martes, 29 de julio de 2014

El primer libro impreso de la historia

Todos en algún momento necesitamos de un receso de la actualidad; requerimos de tomarnos un tiempo para reflexionar sobre otros temas que pueden ser sumamente útiles y que es imprescindible conocer, al final de cuentas, la cultura en una población no se mide por la capacidad de retención de los eventos contemporáneos de una sociedad, sino por el grado conciencia con la que ésta interactúa con el mundo.
La globalización y los distintos medios de comunicación pueden ser útiles herramientas para  informarnos de lo que ocurre en nuestros Estados o más allá de las fronteras, pero también pueden ser enemigos íntimos de la tranquilidad. Como dice el Maestro José Mac Gregor “No sé cuándo, ni cómo llegó la globalización; lo que sé es que se necesita una brújula, que es la educación y una ancla, que es la identidad, para sobrellevarla”.
Cuando hace poco más 559 años Johannes Gutenberg presentó el primer libro impreso en el hemisferio occidental, la famosa Biblia de Gutenberg,  en la mediana ciudad de Mainz en Alemania, no se imaginó el poder para propagar las ideas de su invención, pues aunque sus métodos eran rudimentarios, la impresión de un bloque de 100 libros podía realizarse en tan sólo 6 meses, un tiempo menor al que le tomaba a un grupo de personas escribir una sola copia impresa a mano, que requería de 3 años de arduo trabajo.
Aquel primer libro impreso de la historia se escribió en latín, la lengua de los académicos y letrados de aquellos tiempos, en un momento en el que el conocimiento era una virtud exclusiva de las elites privilegiadas. El hecho de que se eligiera la biblia como el primer libro no es una casualidad, pues el objetivo de Gutenberg era meramente comercial; no tuvo la intención de generar nuevos nichos de mercado, sino de aprovechar a los consumidores existentes, vendiéndoles un producto de necesidad básica para la demandante clase alta cristiana.
Se estima que Gutenberg imprimió 180 copias de la biblia, de las cuales solamente sobreviven hasta el día de hoy 48 ejemplares que se encuentran distribuidos en 14 países alrededor del mundo, perteneciendo la mayoría de ellos a instituciones educativas de renombre como la librería del Congreso en Washington, la Biblioteca de la Universidad de Manchester, la biblioteca del Vaticano, entre otras.
De acuerdo con los especialistas de la Universidad de Manchester, con quienes tuvimos la oportunidad de dialogar en la Universidad de Melbourne, este primer documento impreso, pese a tener como trasfondo una intención mercantil, representa el inicio de una revolución para las ideas, donde resurgieron importantes conceptos como la democracia, la libertad de expresión, entre otros valores que se consideran parte del breviario cultural de Occidente.
El periodo que comprende los siglos XV y XVI fue testigo de importantes transformaciones para la civilización occidental. Fue una época donde coincidieron en tiempo importantes pensadores como Leonardo Da Vinci, Maquiavelo, Nostradamus, Descartes,  Galileo Galilei, entre otros. Fue el periodo donde España y Portugal consolidaron su imperio naval como consecuencia de sus incursiones en el continente americano, fue un momento de renovación para la humanidad entera, donde incluso la iglesia cristiana tuvo importantes rompimientos con Inglaterra (anglicanos) y Alemania (Luteranos).
La invención de la prensa generó importantísimos cambios sociales como por ejemplo en materia de comunicación intergeneracional, pues permitió la preservación y la democratización del conocimiento. De igual manera impulsó a que más personas aprendieran a leer y escribir al existir material bibliográfico para explorar.
Fue también una significativa herramienta de propaganda para las ideas, que ha sido aprovechada por las grandes instituciones de la historia como la iglesia, que pudo expandirse más allá del continente europeo.
Entre otras aportaciones podemos ubicar que este trascendental invento permitió que se produjeran mejores contenidos literarios, pues impulsó la corrección de libros, a través de las nuevas ediciones, además de empoderar a los autores y vincularlos con sus ideas, mediante la evidencia impresa de sus pensamientos.
Para quienes pretendemos ser testigos de la historia, aquello que parece inofensivo, representó el artefacto más eficaz para propagar el conocimiento y las ideas. Quienes conocen su valor saben que en ningún otro momento han habido tantas oportunidades para el saber, pero reconocen que el mundo está poblado por superfluos insignificantes que roban la atención de la humanidad entera.
Esta colaboración no es más que una invitación para tomar en nuestras manos aquel artefacto que impulsó al infinito las ideas del ser humano, democratizando el conocimiento, haciéndolo accesible para todos. Seamos curiosos, autodidactas, críticos y apasionados con nuestras posturas, pero hagámoslo desde la sólida base del brebaje cultural universal, desde las letras de los grandes personajes de la historia y las mentes más brillantes de la humanidad.

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014



martes, 22 de julio de 2014

Ucrania y los actores del poder

Ya lo habíamos comentado en este espacio de opinión: Ucrania se encuentre entre intenciones, argumentos y sospechas. Es un país cuyos líderes simplemente eran espectadores de la política expansionista rusa, que estaba cerca de consolidar la anexión de Crimea, mediante dos estrategias distintas: apoyando la desestabilización del Este ucraniano, y a través de un acercamiento constante con EE UU y los países europeos.
El lamentable suceso del vuelo MH17 en territorio ocupado por los rebeldes pro-rusos ha atraído nuevamente la atención de la comunidad internacional, involucrando a nuevos actores que buscan que se esclarezcan los hechos. Asimismo, este penoso evento ha cambiado la situación y por tanto la posición para los principales implicados en la pacificación de Ucrania, donde el mayor desafío se ha trasladado de Kiev a Moscú.
Los principales países afectados por la tragedia; Holanda, Australia y Malasia han mostrado sus profundas intenciones de aclarar el siniestro de forma contundente, una petición que ha pasado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el cual brindó de forma unánime su apoyo para que se realicen las inspecciones pertinentes en la zona y se esclarezcan los hechos, que hasta el momento apuntan a que el avión comercial de Malasian Airlines fue derribado con armamento de origen ruso, operado desde territorio ocupado por los rebeldes separatistas.
Esta sospecha cambia rotundamente la postura de la Unión Europea, quien había preferido anteponer los negocios con Rusia debido el frio invierno que se avecina en aquel continente, por encima de la defensa de los derechos y valores occidentales. También cambia la perspectiva del gobierno ucraniano, que ahora puede aprovechar el apoyo internacional a la causa para buscar la anhelada pacificación del país y frenar las intenciones expansionistas rusas.
Los dos actores de mayor peso son por supuesto Rusia y EE UU. Por un lado, el gobierno ruso había logrado hacerse de Crimea sin tener un enfrentamiento directo con Washington. Incluso, como se comentó en este reflector mundial, existía un cierto distanciamiento entre Putin y los rebeldes pro-rusos, ya que estos últimos estaban perdiendo territorios importantes ante el abandono de Moscú.
Por otro lado, EE UU había mantenido un canal de comunicación directo con Rusia, con el fin de evitar el contagio de la inestabilidad ucraniana a otras esferas de influencia rusa en la región.
Ante el aumento evidente de tensión que se percibe como consecuencia de este terrible acontecimiento, diversas voces aluden a que Ucrania puede significar la antesala de una nueva etapa de Guerra Fría.  Sin embargo, James Jay Carafano de la conservadora Fundación Heritage sostiene que hay cinco razones por las cuales no se puede hablar una segunda Guerra Fría.
La primera razón es que Rusia no cuenta con las características para ser considerado un actor global de importancia bélica, como sí lo era la URSS, mientras que EE UU sí ha mantenido una política de empoderamiento militar para salvaguardar sus intereses más allá de sus fronteras.
En segundo lugar, Rusia no tiene el potencial de ser un competidor global, esto es, sus alianzas solamente tienen cierta influencia entre algunos países de medio oriente y son tibias en América Latina, sin embargo, Rusia puede constituir un componente importante para alguna iniciativa colectiva contra Occidente y EE UU.
Como tercer punto, no se puede hablar de un conflicto ideológico entre los países Occidentales y Rusia. Putin no es comunista, pues ha establecido fuertes alianzas con el sector privado ruso, que puede considerarse una elite corrupta, pero que no comparte valores socialistas.
En cuarto lugar es evidente que hoy vivimos en un mundo multipolar, de tal manera que Rusia y sus intenciones en Ucrania constituyen solamente una de las muchas amenazas con las que tiene que liderar EE UU, dentro de las cuales están las disputas territoriales de China, el Programa nuclear en Irán y Corea del Norte, el fortalecimiento de grupos radicales islámicos alrededor del mundo, entre otros.
Por último, podemos apreciar la diferencia en cuanto al peso económico de ambos países. Por un lado EE UU cuenta con un Producto Interno Bruto (PIB) de 16.7 billones de dólares, situándose como la economía más grande del mundo, mientras que Rusia posee un PIB de 2.5 billones de dólares, lo que lo posiciona como el séptimo país más rico (CIA). Sin embargo, ambos Estados libran una batalla interna de gran calado por obtener recursos para la milicia, pues su crecimiento económico en los últimos cinco años ha sido considerablemente bajo (2009-2013): 1.24% para EE.UU. y 1.14% para Rusia (FMI).
Las variables del capítulo Ucrania en la política expansionista rusa han cambiado de forma impresionante, la situación abre las puertas a nuevos escenarios para la pacificación de la zona, en caso de que exista plena cooperación entre las partes, o puede ser la antesala de un conflicto regional que profundice en sus efectos nocivos para los ucranianos. El enunciado continúa abierto.

Fuentes de información: FMI y CIA The World Factbook

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014


martes, 15 de julio de 2014

Empoderar a la mujer

Empoderar a la mujer es uno de los grandes objetivos de las sociedades que transitan hacia el desarrollo. Distintos gobiernos en América Latina han tratado de brindarle mejores oportunidades de progreso a la mujer mediante la implementación de políticas específicas, que aseguren su participación en el área educativa mediante becas y otras facilidades, en el área económica a través de incentivos a las empresas que contratan personal femenino y en el área política por medio de las conocidas cuotas de género, que aseguran un porcentaje de representación femenina en los parlamentos locales y nacionales.
El empoderamiento es un tema cuya importancia rebasa las fronteras nacionales, pues es una meta que se encuentra contenida en el tercer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), el cual insta a los Estados firmantes de la declaración del Milenio a trabajar en favor de la promoción de la equidad de género y el empoderamiento de la mujer. La ONU percibe también este objetivo como un prerrequisito para erradicar la pobreza y el hambre en el mundo.
Durante la pasada conmemoración del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) Ban ki-Moon, Secretario General esta organización, sostuvo en su discurso que “los países con mayores niveles de equidad de género tienen mayores niveles de crecimiento económico”, una situación que también puede beneficiar a las empresas que contratan personal femenino o a los parlamentos o legislaturas que cuentan con una importante representación de mujeres en sus escaños.
La economista franco-americana Esther Duflo, catedrática del Instituto Tecnológico de Massachusetts, argumenta que el empoderamiento de la mujer puede acelerar el desarrollo de un país, subrayando que debe entenderse que la relación entre el empoderamiento y el desarrollo es un tema bidireccional.
Por un lado, el desarrollo disminuye las inequidades de género, al originar mejores las condiciones de vida para la población en general, mientras que por otro lado, la discriminación contra la mujer representa un gran obstáculo para el desarrollo, ya que hace evidente la existencia de un grupo vulnerable que se encuentra rezagado de la política social.  
Esta premisa bidireccional puede ser sinónimo de confusión para los tomadores de decisión en nuestros países, porque hace innegable la necesidad de “decidir” a qué política social se le debe dar más peso: a aquella que beneficia a la población en general o a aquella que se centra solo en las mujeres.
Una respuesta rápida nos diría que existen recursos para ambas políticas, e incluso es lo que se hace normalmente en los países en desarrollo como los latinoamericanos. Sin embargo, el no tomar en cuenta los efectos que tienen ambas acciones puede tener como consecuencia el gasto excesivo del recurso estatal (que es sumamente limitado), sin que ello implique que se logre empoderar a la mujer o mejorar las condiciones de vida de la población en general.
En este sentido, para poder priorizar a qué política se le debe prestar mayor atención es necesario conocer el rol tradicional de la mujer en nuestras sociedades, así como las facultades tiene la política pública para generar algún cambio en favor de las mujeres.
Por ejemplo, en sociedades altamente machistas, donde los niños son más valorados por las familias que las niñas, una efectiva política de intervención es la implementación del acceso gratuito a la salud, ya que está comprobado que, en este tipo de sociedades, los gastos en medicamentos o consultas médicas de las menores son cuantitativamente inferiores a lo que los padres desembolsan en la salud de sus hijos varones, de manera que en este caso, la política de seguridad social beneficia mayoritariamente a la mujer.
Otra política general que tiene un efecto más positivo para las mujeres es la construcción de infraestructura para servicios básicos, como el acceso a agua potable dentro de la vivienda, ya que en los países en desarrollo, la recolección del agua es una tarea que realizan mayoritariamente las mujeres, de forma que, el facilitar este servicio a las familias, ahorra a las mujeres tiempo valioso que puede ser utilizado en la realización de alguna actividad para su profesionalización o desarrollo personal.
El fomento a la diversificación económica, la atracción de inversión productiva y la apertura de empleos calificados son iniciativas que también pueden beneficiar mayormente a las mujeres, ya que en AL las mujeres cuentan con niveles de instrucción superior similares al de los hombres, lo que las convierte en candidatas potenciales para acceder al mercado laboral con mayor facilidad.
Independientemente de lo anterior, es importante que entendamos que el empoderamiento de la mujer es un proceso, en el cual la población femenina alcanza un completo control de sus decisiones en todos los ámbitos de su vida. Será imposible llegar al final de dicho proceso solo con políticas especiales o generales, mientras que los prejuicios y estructuras tradicionales de dominación masculina permanezcan como constantes en nuestras sociedades.  

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014


lunes, 7 de julio de 2014

Política expansionista rusa: Apartado Ucrania

El gran riesgo de efectuar una acción sin calcular los insumos necesarios para completarla resulta la mayoría de las veces en un resultado negativo, en un desperdicio de energía y lo más delicado en la desilusión de quienes sienten simpatías hacia el proyecto.
En política ninguna acción desemboca en consecuencias evidentes, por lo que quienes pretenden dirigir a un grupo en particular deben cuestionar todas las variables de su ecuación, a sabiendas que en el lenguaje político ninguna frase tiene el significado que aparenta, lo cual hace tan peligroso como un misil a un enunciado inconcluso que puede ser completado por el mensaje que le convenga a quien posee verdaderamente el poder.
Hace aproximadamente cuatro meses los lideres pro rusos del Este de Ucrania interpretaron de forma errónea el mensaje que envió el presidente Vladimir Putin, al apoyar la anexión de la Península de Crimea (21 de marzo) al territorio de la Federación Rusa, con el argumento de que la mayoría de la población de aquel territorio compartía lazos históricos con el país más grande del mundo.
El mecanismo utilizado para legitimar dicha acción fue un referéndum en el que se demostró que la mayoría de la población tenía la voluntad de formar la República de Crimea, que sería parte de la gran Federación Rusa, que en ese momento había ocupado la península bajo el argumento de brindar protección a los habitantes del “tirano gobierno ucraniano”.
La respuesta internacional ante la anexión fue titubeante. Los países occidentales liderados por EE UU emitieron diversas sanciones económicas en contra de los empresarios más allegados a Putin, quien respondió con más sanciones hacia algunos personajes cercanos al círculo más poderoso de Washington.
El escenario no era menor, pues se hablaba del máximo nivel de tensión entre Rusia y Occidente desde el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, ni siquiera en el máximo foro internacional, la Asamblea General de la ONU, se pudo condenar de forma contundente la anexión rusa, pues apenas 100 países apoyaron la resolución GA/11493, la cual le brinda plena soberanía a Ucrania sobre el territorio de la península de Crimea, instando a todos los Estados a no reconocer la adhesión.
Pese a lo anterior, Rusia nunca se ha parado de la mesa de negociaciones, incluso los encargados de la política exterior de los dos actores principales (Rusia y EE UU) han mantenido un canal de comunicación directo, lo cual es sumamente racional, pues a ninguna de las partes le conviene que las tensiones se amplíen aún más, pues existen contratos multimillonarios para llevar gas a Europa que son capaces de sobrevivir a una tensión “mayor” a lo que representó Crimea.
El gran estratega en esta serie de acontecimientos ha sido el presidente Vladimir Putin, quien ha sabido jugar sus cartas, al  contribuir a la generación de un escenario de tensión en el Este Ucraniano, pues con el solo hecho de movilizar a algunos efectivos militares hacia la frontera con Ucrania, ha logrado ganarse la simpatía de grupos pro-rusos que quieren formar parte de la gran Federación. Estos grupos han tratado de repetir el mecanismo que legitimó la anexión de Crimea, pues han celebrado diversos referéndums en sus zonas de influencia, pero no han encontrado el apoyo de Moscú en sus intenciones.
La inestabilidad política en Ucrania le permite a Rusia ganar más tiempo para legitimar su poder en el este europeo. Una Ucrania en caos no es un contrapeso para Moscú, pues carece de energía para defender ante instancias internacionales la agresión rusa, sobre todo porque este último ni siquiera lo considera como un actor relevante en las negociaciones de paz.
Sin embargo, el gobierno ucraniano no es el único actor que está perdiendo en esta ecuación, pues los grupos separatistas pro-rusos de la autoproclamada República Popular de Donestk perciben cómo Moscú entibia sus declaraciones y por tanto su apoyo a esta causa, que pierde sentido sin el respaldo militar, económico y moral del gigante eslavo, mientras que poco a poco, la milicia ucraniana les arrebata puntos de control estratégicos para sus objetivos.
El apartado Ucrania en el proyecto de expansión y re-posicionamiento de Putin sigue abierto, de manera que este país vive aún entre intenciones, amenazas y sospechas. Sin embargo, los tiempos favorecen a un cambio de actitud de la Federación Rusa, que apoyará toda iniciativa en favor de quienes conservan un lazo intangible con la gran nación eslava, sin que ello signifique alguna intervención militar directa, pues tienen la oportunidad de ser los grandes pacificadores de la zona, aunque en el fondo hayan sido ellos quienes irrumpieron, en un primer momento, la tranquilidad en el territorio ucraniano.


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014.