Pocos se detienen a pensar sobre los amplios cambios
que han sido consecuencia de los avances tecnológicos. Quienes han logrado
cruzar la brecha digital se acostumbran rápidamente a vivir en un mundo cada
vez más intangible, pero con amplias posibilidades para ejercer el don de lo
social, un elemento inherente a la naturaleza humana.
La globalización, en esta etapa donde es más fácil
transportar una idea que un bloque de mercancías, ha encontrado otro impulso
más en materia de comunicaciones gracias a los nuevos medios para informar como
las redes sociales.
Aquello que comenzó como un movimiento en el que los
usuarios se convertían en proveedores de contenidos, hoy en día ha madurado,
obligándonos a reformular conceptos básicos de la comunicación como el de
informador, editor, periodista, etc.
Periodismo,
de acuerdo con el diccionario de la Real Académica de la Lengua Española [en
línea] es la “Captación y
tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera
de sus formas y variedades”.
Una amplia definición
para un concepto que ha tenido diversos cambios gracias a las nuevas formas
para comunicarnos, dentro de los que sobresalen tres:
El primero se refiere al rompimiento del paradigma
laboral-espacial, ya que actualmente no es necesario que el periodista trabaje
directamente en las oficinas de un periódico, estación de radio o canal de
televisión, sino que gracias al internet puede hacerlo en cualquier parte donde
tenga cobertura.
La era digital nos invita incluso a dejar de cubrir un
horario, con el fin de trabajar por objetivos, con lo cual se pueden optimizar
el tiempo para hacerlo más productivo a favor del periodista y de la empresa
que contrata sus servicios.
Esta cualidad se puede aplicar a cualquier sector que
trabaje con servicios intangibles como por ejemplo los gobiernos: imagine
cuantos recursos podríamos ahorrar del erario público si lográramos optimizar
la administración gubernamental y cómo se podrían aprovechar los tiempos de
aquellos trabajadores que cobran por cuotas de tiempo, no de tareas.
En segundo lugar podemos hablar de las cualidades de
los periodistas de la era digital. Estos deben ser personas multi-skills (con
diversas habilidades) que tengan la capacidad para redactar sus notas, manejar
redes sociales, seguir tendencias, tomar fotografías y videos, indagar en la
web e incluso, para aquellos dueños de sus espacios informativos diseñar sus
propios portales y exponer oralmente sus opiniones. Además deben tener
conocimiento de la realidad local, nacional e internacional, pues sus
contenidos tendrán los alcances que su auditorio les permitan. Si alguna
persona aspira entrar al mundo del periodismo del siglo XXI debe cumplir con
estos objetivos, debe rebasar el analfabetismo digital.
El tercer cambio se refiere a la apertura de más
oportunidades para las nuevas promesas. Alguna vez se preguntó, ¿cuántos
talentos ocultos en la periferia de los reflectores existen, que no han podido
llegar a la luz debido a la rigidez que la misma sociedad impone al dar un
estrato económico a los avances y una connotación material a los éxitos
profesionales?
El Internet es un medio democrático por excelencia, ya
que nos abre las puertas a un mundo de conocimientos sumamente amplios, nos
permite darnos a conocer al mundo y estar al tanto de él, en aquellos temas que
sean de nuestro interés. Es una herramienta que nos expone una amplia
biblioteca de contenidos que podemos ir afinando con la experiencia, para
encontrar respuesta a tantos tópicos como la conciencia humana lo permita. Pero
lo más importante es que es una plataforma equitativa, gratuita, que no
responde a posiciones sociales, linajes familiares o condición política, sino a
la convicción y voluntad individual.
Pero no todo es positivo hablando de los contenidos de
la web: al ser el internet una red donde las personas pueden compartir sus
intereses, aquel espacio público muestra también temas por demás denigrantes a
la condición humana, que deforman la naturaleza racional, cumpliendo con la ley
del say “toda oferta genera su propia demanda”, lo cual nos debe orientar como
usuarios y proveedores a ser muy cuidadosos a la hora de decidir qué contenidos
consumir y cuales omitir e incluso denunciar.
Al final de cuentas tanto el periodista del siglo XXI
como cualquier usuario de internet deben estar consciente del uso del mismo
para propiciar aspectos positivos en detrimentos de los negativos, debe saber
que como informador de la compleja realidad no puede despegarse de sus valores
y principios, pero sobre todo debe conservar la jerarquía de la veracidad en
sus fuentes. Los nuevos lectores del
periodismo del siglo XXI demandan contenidos interesantes, útiles, distintos,
que les permitan ejercer la libertad de elección sobre qué consumir para
enriquecer sus propios criterios.
Agradezco enormemente el apoyo incondicional de la
futura maestra en Global Media Comunications, Tania Arellanes Licea, a quien le
debo la tertulia que ha inspirado esta y otras tantas colaboraciones y
proyectos de vigencia atemporal.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Septiembre 2012.
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