Las prioridades de la política de población han variado
de acuerdo a las necesidades del país y del Estado. Al comienzo del siglo
pasado (XX) la meta demográfica se orientaba a la pro natalidad, bajo la lógica
de lograr un adecuado poblamiento de los 1.27 millones de km2 de la superficie
de México. Posteriormente con el boom demográfico de los setenta fue necesario
implementar acciones de contención al aumento de la población, por lo que se efectuaron
distintos programas de planificación familiar, bajo el argumento de que las
familias pequeñas viven mejor, aumentando las posibilidades de brindar mayores
satisfactores a las generaciones futuras.
Esta última meta actualmente ha sido alcanzada, podemos
decir que la política de población funcionó, reduciendo la tasa de natalidad y
mortalidad de manera conjunta, avances importantes en el proceso de transición
demográfica.
Sin embargo, la dinámica de las sociedades actuales ha
transformado los objetivos funcionales de la política de población, enfocándose
sobre todo a una multiplicidad de temáticas que afectan a los ciudadanos y por
tanto al desarrollo del país.
Podemos decir que pasamos de un reto lineal a uno
trasversal, donde convergen distintas problemáticas y elementos propios de una
sociedad más globalizada, que tiene mayores posibilidades para informarse, y de
esta manera tomar mejores decisiones en su vida. Queda por tanto más que claro
que la política de población no es una cuestión aislada, sino integral y
estratégica para el desarrollo económico, social y cultural de México.
Si tomamos en cuenta el momento poblacional que vivimos
actualmente, donde habitan en nuestra nación el mayor número de jóvenes (15 y
29 años) que haya habido en la historia, cerca de 30 millones, podremos
dimensionar un importante reto demográfico que se ha convertido en una de las
prioridades de la política de población: La salud sexual y reproductiva de la
población joven.
De acuerdo con la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo celebrada en el Cairo en 1994, la salud reproductiva es
“[…] un estado de bienestar físico, mental y social en todos los aspectos
relacionados con el sistema reproductivo y con sus funciones y procesos”. De
esta manera están presentes los derechos de los hombres y mujeres para obtener
información y acceso a elementos que amplíen su capacidad de elección en
términos de procreación (métodos de planificación familiar) y a servicios de
salud adecuados para tener embarazos y partos sin riesgos.
Por otro lado, la salud sexual se refiere al “[...]
estado de bienestar de hombres y mujeres para tener una vida sexual placentera
y segura”. Es un concepto que tiene que ver con el desarrollo de la vida y de
las relaciones personales, y que va más allá de un asesoramiento en materia de
reproducción y enfermedades de transmisión sexual.
Los derechos sexuales son parte de los derechos
fundamentales de la humanidad, estos se refieren al respeto de la integridad
física del cuerpo humano, al derecho a la información de los y las adolescentes, a la educación
sexual y a servicios de salud adecuados. En este tenor es importante tomar en
cuenta el conocimiento y uso de los métodos anticonceptivos, los cuales son
elementos indispensables para ejercer la sexualidad sin riesgos de embarazos no
deseados o de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ITS) como las
consecuencias físicas inmediatas de efectuar una práctica sexual sin
prevención.
Vemos penosamente que pese al conocimiento por parte de
los jóvenes respecto a los métodos anticonceptivos, el uso cotidiano de los
mismos comienza hasta las edades más avanzadas debido a distintos aspectos
culturales y a los abundantes mitos y tabúes existentes, los cuales se
transmiten sin bases fundadas desvirtuando la información y aumentando los
riesgos en su vida sexual.
Hoy en día el objetivo prioritario de la política de
población se ha modificado. Vivimos un contexto de libertad de decisión, en el
cual la información con la que contamos nos permite tomar decisiones mejor
planeadas. Sin embargo, los retos demográficos con cada vez más complejos por
lo que es necesario promover el conocimiento del abanico de opciones, sobre
todo materia de salud sexual, para los jóvenes del país. Debemos por tanto poner atención en los valores, principios y en las prácticas
tradicionales relativas a la salud sexual, pues la buena práctica de estos
elementos conduce a una vida mejor planeada, con lo cual gana el individuo y el
Estado.
Los jóvenes de hoy son la generación más educada, la más comunicada, la más globalizada. México necesita de una juventud
consiente, responsable, valiente, emprendedora, curiosa, que aprenda de la
experiencia de sus ancestros y padres, que pierda el miedo a preguntar, pero
sobre todo que tome sus decisiones de la manera más racional e informada
posible.
Twitter:@ignacioamador
05/12/2011
© Ignacio
Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México
e Iberoamérica.
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