacional.
Sin embargo, sí es posible brindar una respuesta efectiva (eficaz y eficiente) a estos acontecimientos, por parte de quienes representan los intereses de la colectividad. Esta respuesta es quizá la única variable controlable por parte de los gobiernos, la cual les permite por un lado, transmitir un mensaje claro y directo a los actores implicados y por otro lado, impedir que el tema se –politice-, contaminándose de especulaciones y juicios de valor que se nutran por sensacionalismos en momentos muy difíciles para naciones enteras.
Se puede caracterizar la descripción anterior mediante dos tragedias acontecidas en esta parte del mundo, entre Asia y Oceanía. La primera es la desaparición del vuelo MH370 de la compañía Malasia Airlines que transitaba el pasado 8 de marzo de Kuala-Lumpur a Beijing con 239 pasajeros, el cual se encuentra aún desaparecido. Los países de la zona han ampliado su cooperación para buscar la aeronave, utilizando mecanismos de exploración satelital, aérea, marítima e incluso submarina, pero no han tenido éxito en su tarea.
Han surgido diversas hipótesis respecto a un drástico cambio en la trayectoria del vuelo, que han conducido a la búsqueda en el Océano Indico, cerca del mar territorial australiano, sin grandes resultados.
Lo que complicó la situación, ha sido justamente la falta de claridad de parte del gobierno malayo para comunicar el desarrollo de la búsqueda a los familiares de los desaparecidos, ya que no se controlaron los “canales oficiales” para informar dichos acontecimientos, por lo que circularon diversas hipótesis informales, que incluso llegaron a vincular la desaparición del vuelo con un posible ataque terrorista, que está lejos de ser comprobado.
Después de 16 días de incertidumbre, finalmente, el gobierno malayo a través de su Primer Ministro informó que, basados en nuevos cálculos es posible que el avión se haya estrellado en el suroeste del Océano Indico, sin sobrevivientes, una respuesta insatisfactoria para los familiares de los desaparecidos, quienes comparten una sensación de incertidumbre y misterio con la comunidad internacional.
El otro evento que ha atraído los reflectores internacionales es el hundimiento de un Ferri en Corea del Sur, el pasado 16 de abril, que transportaba 476 personas, de las cuales solamente se rescataron a 174 pasajeros con vida. Esta catástrofe fue producto de la negligencia del capitán de dicha embarcación, quien no se encontraba dirigiendo la nave durante el percance, además de que se ha revelado que hubo una mala toma de decisiones para desalojar la nave, lo cual complicó la contingencia.
Hasta la fecha ha sido pobre la respuesta de los grupos de rescate, ya que 238 personas siguen desaparecidas. Los familiares de las victimas, que eran en general estudiantes, exigen al gobierno sudcoreano una ágil respuesta para el rescate del resto de los pasajeros, sin embargo, diversas limitaciones humanas y naturales, han impedido que se cumpla con esta legitima petición.
Muchos de los familiares, así como diversos simpatizantes con esta causa, buscan manifestar su inconformidad con el gobierno de Seúl, sin embargo, la respuesta de este último se ha concentrado en negarles este derecho, con el argumento de que no desean que se politice esta tragedia nacional en detrimento de la popularidad del partido en el poder.
El presidente sudcoreano ha dicho incluso que el acto de irresponsabilidad del capitán y la indecisión de la tripulación para ordenar la evacuación del Ferri, son sucesos que se asemejan al homicidio, en una  declaración que se puede interpretar como sentimentalista y que seguramente tuvo como objetivo deslindarse de cualquier responsabilidad, en un momento en el que el papel del líder de la nación debe ser de imparcialidad e impartición de justicia.
Como es evidente ambas tragedias tienen elementos similares en cuanto a las formas de transmisión de información hacia los actores afectados y el público en general. En ambos casos, el gobierno no fue responsable de los errores humanos que generaron los acontecimientos, sino que sus faltas se centraron en el manejo de los hechos, los canales para transmitir la información y sobre todo la efectividad para convencer a sus respectivas naciones, de que las unidades de contingencia actuaron en tiempo y forma para escuchar las demandas de los afectados y simultáneamente identificar las causas y consecuencias de ambos acontecimientos.
Las contingencias son variables inesperadas y muchas veces independientes a las acciones de los gobiernos. La adecuada respuesta a las mismas le brinda una cualidad de confianza a los Estados que logran comunicar de forma efectiva las acciones que implementan, para hacer frente a las mismas, evitando tragedias posteriores (mediante mecanismos de supervisión) y reduciendo la pena de quienes han perdido a algún ser querido. 


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Abril 2014.

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