El pasado 8 de enero se publicó la octava edición
del Informe sobre riesgos globales 2013 del Foro Económico Mundial, un
documento que sirve de preámbulo para guiar los temas de la reunión anual a
celebrarse en Davos-Klosters, Suiza, del 23 al 27 de enero.
El informe contiene un estudio donde se consultó a
mil expertos y especialistas sobre los principales desafíos del planeta, los
cuales se sintetizaron en 50 riesgos globales en las regiones del mundo.
De acuerdo con el informe los tres principales
riesgos globales a tomar en cuenta son los siguientes: En primer lugar está el
tema de la salud y la complacencia, donde se toca la temática de las diversas
conexiones globales que han permitido un flujo masivo de personas alrededor del
globo, lo que facilita el tránsito de enfermedades. Los otros tópicos que se
discuten son la resistencia de los antibióticos y la propiedad intelectual.
En segundo lugar están los temas de la economía y
el medio ambiente, donde se analiza la dicotomía entre la crisis financiera (que
viene acompañada de un levantamiento social importante) y la crisis ambiental, que
pueden poner en jaque la estabilidad del estado.
En tercer lugar están los incendios digitales, los
cuales se refieren al impacto que puede tener un contenido de internet en la
población mundial, ante la democratización de los medios digitales (web 2.0),
en donde el usuario es capaz de generar sus propios contenidos, algunos de los
cuales pueden perturbar a una nación entera, como en el caso de la primavera
árabe que modificó la geografía política de diversas naciones del norte
africano y que dirigió los reflectores internacionales de nueva cuenta hacia la
región medio oriente.
Estos temas junto con otros de igual complejidad
pueden generar una tormenta mundial perfecta, que ponga en jaque la estabilidad
de los países y complique la aplicación de políticas globales, que se han
convertido en pendientes permanentes como por ejemplo el cumplimiento de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) o en específico la lucha contra el
cambio climático y la mitigación de la crisis financiera global.
El papel tradicional del estado, desde una
perspectiva liberal, se enfoca a la administración de los recursos públicos, la
defensa del territorio, la justicia y la seguridad, así como a la generación de
escenarios propicios para el desarrollo de las actividades económicas. Sin
embargo, ante las constantes transformaciones del sistema internacional, el
estado debe modernizarse, pues una posición estática lo puede llevar al colapso.
Sus instituciones deben rebasar las tareas que
tradicionalmente se les ha asignado, para acercarse más a la población, para
escuchar sus demandas directamente y confrontarlas con los datos estadísticos
oficiales. Todo esto, en un ejercicio capaz de brindarnos un diagnostico
general, que se enriquezca por el sentir
individual y grupal de la población.
Los gobiernos de hoy en día, no pueden operar desde
sus despachos y oficinas, porque su razón de ser está sustentada en la decisión
del ciudadano, quien sin estar consciente de ello, es el pilar del sistema
político, económico y social de los estados.
Por esta razón, los gobiernos y sus instituciones
tienen que salir a buscar al ciudadano, en un cambio de estrategia que haga que
las cosas funcionen, para que las demandas sean escuchadas, para abrir canales
informales de debate donde se confronten argumentos en la búsqueda de dar
solución a aquello que aqueja a la población.
Pero no todo es responsabilidad del gobierno, los
ciudadanos debemos pensar más como comuna, y menos como entes individuales,
pues solo seremos el sostén de nuestros estados si estamos unidos y organizados,
ya que si actuamos con intensiones individuales reinará la anarquía, la confusión
y el descontento. Es imposible dar solución a demandas individualistas, cuando
la estrategia más adecuada se basa en atender las prioridades, poniendo
atención también a los aspectos más relevantes del desarrollo; al final de
cuentas en la administración pública los procesos son simultáneos.
Los gobiernos de hoy en día requieren de
coordinación para tratar cualquier problemática de índole global o regional como
el cumplimiento de los ODM, la crisis ambiental, la crisis financiera, el
crimen organizado, la salud, o los incendios digitales. Ya no es suficiente dar
respuesta oportuna a las demandas sociales, pensando solo en presente, bajo el
concepto básico de gobernabilidad, se requieren de nuevas estrategias para
afrontar los retos del siglo XXI. Es necesario ir más allá, la única manera
para evitar que se materialice la tormenta perfecta será anticipándonos, la
mejor política pública es la prevención, pero de poco servirá si la misma tiene
un carácter solo individual y nunca colectivo.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Enero 2013.
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