lunes, 5 de octubre de 2009

Vivir así…

Como nos ha costado a los mexicanos acostumbrarnos a las noticias (casi siempre malas) referentes a la in-seguridad que se vive en el país. Escuchamos cotidianamente sobre secuestros, balaceras, detención de criminales (ex policías), extorsiones telefónicas desde las cárceles o fuera de ellas, impunidad, etc., etc. Sin duda es difícil vivir así, sobre todo cuando recordamos que hace algunos años esta clase de noticias eran los estelares, las primeras páginas de los periódicos, pero hoy son el pan de cada día.
Aquello es triste y desafortunado, puesto que refleja que algunos de los elementos que componen al Estado (población, empresa y gobierno) no están haciendo bien su trabajo o han dejado de funcionar bajo las estrictas normas de la ley y la moral cívica.
Cuando escuchamos, leemos, comentamos, o nos enteramos de voz a voz de algún caso de delictivo local, pareciera que es para nosotros algo normal. Lo dijo hace algunos años el italiano Giovanni Sartori en su libro Homo videns, cuando mencionó, con más o menos palabras, que existe una tendencia por parte del espectador a interesarse en mayor medida por las noticias locales o regionales, ya que se siente ajeno a lo internacional o a los eventos que acontecen en las lejanas regiones del mundo.
En colaboraciones anteriores hemos intentado falsar aquel argumento, mediante el acercamiento del lector con temáticas internacionales, algunas acontecidas en países muy lejanos, otras donde nuestro país es uno de los principales actores, pero en esta ocasión vale la pena enfocarnos a lo nacional, ya que el complejo problema de la “seguridad”, está ayudando a los GIGANTES de la crisis económica y la influenza, a llevar al país a un hoyo cada vez más profundo, de donde será difícil salir incluso a largo plazo.
¿Por qué la seguridad se convirtió en uno de los temas más importantes de la agenda nacional? Quizás fue porque el ejecutivo se dio cuenta del gran poder de las mafias o porque necesitaba afianzarse en el poder “defendiendo a los mexicanos” o por seguir la tendencia que se vivía en EE.UU., aquello no se sabe con exactitud.
Hasta hace algunos días no me cansaba de externar mi apoyo a la lucha contra la delincuencia organizada, pensaba que verdaderamente el Estado mexicano tenía la capacidad y una buena estrategia para ganar “la estabilidad del país”, una variable por demás indispensable para lograr el bendito crecimiento económico (elemento que puede llevarnos al desarrollo si se alcanza y si encuentra una buena distribución).
Desafortunadamente me di cuenta de que no es tan sencillo vencer al monstruo de la delincuencia, pues no es lo mismo opinar acerca de un tema cuando este nos afecta indirectamente, que hacerlo después de vivir una mala experiencia, de sentir en carne propia esa incertidumbre paralizadora, esa impotencia por no poder hacer nada contra el delito.
Muchos mexicanos hemos sido victimas del crimen, algunos creyentes en el papel del Estado denuncian, otros que desconfían de la efectividad del mismo prefieren callar y hacer uso de sus “métodos” para resolver sus problemas, unos pocos reflexionan y proponen, porque al igual que en las crisis, la inseguridad nos lleva a las mismas tres etapas de miedo, prevención y propuesta.
Como un afán personal, después de reflexionar sobre la manera en la que la delincuencia afecta al país, decidí hacer una mesa de debate sobre el tema con algunos colaboradores, pregunte: ¿Cuál es el gran problema de la inseguridad y si existe alguna solución? En una respuesta más vivencial que científica llegamos al consenso de que la inseguridad no sólo afecta a la economía (que es la variable que más influye hoy en día en nuestra vida diaria) en materia de estabilidad, si no que genera un “retardo” que se deriva de las medidas de prevención, producto del miedo y la inseguridad. Aquel retardo se ve reflejado en nuestros bolsillos, vía el tiempo que destinamos para idear una estrategia de prevención, y en nuestra productividad laboral, vía la incertidumbre y el temor por vivir una experiencia de este tipo.
Lo cierto es que las mafias y la delincuencia han estado y seguirán presentes en nuestro país, el grave problema no es su existencia, si no que concentren tantos recursos y poderío, en pocas palabras que le quiten al Estado el monopolio de la fuerza, la cual es usada (idealmente) para brindar estabilidad y certidumbre a los mexicanos.
Hasta hoy no se sabe a ciencia cierta cuanto poder ha restado el gobierno mexicano a las mafias, lo que hemos notamos es una fuerte respuesta del crimen organizado a las acciones gubernamentales y constatamos que funciona con recursos inmensos: nos ha salido cara esta lucha, sin duda era necesaria aunque no estamos seguros de que la estrategia sea la correcta, muchos mexicanos aun nos preguntamos ¿Cuándo llegará el día en el que el gobierno ponga las cartas sobre la mesa y recupere el control de esta situación?
Reflexión 1.
Y si aislamos a los criminales y las empresas les dejaran de vender grandes camionetas y autos de lujo, chip de celulares de forma indiscriminada, relojes ostentosos, cotizadas prendas de vestir… y si el gobierno les cobrara impuestos para el Estado, identificará sus grandes mansiones, sus negocios lícitos… y si los bancos colaboraran con el Estado para cerrarle las puertas a los capitales mal ganados y dejara de existir el secreto bancario…y si los ciudadanos confiáramos en las autoridades y denunciáramos todos los crímenes… y si en verdad todos deseáramos esta utopía.
Reflexión 2.
El número de extorsiones telefónicas ha aumentado en nuestro Estado, debería haber una campaña de prevención para que la ciudadanía tenga conocimiento de qué hacer en caso de ser victima de aquella actividad.
Alguien comentó: ¿Por qué si quiero que mi número telefónico sea privado (que no aparezca en el directorio) me cobran una mensualidad, no debería ser al revés? Parece ser que en la “prevención” si gana alguien, le pagamos todos los que queremos un “servicio adicional”.

Internacionalista, idealista y libre promotor del cambio.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 1 de Octubre, 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario