En el momento que se escribe esta columna somos
6,999,921,805 seres humanos en el planeta. Según estadísticas del Fondo Mundial
de Población (UNPFA) al segundo nacen aproximadamente 5 personas, mueren 2, de
manera que el crecimiento neto de la población mundial es de 3.
El 31 de Octubre llegamos a los 7 mil millones. Si
bien es cierto, cerramos los dígitos en cero, ello no es lo que debe
conmocionar a la humanidad, no de esta forma simplista, no de una manera
negativa, sino que debe motivarnos a enfocar este acontecimiento poblacional
como una oportunidad, ya no para conocer el diagnóstico, sino para tratar de
entender los retos, las ventajas y las transformaciones a las que nos
comprometeremos para convivir en paz y armonía.
Para aquellos que se han cansado de luchar, y que
muchas veces suelen ser parte del cáncer de nuestra especie, que les sirva esta
cifra para introducirse a una nueva forma de pensar. Es una verdad histórica
que la suma de cambios individuales determina la conducta de la sociedad,
estamos por tanto sobre ella y sus instituciones, formando parte de un cuerpo
magnánimo llamado especie humana: Somos sus arterias, tendones, piel y cuerpo,
todos nosotros, desde los líderes progresistas, hasta los dictadores y tiranos,
los grises, los opacos, hasta los proactivos, los propositivos, los que
critican y los que proponen, los que crean y quienes destruyen.
Podemos enfocar mejor la conmemoración si nos damos la
oportunidad de descubrirnos, somos 7 mil millones de habitantes, y hoy en día contamos con avances tecnológicos en
materia de comunicación, que pueden ser utilizados como una ventana a
realidades completamente ajenas a la nuestra.
Nos marcan nuestras diferencias. Por ejemplo es poco conocido
que en China los valores sociales son distintos, que es preferible no
entrometerse en las actividades del vecino, aunque esta intromisión sea para
brindar alguna especie de ayuda; que la población de Kazajstán tiene sus raíces
en antiguas tribus nómadas de origen turco y mongol; que en algunas tribus de
África una mujer robusta es más atractiva que una de complexión delgada; que
América Latina con sus casi 600 millones de habitantes sólo representa el 8.5%
de la población mundial; o que un país como Chile tan sólo concentra el 0.24%
de los habitantes del planeta.
Lo importante de conocer nuestras diferencias, es que
nos permite ser más plurales y tolerantes, que son la base para una buena
comunicación y por tanto para relaciones interpersonales en armonía. Somos uno
en siete mil millones, y en este cuerpo de personas hay una potencialidad que
no ha sido explotada de manera correcta.
En este sentido el mensaje de la campaña del UNFPA “Somos
7 mil millones: cuentas conmigo, cuento contigo” no es para nada desatinado,
cuestiones negativas suceden en el planeta y este es un momento propicio para darles
respuesta. El caos no es generalizado, es cierto, pero al ser más mujeres y
hombres aumentarán los conflictos, requeriremos más recursos y servicios, habrán
más intereses y ganancias.
La crisis política del mundo árabe, las protestas
contra el modelo neoliberal, la desconfianza en los gobiernos, la
contaminación, el daño a la capa de ozono, son manifestaciones de lo anterior.
Podemos hablar incluso del descongelamiento progresivo de los polos, aún más
peligroso el entibiamiento de las relaciones entre las nuevas potencias y las
contemporáneas: Una Rusia dormida, que comienza a moverse inquieta, una China
pasiva que no teme faltarle al respeto al coloso del norte, una Europa vieja y
agotada, pero con suficiente arsenal nuclear para hacerle frente a quien sea. Una
África aún hambrienta de justicia y democracia, una América Latina titubeante
en su integración, liderada por los descendientes de los portugueses; un nuevo
coloso que comienza a ejercer su peso interno a nivel internacional. El
escenario presente se constituye tranquilo para el país más militarizado de la
historia, EE.UU., quien no deja de preguntarse ¿Cómo obtener ganancias en la
paz, cuando han basado su éxito económico en las guerras?
Cada región, país y nación tendrá sus propios retos y
fines. Lo importante será hacer que los mismos sean compatibles, que la
transformación de la industria de los desarrollados pueda hacerse con mano de
obra de quienes vivimos en países en desarrollo, que nuestras naciones puedan
alcanzar, con el apoyo financiero de los industrializados, la condición del
progreso sin afectar enormemente el equilibrio ambiental y que los más
desfavorecidos logren una dignificación y mejora en su nivel de vida con ayuda
de todos nosotros, porque los derechos que brinda la cualidad humana no deben reconocer
distinción alguna entre los miembros de nuestra especie.
Al momento en que hemos terminado esta colaboración
somos 6,999,930,565 habitantes en el planeta.
Twitter: @ignacioamador
30/10/2011
© Ignacio
Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en México
e Iberoamérica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario