Para
hacer frente a un problema de manera eficiente y eficaz, es tan necesario conocer las razones que lo
originan, como el contexto en el que se desenvuelve. Uno de los grandes
pendientes, y por tanto problemas que han afectado e incluso obstruido al
desarrollo en los países Iberoamericanos es precisamente la situación que vive
el sector agrícola.
No
podemos pensar en una o pocas razones que den cuenta de la situación de marginación
que sufre el campo en nuestra región. Tenemos que visualizar el problema desde
una perspectiva panorámica, capaz de ver la problemática en 360 grados.
El
campo Iberoamericano tiene enormes retos que superar en este siglo XXI. Vivimos
en un mundo globalizado, donde la volatilidad de los precios de los productos
agrícolas es una constante, como consecuencia en parte de un “pronostico del
tiempo” cada vez menos predecible, y más agresivo con las cosechas, con
situaciones atípicas e inusuales, propias del Cambio Climático y del
Calentamiento Global.
Esta
situación puede afectar incluso la Seguridad Alimentaria de nuestra región, uno
de los pilares de estabilidad de los países, por ello es importante establecer prioridades,
sumarnos a las iniciativas integrales como el Desafío Hambre Cero de Naciones
Unidas, que fue presentado por el Secretario General Ban Ki-Moon en la
Conferencia Rio + 20, donde reconoció que la Seguridad Alimentaria es un
derecho humano que debe ser garantizado para toda la población.
Como
iberoamericanos comprometidos debemos conminar a que el campo se beneficie de
esta perspectiva de políticas públicas integrales y estrategias focalizadas,
que sin lugar a dudas beneficiaran a los sectores menos afortunados en la
región, como los campesinos y los pequeños productores agrícolas, que se
identifican como actores con amplias posibilidades para aportar y participar en
el combate al hambre en AL.
De
los esfuerzos internacionales a resaltar en la materia encontramos la
iniciativa Hambre Cero en Brasil y la Cruzada Nacional Contra el Hambre en
México, que han puesto en marcha un frente común para atender esta lastimosa
condición. En nuestras naciones debemos hacer lo propio para sumarnos a estos
esfuerzos nacionales y lograr que el campo iberoamericano sea parte de la
solución, y no simplemente un componente del problema.
Construyamos
un sector agrícola sustentable, un campo planificado, del que se obtenga el
máximo beneficio, sin perjudicar la capacidad productiva futura. Un sector
agrícola que contribuya a la Seguridad Alimentaria y que vea por quienes muchas
veces carecen de esta condición, como lo son los propios campesinos.
De
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) nuestra región es un referente en la lucha contra el hambre,
ya que en las últimas dos décadas 16 millones de personas dejaron de padecer
esta condición.
Como
bien lo estableció el Director General de la FAO, José Graciano Da Silva, a
propósito de la cumbre CELAC-UE, donde se reunieron los Jefes de Estado de AL y
la UE, el problema del hambre se centra en el acceso a los alimentos, no en su
disponibilidad: “América Latina y el Caribe, con una población de 600 millones
de personas, produce alimentos suficientes para abastecer a 750 millones […].
Sin embargo, 49 millones de ellas sufre hambre”.
Así
como las dificultades evolucionan, nuestras respuestas a ellas deben hacerlo en
consecuencia. Resolver un problema de manera efectiva significa que nuestras
propuestas de solución, lleven inmersas un sentido preventivo y prospectivo que
sea capaz de visualizar los efectos de nuestras acciones e instruir canales de
solución para problemáticas futuras.
Un
campo sustentable será un elemento imprescindible para combatir uno de los
grandes males que lastiman a la región latinoamericana, como lo es el hambre,
pues produce círculos virtuosos y amplios espacios de oportunidad para
entrelazar objetivos, aprovechando que poco a poco, nuestros estados han
comenzado a delinear proyectos de nación más claros y concisos, que rebasan las
cuestiones ideológicas y los intereses particulares.
El
hambre y la pobreza en el campo son dos problemáticas que obstruyen el
desarrollo de nuestro sector primario, ambas comparten orígenes y
consecuencias, ambas pueden significar la clave para mejorar las condiciones de
vida de millones de latinoamericanos. Conminemos a que nuestros gobiernos se
sumen a estas iniciativas, es un momento adecuado en el escenario internacional
para hacerlo, no podemos postergarlo más.
Fuente
de información: FAO
©
Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos
en Latinoamérica. Enero 2013.
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