En los últimos dos meses, la
comunidad internacional ha sido testigo de diversas tragedias que nos brindan
lecciones importantes a quienes nos dedicamos al estudio de las políticas
públicas, sobre todo en términos del manejo de dichas situaciones.
Las contingencias generadas por
errores humanos o por catástrofes naturales son variables que se deben tener
presentes en todo momento, ya que aún hoy en día, con toda la tecnología con la
que cuentan las sociedades modernas, no es posible evitar que fenómenos
naturales, descuidos humanos o la peligrosa mezcla entre ambas variables, sean
una contante en el escenario internacional.
Sin embargo, sí es posible
brindar una respuesta efectiva (eficaz y eficiente) a estos acontecimientos,
por parte de quienes representan los intereses de la colectividad. Esta
respuesta es quizá la única variable controlable por parte de los gobiernos, la
cual les permite por un lado, transmitir un mensaje claro y directo a los
actores implicados y por otro lado, impedir que el tema se –politice-,
contaminándose de especulaciones y juicios de valor que se nutran por
sensacionalismos en momentos muy difíciles para naciones enteras.
Se puede caracterizar la
descripción anterior mediante dos tragedias acontecidas en esta parte del
mundo, entre Asia y Oceanía. La primera es la desaparición del vuelo MH370 de
la compañía Malasia Airlines que transitaba el pasado 8 de
marzo de Kuala-Lumpur a Beijing con 239 pasajeros, el cual se encuentra aún
desaparecido. Los países de la zona han ampliado su cooperación para buscar la
aeronave, utilizando mecanismos de exploración satelital, aérea, marítima e
incluso submarina, pero no han tenido éxito en su tarea.
Han surgido diversas hipótesis
respecto a un drástico cambio en la trayectoria del vuelo, que han conducido a
la búsqueda en el Océano Indico, cerca del mar territorial australiano, sin
grandes resultados.
Lo que complicó la situación, ha
sido justamente la falta de claridad de parte del gobierno malayo para
comunicar el desarrollo de la búsqueda a los familiares de los desaparecidos,
ya que no se controlaron los “canales oficiales” para informar dichos
acontecimientos, por lo que circularon diversas hipótesis informales, que
incluso llegaron a vincular la desaparición del vuelo con un posible ataque
terrorista, que está lejos de ser comprobado.
Después de 16 días de
incertidumbre, finalmente, el gobierno malayo a través de su Primer Ministro
informó que, basados en nuevos cálculos es posible que el avión se haya
estrellado en el suroeste del Océano Indico, sin sobrevivientes, una respuesta
insatisfactoria para los familiares de los desaparecidos, quienes comparten una
sensación de incertidumbre y misterio con la comunidad internacional.
El otro evento que ha atraído
los reflectores internacionales es el hundimiento de un Ferri en Corea del Sur,
el pasado 16 de abril, que transportaba 476 personas, de las cuales solamente
se rescataron a 174 pasajeros con vida. Esta catástrofe fue producto de la
negligencia del capitán de dicha embarcación, quien no se encontraba dirigiendo
la nave durante el percance, además de que se ha revelado que hubo una mala
toma de decisiones para desalojar la nave, lo cual complicó la contingencia.
Hasta la fecha ha sido pobre la
respuesta de los grupos de rescate, ya que 238 personas siguen desaparecidas.
Los familiares de las victimas, que eran en general estudiantes, exigen al
gobierno sudcoreano una ágil respuesta para el rescate del resto de los
pasajeros, sin embargo, diversas limitaciones humanas y naturales, han impedido
que se cumpla con esta legitima petición.
Muchos de los familiares, así
como diversos simpatizantes con esta causa, buscan manifestar su inconformidad
con el gobierno de Seúl, sin embargo, la respuesta de este último se ha
concentrado en negarles este derecho, con el argumento de que no desean que se
politice esta tragedia nacional en detrimento de la popularidad del partido en
el poder.
El presidente sudcoreano ha dicho
incluso que el acto de irresponsabilidad del capitán y la indecisión de la
tripulación para ordenar la evacuación del Ferri, son sucesos que se asemejan
al homicidio, en una declaración que se
puede interpretar como sentimentalista y que seguramente tuvo como objetivo
deslindarse de cualquier responsabilidad, en un momento en el que el papel del
líder de la nación debe ser de imparcialidad e impartición de justicia.
Como es evidente ambas tragedias
tienen elementos similares en cuanto a las formas de transmisión de información
hacia los actores afectados y el público en general. En ambos casos, el
gobierno no fue responsable de los errores humanos que generaron los
acontecimientos, sino que sus faltas se centraron en el manejo de los hechos,
los canales para transmitir la información y sobre todo la efectividad para
convencer a sus respectivas naciones, de que las unidades de contingencia
actuaron en tiempo y forma para escuchar las demandas de los afectados y
simultáneamente identificar las causas y consecuencias de ambos
acontecimientos.
Las contingencias son variables
inesperadas y muchas veces independientes a las acciones de los gobiernos. La
adecuada respuesta a las mismas le brinda una cualidad de confianza a los Estados
que logran comunicar de forma efectiva las acciones que implementan, para hacer
frente a las mismas, evitando tragedias posteriores (mediante mecanismos de
supervisión) y reduciendo la pena de quienes han perdido a algún ser querido.
© Ignacio Pareja Amador,
publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Abril
2014.
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