miércoles, 2 de enero de 2013

El cuento de la democracia


Estimado lector, estos días que se avecinan deben contener un alto grado de reflexión. Estamos por celebrar una de las fiestas religiosas más importantes para los católicos, pero también por cerrar un año que ha sido muy importante en cuestión de crecimiento económico para los latinoamericanos, ya que el mismo ha sido parte del rompeolas que ha frenado el contagio de la crisis económica, que no termina de asechar a los europeos y que ha modificado incluso el escenario político en el viejo continente.
En este tenor, hemos decidido aprovechar el presente espacio para mostrarle una colaboración distinta, alejada de los problemas y tensiones que siempre atraen los reflectores internacionales, como bien lo puede ser la muerte del líder norcoreano Kim Jong-il, las inminentes sanciones contra Irán producto de su polémico programa nuclear, o incluso la penosa catástrofe en Filipinas, cuyas inundaciones le han costado la vida a cientos de personas.
Es así que le presentamos un cuento corto titulado “El país de las luces”, una narrativa imaginaria que tiene que ver con el paradigma de la democracia, esperando que su lectura lo aparte de las tensiones que como ciudadanos del mundo traemos con nosotros, pero que a la vez lo invite a reflexionar sobre un tema que será de gran importancia en el año venidero…
En el país de la luces siempre hubo libertades y derechos, el sol brillaba todo el día, no había necesidad de bombillas ni de tener generadores eléctricos, siglos de historia guardaban a la luz como algo natural y propio de aquella nación solitaria en el mundo. Hacía muchos años que no existía gobierno de facto alguno, pues aquellos ciudadanos nunca irrumpían el orden público, sus relaciones eran cordiales, la luz les proveía de todo aquello que pudieran necesitar: desde alimentos; frutas y verduras en abundancia, hasta el calor para contrarrestar las inclemencias del invierno, o simplemente para tener una vida más armoniosa con la naturaleza. No había conflictos en aquel lugar.   
De pronto un día sin explicación alguna todo se volvió oscuridad, la suerte es una ley indefinida que rebasa toda probabilidad y que quizás tiene que ver más con una voluntad divina que con las acciones del hombre, quien cree que puede controlar fácilmente su destino.
Los habitantes desconcertados, no supieron cómo responder al infortunio. El caos se apoderó de los hombres y mujeres, la luz había sido la ley que contralaba sus acciones y ante la oscuridad parecía que todo era permitido. Después de algún tiempo de incertidumbre y barbarie, surgieron, como tradicionalmente lo hacen, algunos grupos de individuos que encontraron una perspectiva de solución ante el agobiante problema, sólo tres ellos sobresalen de entre los demás para su mención ante el estricto apego a formas de gobierno conocidas por nosotros, pero novedosas en un país con una población autogobernada.
En el primer grupo se decidió pedir una solución directa al monarca, un hombre que había heredado el trono de un Estado sin leyes y que por tanto no contaba con la experiencia para poner orden a sus gobernados. La gente, en la condición de ceguera impuesta en que se encontraba, simplemente desobedecía el mandato real, y el rey no  tenía como vigilar la correcta conducta de sus súbditos.
El segundo grupo optó por utilizar una antigua ley, que consideraron suprema, fundamental y perfecta, pero aquella no pudo ser recordada por sus viejos escribanos, quienes no conocían otra forma de lectura, más que aquella que se apoya en la iluminación, además ¿quién respeta una ley que apenas y se distingue en la oscuridad y que fácilmente amolda sus palabras a los intereses de los poderosos?
El tercer grupo decidió ser más práctico, sabían que era necesario explotar otros sentidos para instaurar un nuevo régimen, que antes natural, ahora era necesario reconstruir. Usaron como instrumento el sentido del oído; sería entonces su voz el canal adecuado para instaurar el orden, y como el habla utiliza a la razón y al argumento como cualidades medibles de inteligencia, no hubo duda en la elección objetiva de quienes debían asumir el mando de la administración pública, no hubo tráfico de influencias, ni corrupción, todos se comunicaba en Asamblea, donde se convocaba primero al silencio y después a las autoridades electas por sus meritos y discursos, aquellos, moderados en un orden estricto, pues estaba en juego nada menos que la supervivencia de todos los gobernados.
Un día sin explicación alguna la luz volvió, revelando las realidades de los pueblos que vuelven al pasado, aquellos que se olvidan del hombre frente a las leyes y aquellos que innovaron sobre la base de una realidad desconocida e incierta, pero que mantuvieron la libertad, la igualdad, el derecho y la participación ciudadana como los principales pilares de su gobierno. Después del eclipse sólo un pueblo sobrevivió en dignidad, fue aquel donde la voz popular ocupó el lugar de la razón iluminada.

Twitter: @ignacioamador

19/12/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.

El reinado de la economía


Las encuestas son más que claras, lo que le interesa a la población, más allá de qué partido político alcance el poder; cuál será la forma en la que se ejercerá la legitimidad democrática; qué ideología gobernará las mentes de quienes ejercen el quehacer político, es sin duda alguna la economía.
Pero no la economía entendida a niveles macro: reservas internacionales, nivel de la deuda pública, etc. sino la economía en su mínima expresión. En términos coloquiales qué tanto entrará en los bolsillos de la población y qué tanto valdrá su capital para hacerse de aquellos satisfactores que cumplen con sus expectativas de acuerdo a las necesidades de cada grupo social, familia e individuo.
No podemos negar que todos vivimos en el contexto de la globalización, donde más allá de aquella idea de la aldea global, en la que las interacciones entre los ciudadanos del mundo derrumbarían las fronteras nacionales para formar una verdadera comunidad humana unida, hemos observado que las barreras físicas están más que presentes, incluso reforzadas por amplios candados a la migración. Sin embargo, el comercio y los flujos financieros, que son la esencia misma de las actividades económicas, sí han experimentado una liberación, con lo cual se ha expandido el modo de vida capitalista, mismo que compartimos casi todos los seres humanos del planeta. 
El paradigma actual es producto de más de tres siglos de consumismo, cuyo antecedente inmediato es la revolución industrial. Nos exige demandas más allá de las necesidades básicas, es quizá la razón por la que la gente prefiere que una administración sea eficiente en lo macro y en lo micro, más allá de la forma de gobierno o modelo que ejerza en su actuar.
Dicha eficiencia no se limita simplemente al crecimiento económico, una variable que está presente en las economías emergentes y en desarrollo como las latinoamericanas, las cuales han logrado mantener cierto aumento en su PIB (6.4% en este año), contrario a lo observado en los países desarrollados (1.6%). Se trata de que exista una distribución efectiva de la nueva riqueza, un efecto cascada que llegué a los bolsillos de los ciudadanos en todas sus clases sociales.
A todo esto, ¿por qué es un reclamo hacia los gobiernos el propiciar una distribución justa de la riqueza nacional? Porque los medios para alcanzar el poder público están inmersos en el modelo de la democracia, dentro de la cual los líderes en el poder deben velar por la colectividad (mayoría) y sus intereses, no por un grupo económico o político determinado, eso se le llama oligarquía, y se supone que en la región hemos superado aquel fantasma que tanto daño nos hizo a los latinoamericanos.
En un gobierno de gentes como los democráticos, el equilibrio nacional no lo da la variable política propiamente, sino la económica. El uso correcto de la variable económica nos permite contar con una herramienta para alcanzar distintos fines como la paz social, para dignificar la vida de quienes menos tienen, para ofrecer mayores oportunidades de desarrollo a la ciudadanía, etc.
Sin embargo es también una herramienta que puede usarse para fines distintos al progreso social, es un arma de doble filo que bien puede legitimar a un gobernante o en su defecto destituirlo y muchas veces convertirlo en el peor de los tiranos.
Ejemplos a nivel internacional hay en demasía. El caso más actual es el del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó al poder después del cambio drástico de las preferencias electorales, producto de la incertidumbre y falta de trasparencia del gobierno de Aznar, pero que en su segundo periodo como presidente no pudo contrarrestar los efectos de la crisis económica mundial en España, pues no tuvo un cálculo correcto al respecto, lo que le valió el revés electoral en las pasadas elecciones de noviembre que devuelven la mayoría absoluta al Partido Popular liderado ahora por Mario Rajoy Brey.
Otro ejemplo podemos observarlo en el caso del italiano Silvio Berlusconi, pues no fueron sus escándalos sexuales, ni sus tumultuosas fiestas, ni la acusación respecto a los nexos que se especula tiene con la mafia italiana, ni fue el hecho de que haya aumentado su fortuna gracias a sus posiciones de poder a favor del monopolio mediático que domina los Medios de Comunicación en Italia, sino que su dimisión, acontecida el 12 de noviembre, ocurrió por la falta de consensos con los demás líderes europeos, sobre todo con Alemania, lo cual derivó en la aprobación de la Ley de Presupuestos que delineará el actuar económico del nuevo gobierno italiano en 2012.
El dominio de la economía sobre los demás temas que se encuentran en la Agenda de nuestras naciones responde a una coyuntura meramente global. En economía la eficiencia, la productividad, la competencia son las cualidades justas para generar riqueza. Los monopolios, los carteles, la especulación sólo producen espejismos de bienestar. A los ciudadanos nos importa que haya estabilidad económica, que las tasas de interés sean adecuadas, que la inflación nos permita mantener nuestro poder de compra, pero nos interesa aún más que el Estado haga de la economía una herramienta a favor de nuestros intereses, los cuales se refieren más que todo al cuidado de las finanzas familiares, del patrimonio, de los recursos más básicos de la ciudadanía, elementos considerados como las raíces determinantes para mantener un régimen en el poder o propiciar el cambio de rumbo.

12/12/2011

Twitter: @ignacioamador

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.









Hacer política a ciegas


Entendemos por política, todas aquellas “actividades de quienes rigen o aspiran regir los asuntos públicos”, sería pues, aquellas acciones cuyo objetivo es tener una incidencia directa en la vida pública. Para Aristóteles todos los individuos de una sociedad hacían política por el simple hecho de relacionarse entre sí. Una definición de la academia propiamente nos diría que la política es la ciencia del poder.
En esta ocasión, para fines de la presente columna, entenderemos hacer política en un sentido de búsqueda del poder público, no en el fin propio de alcanzar el poder, sino en referencia a los medios que conducen a los actores políticos a posicionarse dentro de la esfera pública.
Esta será quizás una reflexión tan singular, que trataremos de asimilarla a nivel de nuestra región, América Latina, la cual comparte no sólo el amplio legado cultural de los países peninsulares europeos, sino que también ha cultivado uno de los males que más nos afectan a los países en desarrollo: La falta de visión con la que los políticos atienden las necesidades de la sociedad, contrastando sus objetivos personales con su responsabilidad como servidores públicos.
Antes que todo vale la pena mencionar que no todos los políticos encajan a esta ceguera política, muchos de los mandos más altos del gobierno, como ya lo hemos dicho en este espacio, son personas altamente capacitadas, educadas en las mejores universidades del mundo, consientes de los problemas que sufren las sociedades en desarrollo, pero también culpables de que dentro de sus equipos de trabajo haya gente cuya ignorancia afecta las labores del Estado.
Si bien es cierto en política la confianza tiene un alto valor, también lo es que el compromiso de todo gobernante es propiciar el bienestar común. A veces, la confianza más que ser una cualidad que propicie estabilidad en el gobierno, es utilizada como una herramienta de complicidad ante las acciones incorrectas de quienes conforman los gabinetes, de manera que esta confianza pierde todo valor republicano, acercándose más a una mafia que a un gobierno.
Pero entonces, ¿quiénes son esos políticos cómplices, esos actores ciegos que tanto daño hacen a las estructuras estatales? Son todos aquellos personajes que mueven la cabeza en señal de aprobación sin tener una idea de lo que se está debatiendo. Son aquellos que siguen y promueven movimientos sin conocer siquiera la esencia de los mismos. Son los que se contagian por los discursos vacios, quienes viven dentro de la oleada de simpatías, quienes no juzgan lo que es incorrecto, los que quieren salir en la foto sin haber trabajado para ganarse un lugar en ella.
Podemos decir entonces que la ignorancia y la falta de valores democráticos entorpecen el ejercicio público, pues el desconocimiento en materia de Administración Pública, en cuanto a la legislación vigente, en cuanto a los tiempos para ejecutar los proyectos, obstruyen en su conjunto las actividades de quienes sí saben cómo gobernar, pero que se niegan a ser parte del juego macabro de la política a ciegas.
Porque es muy fácil creer que al gobernar se puede ejercer el poder sin restricciones, algo que acontece de manera continúa en los órdenes de gobierno más cercanos a la población (municipios, municipalidades o departamentos), los cuales al no prever que sus acciones están perfectamente reguladas por las leyes, promueven inconscientemente la duplicidad de procedimientos, aumentando los costos para el Estado y para la ciudadanía.
Si como dicen los candidatos en campaña, la política es una actividad noble, cuyo fin prioritario es el beneficio de la ciudadanía, que sean entonces los más aptos los que conduzcan a nuestras naciones en todos los órdenes de gobierno. Que haya por tanto un servicio civil de carrera que sea independiente a los cambios de gobierno, donde la entrada y permanencia sea continuamente regulada con base en los conocimientos, experiencias y aptitudes de los individuos, quienes no se preocuparan por hacer política apoyándose en relaciones de poder, sino por cumplir con una tarea asignada directamente por la soberanía de la institución estatal, así su dirigente será la nación misma y no un grupo de bandidos que buscan el poder por cualquier medio.
Hacer política a ciegas quiere decir que nos hemos olvidado de que la preparación, la experiencia y el trabajo son las legítimas banderas del ascenso social. Constituye vender las posiciones al compadrazgo, es anteponer la confianza hacia un individuo, sobre los valores mismos de la patria, es querer imponer la ambición personal sobre las necesidades del Estado. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Twitter: @ignaciomador

06/12/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.


El nuevo reto demográfico


Las prioridades de la política de población han variado de acuerdo a las necesidades del país y del Estado. Al comienzo del siglo pasado (XX) la meta demográfica se orientaba a la pro natalidad, bajo la lógica de lograr un adecuado poblamiento de los 1.27 millones de km2 de la superficie de México. Posteriormente con el boom demográfico de los setenta fue necesario implementar acciones de contención al aumento de la población, por lo que se efectuaron distintos programas de planificación familiar, bajo el argumento de que las familias pequeñas viven mejor, aumentando las posibilidades de brindar mayores satisfactores a las generaciones futuras.
Esta última meta actualmente ha sido alcanzada, podemos decir que la política de población funcionó, reduciendo la tasa de natalidad y mortalidad de manera conjunta, avances importantes en el proceso de transición demográfica.
Sin embargo, la dinámica de las sociedades actuales ha transformado los objetivos funcionales de la política de población, enfocándose sobre todo a una multiplicidad de temáticas que afectan a los ciudadanos y por tanto al desarrollo del país.
Podemos decir que pasamos de un reto lineal a uno trasversal, donde convergen distintas problemáticas y elementos propios de una sociedad más globalizada, que tiene mayores posibilidades para informarse, y de esta manera tomar mejores decisiones en su vida. Queda por tanto más que claro que la política de población no es una cuestión aislada, sino integral y estratégica para el desarrollo económico, social y cultural de México. 
Si tomamos en cuenta el momento poblacional que vivimos actualmente, donde habitan en nuestra nación el mayor número de jóvenes (15 y 29 años) que haya habido en la historia, cerca de 30 millones, podremos dimensionar un importante reto demográfico que se ha convertido en una de las prioridades de la política de población: La salud sexual y reproductiva de la población joven. 
De acuerdo con la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en el Cairo en 1994, la salud reproductiva es “[…] un estado de bienestar físico, mental y social en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y con sus funciones y procesos”. De esta manera están presentes los derechos de los hombres y mujeres para obtener información y acceso a elementos que amplíen su capacidad de elección en términos de procreación (métodos de planificación familiar) y a servicios de salud adecuados para tener embarazos y partos sin riesgos.
Por otro lado, la salud sexual se refiere al “[...] estado de bienestar de hombres y mujeres para tener una vida sexual placentera y segura”. Es un concepto que tiene que ver con el desarrollo de la vida y de las relaciones personales, y que va más allá de un asesoramiento en materia de reproducción y enfermedades de transmisión sexual.
Los derechos sexuales son parte de los derechos fundamentales de la humanidad, estos se refieren al respeto de la integridad física del cuerpo humano, al derecho a la información  de los y las adolescentes, a la educación sexual y a servicios de salud adecuados. En este tenor es importante tomar en cuenta el conocimiento y uso de los métodos anticonceptivos, los cuales son elementos indispensables para ejercer la sexualidad sin riesgos de embarazos no deseados o de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ITS) como las consecuencias físicas inmediatas de efectuar una práctica sexual sin prevención.
Vemos penosamente que pese al conocimiento por parte de los jóvenes respecto a los métodos anticonceptivos, el uso cotidiano de los mismos comienza hasta las edades más avanzadas debido a distintos aspectos culturales y a los abundantes mitos y tabúes existentes, los cuales se transmiten sin bases fundadas desvirtuando la información y aumentando los riesgos en su vida sexual.
Hoy en día el objetivo prioritario de la política de población se ha modificado. Vivimos un contexto de libertad de decisión, en el cual la información con la que contamos nos permite tomar decisiones mejor planeadas. Sin embargo, los retos demográficos con cada vez más complejos por lo que es necesario promover el conocimiento del abanico de opciones, sobre todo materia de salud sexual, para los jóvenes del país. Debemos por tanto poner atención en los valores, principios y en las prácticas tradicionales relativas a la salud sexual, pues la buena práctica de estos elementos conduce a una vida mejor planeada, con lo cual gana el individuo y el Estado.
Los jóvenes de hoy son la generación más educada, la más comunicada, la más globalizada. México necesita de una juventud consiente, responsable, valiente, emprendedora, curiosa, que aprenda de la experiencia de sus ancestros y padres, que pierda el miedo a preguntar, pero sobre todo que tome sus decisiones de la manera más racional e informada posible. 

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05/12/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.

 

La defensa del pasado


Hay una confusión que se sostiene sobre la base de una idea correcta, pero que tiende a desvirtuarse entre quienes observan de manera simplista la realidad: La esencia de las instituciones es el hombre, pero su vigencia yace en una permanencia que de acuerdo al nivel de civilidad de la población rebasa las fronteras temporales.
Es así que tiende a englobarse el actuar de los gobiernos como si estos fueran personas, como si todas las voluntades presentes, pasadas y futuras definieran la actuación de un ente político de esta naturaleza. Esto no es así. Los gobiernos están formados por personas con principios, voluntades y valores distintos entre sí, que responden a situaciones de orden temporal, de manera que pueden variar de acuerdo a coyunturas específicas.
Encasillar un gobernante por los agravios de sus antecesores, sean del partido que sean, es como condenarnos a nosotros mismos por los errores de nuestros padres y abuelos, es aseverar que la renovación intergeneracional no produce cambios sustantivos y que la condición de impasse derivada de la tradición y la costumbre puede rebasar incluso los principios, deseos y objetivos que estos actores políticos han delineado para definir su actuar presente.
En este sentido, podemos atrevernos a medir la eficacia de las administraciones más allá del idealismo y deber ser impregnado en sus principios, podemos entonces hacer una evaluación con la regla de la historia, tomando en cuenta aquellas políticas cuyo actuar distinguió al país como una nación líder en nuestra región, alejada de los grandes fantasmas de América Latina. 
Es importante puntualizar que la ideología es también distinta de acuerdo al grupo en el poder, la misma les permite definirse, pero cuando se habla del principio fundamental del desarrollo, es más valiosa la congruencia de las acciones que el dogmatismo aplicado a problemáticas cada vez más complejas y multifactoriales.
Vale resaltar que no compartimos todas aquellas prácticas de algunos miembros de los entes de los que resultan los gobiernos (partidos políticos), que tienen que ver con una costumbre que suele pasar de generación en generación y que han nublado la imagen de los mismos, derivando en una percepción alejada de la meritocracia, más cercana aún al compadrazgo, al tráfico de influencias y demás vicios propios de la política de los países en desarrollo.
Revuelto esto, es importante exponer algunos momentos donde el país mostró independencia y buenas prácticas, podemos mencionar la expropiación petrolera efectuada por Lázaro Cárdenas, la internacionalización de México durante el periodo de López Mateos, el liderazgo entre los países del tercer mundo de Echeverría, esto a nivel de los presidentes. A nivel de la imagen del país podemos hablar del éxito del Tratado de Tlatelolco que impidió la nuclearización de América Latina, cuyo principal impulsor Alfonso García Robles fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en los ochenta. Podemos mencionar el respeto a los principios de Autodeterminación de los pueblos y a la no injerencia, los cuales son parte de los ejes rectores tanto de la Constitución Mexicana (Art. 89 Fracción X) como de la Carta de Naciones Unidas. Podemos indicar también el desconocimiento del gobierno de Pinochet en Chile por emanar de un golpe de Estado, la apertura hacia refugiados chilenos y con anterioridad hacia los españoles que huyeron del franquismo, podemos hablar del liderazgo ejercido para la pacificación de Centroamérica a finales de los ochenta y principios de los noventa, además de ser el único país que votó en contra de la salida de Cuba de la Organización de Estados Americanos, siendo de la misma forma uno de sus pocos aliados en la región, todo esto al margen de las relaciones con los EE.UU. Quizás, el hecho que debe concentrar mayor orgullo en este orden de ideas es la independencia y conservación de una transición pacífica del poder, ya que México fue de los pocos países que no fueron ocupados por una dictadura militar auspiciada por EE.UU. cuyo objetivo fuera la contención del comunismo, como sí ocurrió en Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Guatemala, por mencionar a algunos.
Sin duda alguna cada gobierno se enfrenta a retos de distinta naturaleza, el contexto y las características de los líderes del momento juegan un papel fundamental en el éxito o fracaso de las políticas públicas. La política exterior es justamente un reflejo de la política interna, la misma es fiel testimonio de la opacidad o colorido de cada administración, es sinónimo de carisma o frialdad del líder en turno, demuestra su independencia o su sujeción hacia los mandatos internacionales, nos brinda un rápido vistazo de lo que queremos que vea el mundo y lo que verdaderamente somos.
La lección es más que clara y la hemos repetido en distintas ocasiones en este espacio: En el país debemos aprender que la verdadera competencia está allá afuera, más allá de nuestras fronteras, que es necesario que vayamos juntos en un mismo barco que engalane una bandera de democracia, libertad, igualdad y justicia, con un rumbo fijo: el desarrollo de México.

Twitter: @ignacioamador
21/11/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.


66 años de Naciones Unidas. Parte II


En la colaboración antepasada dimos un breve recorrido respecto al actuar de Naciones Unidas en los distintos escenarios en lo que ha contribuido en la historia contemporánea de la humanidad, esto haciendo mención a la celebración de su 66 aniversario acontecido el 24 de Octubre. Esbozamos a grandes rasgos las virtudes de contar con una organización de Estados capaz de mediar las relaciones entre antagónicos, pero que no funge como un gobierno global propiamente, sino como un espacio de expresión y acción legitima de sus países miembros.
Quedaron pendientes por tanto, los retos a los que se enfrenta actualmente la organización, así como los inconvenientes que ha vivido justamente por ser sus mayores financiadores los países más desarrollados, muchos de los cuales participan permanentemente con voz y voto, en el único organismo que tiene la facultad de hacer uso legitimo de la fuerza: El Consejo de Seguridad.
Pero no todos los grandes contribuyentes están en la lista del club selecto de los miembros permanentes, pongámoslo en números: Para 2009 Naciones Unidas recibió una contribución neta de casi 2.5 mil millones de dólares. Cerca del 24% del monto (598 millones) fue financiado por EE.UU, el 16.2% (405 millones) correspondió a Japón, 8.3% (209 millones) a Alemania. De ahí le siguen Reino Unido (161 millones), Francia (153 millones). China, pese a poseer la segunda economía más grande del mundo  tan sólo contribuye con 64.9 millones (0.25%), un monto menor a lo que aportan Italia (123 millones), Canadá (72.5 millones) o España (72.3 millones). El miembro permanente que menos aporta es Rusia quien brinda a la organización 29.2 millones.
En esta breve radiografía podemos darnos cuenta de una de las razones principales por las que Japón y Alemania demandan la apertura de sus respectivas membresias en el club de los permanentes. Ambos países no sólo cuentan con un amplio sustento económico que han sabido expresar en términos de liderazgo regional, sino que han demostrado que son países que se niegan al uso de la fuerza para incrementar su poder e influencia en el escenario internacional.
En este sentido podemos ubicar a otro par de aspirantes a la lista de quienes pretenden ser miembros permanentes. En el primer caso está la República de la India, quien ha mantenido un crecimiento económico importante (un promedio del 7% en la última década) y que arguye que su cualidad demográfica y su poder político regional son argumentos necesarios para alcanzar este fin, pese a que sus contribuciones a la organización apenas rondan los 11 millones de dólares. 
El otro aspirante es Brasil, quien ha destacado como el líder más consolidado de nuestra región, quien ha ampliado su participación diplomática a lo largo del globo y ha resistido a la crisis económica gracias a su diversificación comercial y a la penetración de nuevos mercados en Sudamérica. Esta potencia emergente tiene cualidades importantes, pero sus aportaciones a la ONU son modestas, en comparación con lo que representa el país, pues sólo contribuye al aparato de la organización con 21.3 millones, lo que lo sitúa como el segundo mayor contribuyente de América Latina después de México (54.9 millones). 
Cabe recordar que los parámetros para la elección de nuevos miembros permanentes son la pugna y la piedra angular del debate que se desarrolla respecto a la reforma al Consejo de Seguridad, tema que tendrá una mayor presencia en los años venideros.
Sin embargo, los retos de la organización van más allá del Consejo de Seguridad. Como mencionamos en el cierre de la columna pasada, Naciones Unidas es la organización con el mayor número de resoluciones violadas en la historia de la humanidad. De las más graves podemos mencionar a quienes se hicieron de manera ilegal de armamento nuclear como Israel, la India, Pakistán y Corea del Norte, donde los miembros permanentes fueron quienes indirectamente apoyaron a que fuera posible esta nuclearización por fines meramente geopolíticos.
Ejemplos más cercanos a la actualidad podemos ubicarlos en los casos de genocidio acontecidos en Ruanda, Sudán, Somalia, Eritrea, donde incluso se ha visto afectado personal de la organización. O la invasión ilegal de EE.UU. a Irak y Afganistán después de 11/09, o el acosamiento y sospecha que genera el programa nuclear iraní, entre muchos otros.
Sin embargo, lo que nos debe quedar claro es que detrás de todos los intereses, llámense económicos, políticos o estratégicos, el fin de Naciones Unidas nunca ha sido legitimar las acciones de unos en contra de otros, la ONU nació para que el despotismo entre los estados desapareciera, para que los países se concibieran como iguales, dotando de voz a todos los miembros en una Asamblea General, pero limitando la evidente diferencia de poderío (económico y militar) mediante un órgano ejecutor (Consejo de Seguridad).
 Por lo tanto, el gran triunfo de Naciones Unidas ha sido ser contribuir al alcance de 66 años de paz global, pero si el organismo trasnacional más representativo del planeta no se reforma, no se adapta al nuevo contexto global, puede que su objetivo se desdibuje en algunos años.
La única manera de que los seres humanos convivamos en paz es respetando a las instituciones, sin un orden adecuado, el sistema de fuerzas y poderes puede corromperse, dejando que sea la ambición y las pasiones de algunos  líderes las que definan el destino de nuestras naciones. Larga vida a Naciones Unidas.

@ignacioamador

6/11/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.


7 mil millones


En el momento que se escribe esta columna somos 6,999,921,805 seres humanos en el planeta. Según estadísticas del Fondo Mundial de Población (UNPFA) al segundo nacen aproximadamente 5 personas, mueren 2, de manera que el crecimiento neto de la población mundial es de 3.  
El 31 de Octubre llegamos a los 7 mil millones. Si bien es cierto, cerramos los dígitos en cero, ello no es lo que debe conmocionar a la humanidad, no de esta forma simplista, no de una manera negativa, sino que debe motivarnos a enfocar este acontecimiento poblacional como una oportunidad, ya no para conocer el diagnóstico, sino para tratar de entender los retos, las ventajas y las transformaciones a las que nos comprometeremos para convivir en paz y armonía.
Para aquellos que se han cansado de luchar, y que muchas veces suelen ser parte del cáncer de nuestra especie, que les sirva esta cifra para introducirse a una nueva forma de pensar. Es una verdad histórica que la suma de cambios individuales determina la conducta de la sociedad, estamos por tanto sobre ella y sus instituciones, formando parte de un cuerpo magnánimo llamado especie humana: Somos sus arterias, tendones, piel y cuerpo, todos nosotros, desde los líderes progresistas, hasta los dictadores y tiranos, los grises, los opacos, hasta los proactivos, los propositivos, los que critican y los que proponen, los que crean y quienes destruyen.
Podemos enfocar mejor la conmemoración si nos damos la oportunidad de descubrirnos, somos 7 mil millones de habitantes, y hoy  en día contamos con avances tecnológicos en materia de comunicación, que pueden ser utilizados como una ventana a realidades completamente ajenas a la nuestra.
Nos marcan nuestras diferencias. Por ejemplo es poco conocido que en China los valores sociales son distintos, que es preferible no entrometerse en las actividades del vecino, aunque esta intromisión sea para brindar alguna especie de ayuda; que la población de Kazajstán tiene sus raíces en antiguas tribus nómadas de origen turco y mongol; que en algunas tribus de África una mujer robusta es más atractiva que una de complexión delgada; que América Latina con sus casi 600 millones de habitantes sólo representa el 8.5% de la población mundial; o que un país como Chile tan sólo concentra el 0.24% de los habitantes del planeta.
Lo importante de conocer nuestras diferencias, es que nos permite ser más plurales y tolerantes, que son la base para una buena comunicación y por tanto para relaciones interpersonales en armonía. Somos uno en siete mil millones, y en este cuerpo de personas hay una potencialidad que no ha sido explotada de manera correcta.
En este sentido el mensaje de la campaña del UNFPA “Somos 7 mil millones: cuentas conmigo, cuento contigo” no es para nada desatinado, cuestiones negativas suceden en el planeta y este es un momento propicio para darles respuesta. El caos no es generalizado, es cierto, pero al ser más mujeres y hombres aumentarán los conflictos, requeriremos más recursos y servicios, habrán más intereses y ganancias.  
La crisis política del mundo árabe, las protestas contra el modelo neoliberal, la desconfianza en los gobiernos, la contaminación, el daño a la capa de ozono, son manifestaciones de lo anterior. Podemos hablar incluso del descongelamiento progresivo de los polos, aún más peligroso el entibiamiento de las relaciones entre las nuevas potencias y las contemporáneas: Una Rusia dormida, que comienza a moverse inquieta, una China pasiva que no teme faltarle al respeto al coloso del norte, una Europa vieja y agotada, pero con suficiente arsenal nuclear para hacerle frente a quien sea. Una África aún hambrienta de justicia y democracia, una América Latina titubeante en su integración, liderada por los descendientes de los portugueses; un nuevo coloso que comienza a ejercer su peso interno a nivel internacional. El escenario presente se constituye tranquilo para el país más militarizado de la historia, EE.UU., quien no deja de preguntarse ¿Cómo obtener ganancias en la paz, cuando han basado su éxito económico en las guerras?
Cada región, país y nación tendrá sus propios retos y fines. Lo importante será hacer que los mismos sean compatibles, que la transformación de la industria de los desarrollados pueda hacerse con mano de obra de quienes vivimos en países en desarrollo, que nuestras naciones puedan alcanzar, con el apoyo financiero de los industrializados, la condición del progreso sin afectar enormemente el equilibrio ambiental y que los más desfavorecidos logren una dignificación y mejora en su nivel de vida con ayuda de todos nosotros, porque los derechos que brinda la cualidad humana no deben reconocer distinción alguna entre los miembros de nuestra especie. 
Al momento en que hemos terminado esta colaboración somos 6,999,930,565 habitantes en el planeta.

Twitter: @ignacioamador

30/10/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.


66 años de Naciones Unidas. Parte I



El aniversario de cualquier organización nos brinda la oportunidad de dirigir nuestras reflexiones de dos maneras distintas: Una para conmemorar los logros, expresar las transformaciones derivadas del acontecimiento y legitimar la vigencia de la organización con base en sus acciones. Mientras que por otro lado es una excelente oportunidad para evaluar cuáles han sido los alcances, pendientes y cuáles serán los retos que habrá que superar la organización para mantener su supervivencia.
Justamente este 24 de Octubre celebramos en la humanidad entera un triunfo en materia de cooperación sin precedentes, nada menos que la creación de una Organización Internacional que ha sido capaz de albergar los intereses, las voluntades y los deseos de la mayoría de países del mundo.
Una organización que no tenía como fin fungir propiamente como un gobierno mundial, pero que sería el espacio adecuado para que las naciones del mundo se expresaran de manera satisfactoria, mostrando sus inconvenientes, pesares, reclamos, pero también sus triunfos, su unión, todo ello como una manifestación propia de la voz de la comunidad humana.
La Organización de las Naciones Unidas nació después de una serie de reuniones que celebraron EE.UU., Reino Unido, China y Rusia, en distintas partes del mundo a principios de los cuarenta, en pleno proceso de la II Guerra Mundial. Poco después de la conclusión de la misma, el 24 de Octubre de 1945 se firmó la Carta de Naciones Unidas en San Francisco California (EE.UU.), en la cual cincuenta y naciones más una (Polonia) ratificaron su apoyo completo contra las potencias del Eje (Alemania, Japón e Italia), con lo cual se dio inicio a Naciones Unidas como un acto de la voluntad trasnacional.
La ONU ha testificado y actuado en diversos acontecimientos, hitos de la historia moderna de la humanidad, mismos que han herido y subsanado a la comunidad global de manera importante. Vio en su seno la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948). Fue participe mediante el Consejo de Seguridad de la crisis de las Coreas. Negoció y propuso opciones para resolver los primeros enfrentamientos entre Israel y los pueblos palestinos. Reaccionó ante la crisis del Canal de Suez, los desequilibrios políticos y sociales en  África y Medio Oriente. Coordinó el proceso de descolonización del continente negro en los 60´s y 70´s.
Sus órganos subsidiarios han recibido el Premio Nobel de la Paz en distintas ocasiones de manera directa: ACNUR (1954, 1981), UNICEF (1965), OIT (1969), las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz (1988), la Secretaría General encabezada por Kofi Annan (2001) y el OIEA encabezado por Mohamed ElBaradei (2005).
Dentro de la complejidad que representa esta organización de Estados, podemos observar que ha sido parte de diversos procesos y acontecimientos que fueron la base del sistema de valores internacionales que conocemos hoy en día. Ha promovido el desarme nuclear y convencional, el cuidado del Medio Ambiente, la participación de las mujeres, la procuración de justicia en materia de Derecho Internacional Público, los Derecho Humanos y de los Niños, la modernización del Derecho del Mar, la protección a la capa de ozono, la lucha contra crímenes de lesa humanidad; corrupción; terrorismo; enfermedades como el VIH-SIDA, el paludismo, la erradicación de la viruela, etc. La ONU ha servido para organizar a las naciones del mundo, para legislar sobre lo que es propiedad común como el lecho marino, el espacio aéreo e incluso el espacio exterior.
Resaltan como un orgullo latinoamericano aquellos personajes que han marcado las causas de esta organización como el mexicano Alfonso García Robles que promovió que América Latina fuera la zona más extensa libre de armas nucleares (Tratado de Tlatelolco 1968), el argentino Ernesto Che Guevara quien con su discurso en el pleno de la Asamblea General en 1964, promovió “la igualdad de las naciones” mediante el ejercicio de la libertad de opinión en el foro internacional más representativo del planeta. Pero sin duda alguna, el más significativo es el excelso diplomático peruano, Javier Pérez de Cuellar, quien ha sido único latinoamericano que ha dirigido esta organización, uno de los 8 Secretarios Generales que ha tenido la misma.
Pero no todo es felicidad y concordia en nuestra reflexión, resaltan a la vista los enormes pendientes de esta organización de Estados. El primero de ellos es la necesidad de reformarse, sobre todo en el marco del Consejo de Seguridad, un organismo que no se ha adecuado al multilateralismo que impera en las relaciones internacionales, que no cuenta con una distribución justa de las atribuciones, que no es representativo y que sin embargo es el único legalmente autorizado para utilizar la fuerza y la cohesión para alcanzar la paz y seguridad internacionales.
Sobresale también la necesidad de ampliar la capacidad de reacción de la organización, donde todos los países miembros se sometan a un “Estado de derecho internacional”, pues desafortunadamente es Naciones Unidas la organización con el mayor número de resoluciones violadas en la historia del hombre… 

Twitter: @ignacioamador

24/10/2011

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.



Transformar la burocracia


La palabra burocracia tiene una connotación directa con el gobierno. Max Weber definía a quienes la ejercían como profesionales de la instrucción pública, como hombres y mujeres cuya preparación académica, especializada en la ciencia de la administración, era fundamental para el correcto desarrollo de su nación.
Esta definición con el paso del tiempo se ha transformado, sobre todo en aquellos países que no cuentan con las condiciones necesarias de desarrollo económico y social, aquellas naciones que se encuentran inmersas en el pasado, en un momento en el que el mundo navega a pasos agigantados hacia sociedades más participativas, más informadas y por tanto con mayor responsabilidad.
Es común escuchar hoy en día que la palabra burócrata, más que pertenecer a una estructura positiva del servicio gubernamental, se relaciona con una connotación negativa, negligente, donde fluyen calificativos como ineficiente, corrupto, tardado, engorroso y el conformista, en los que  se demerita el papel del Estado como dotador de empleos y por tanto se rompe con aquellos vínculos que generan pertenencia entre la población y el gobierno. 
Las causas por las cuales se ha trasformado este concepto son diversas, van desde el rol de los sindicatos, que en vez de cumplir con su objetivo se ser los fieles protectores de los derechos e impulsores de las obligaciones de los trabajadores, han optado por sobreproteger a ciertos empleados, sin tomar en cuenta la importancia de la eficiencia, la productividad y la disciplina, razones propias del desarrollo individual, al cual muchas veces deben renunciar los trabajadores gubernamentales para aspirar a la perpetuidad en un cargo. .
Otro de los problemas radica en aquel principio de derecho que estipula que aquellos que hacen lo mismo, deben percibir la misma remuneración. Ese es otro de los problemas que tenemos en la estructura laboral de las instituciones públicas, donde en ocasiones es más fácil para algunos tener buenas relaciones con los superiores que cumplir con las funciones para las cuales se ha contratado al empleado.
En este tenor, algo debe quedar bien claro: El Estado no está obligado a pagar a un empleado que no realiza sus funciones de manera satisfactoria, sólo por el hecho de pertenecer a una estructura laboral. El ir a cubrir un horario no debe ser sinónimo de recibir una remuneración; el salario es la recompensa por el trabajo, no una obligación estatal, que al final de cuentas es producto de los impuestos que paga la sociedad al gobierno.
Ya han surgido diversas propuestas de solución para esta problemática. Una de las más importantes es la que se refiere a la creación de un Servicio Profesional o Civil de Carrera, sobre todo a nivel de las entidades federativas. En este caso las plazas se someterían a concurso público, donde se buscarían a los más preparados y aptos para la labor, dándoles la certeza de que sobrevivirán en el puesto independientemente de los colores del gobierno.
Otras propuestas toman en cuenta el establecer mayores canales de vigilancia para los empleados, transparentar las contrataciones y dar seguimiento a las funciones de los mismos, ampliar los canales de rendición de cuentas de manera racional, luchar contra la corrupción y perseguir la impunidad y castigarla.
Sin embargo, más allá de las enmiendas a las estructuras de contratación y monitoreo de funciones, lo que vale la pena cambiar es el aparato cultural de los ciudadanos; en específico los valores del servidor público cuyo papel es vital para la buena gestión y la supervivencia del Estado.
Vale la pena resaltar que todo esto es perfectamente conocido por nuestros tomadores de decisión, por nuestros líderes, pero ¿quién se arriesgará a reformar la estructura de la planta laboral de la administración pública? Hasta ahora nadie. La respuesta tiene que ver con el alto costo político que implica, y se relaciona igualmente con el momento político que acontecemos, entonces, ¿Cuándo será prudente comenzar a subsanar esta problemática?
El burócrata perfecto es aquel que no se adapta a este sistema, es aquella persona que busca la reforma desde adentro, desde sus bases más profundas, haciendo su trabajo de manera más eficiente, brindando un mejor servicio, y ampliando sus acciones a otros departamentos para que su idea no quede aislada o inconclusa.
Así nació la ciencia de la administración en la Alemania del siglo XIX con el Barón Carlos von Stein, o en la Francia del siglo XVIII con Carlos Juan Bonnin, quienes hicieron las primeras propuestas para generar una ciencia orientada a la buena organización del gobierno.
Hacer eficiente a la burocracia no es para nada una tarea sencilla, ha sido una lucha de varios siglos y como dice Alejandro Nieto este tipo de cambios requiere de momentos transcendentales para verterse en la realidad, pues “los proyectos de reforma sufren impotencia cuando nacen tibios e intrascendentes”. Las propuestas yacen sobre el papel, este es otro de los pendientes que habremos de resolver los latinoamericanos si es que aspiramos seriamente a alcanzar el desarrollo.

Twitter:@ignacioamador.

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México e Iberoamérica.