lunes, 5 de octubre de 2009

UNA ANÉCDOTA HOY: UN HECHO QUE CAMBIO LA HISTORIA DE UN PAÍS

Este mes que comienza ha sido uno de los más importantes y dinámicos en materia de acontecimientos que han sido el punto de inflexión para el rumbo que han tomado tanto las políticas mundiales como para las políticas de algunos países.
Un ejemplo de un hecho nacional que ha repercutido en las políticas hemisféricas ocurrió aquí, en América Latina. Hasta antes del 11 de septiembre de 1973 (vaya fecha), no se había pensado que un país con gobierno de corte socialista, sería el primero en recibir un Modelo experimental de la mano de Milton Friedman, el cual venía a promover un cambio, una transformación del Modelo de Estado de Bienestar keynesiano, o el de sustitución de importaciones, por uno que más tarde se denominó “NEOLIBERALISMO”.
Muchos ya sabrán de que país se trata, sobretodo aquellos que fueron obligados a dejar su nación debido a sus ideas políticas, o a las sospechas del gobierno golpista en referencia a sus nexos con el comunismo. Exactamente estoy hablando de la República de Chile.
Hace casi 36 años, aquel país vivió un golpe de Estado, uno de verdad, donde la milicia no escatimó en recursos para bombardear “el palacio de la moneda” la sede del gobierno electo que estaba por cumplir tres años en el poder y que encabezaba el socialista Salvador Allende.
Allende se postuló en tres ocasiones a la máxima elección de Chile (1952, 1958, 1964) antes de alcanzar la presidencia de aquel país en 1970. Ganó incluso con un porcentaje menor al que había tenido en las elecciones anteriores, por lo tanto no tuvo la mayoría absoluta de los votos, pero fue acreditado por el Congreso Chileno.
Fuera de Chile la reacción más notoria fue la de Estados Unidos donde el presidente Richard Nixon, previendo el programa de nacionalizaciones de Allende, reunió a su gabinete de seguridad; nada menos que al director de la CIA Richard Helms y el director del Consejo de Seguridad Nacional (NSC) Henry Kissinger para establecer la estrategia de hostigamiento al gobierno chileno (de Allende) mediante la influencia de su gobierno en los flujos de capital privado y en los prestamos internacionales.
Durante su primer año de gobierno Allende dio los primeros pasos de lo que sería su proyecto para el desarrollo. De esta forma nacionalizó los bancos, algunos servicios públicos y las industrias básicas, dentro de las que sobresalen las norteamericanas.
Empresas como la Anaconda Mining Copper Company y la Kennecott Copper Co. (explotadoras del cobre) y ITT (International Telephone and Telegraph) (Ahora ATT*) fueron nacionalizadas.
La estrategia para sabotear al nuevo gobierno por parte de EE.UU. fue el llamado “bloqueo invisible” que consistió en negar créditos a Chile mediante las instituciones financieras mundiales (FMI, BM y BID) donde el país de Norteamérica tenía el mayor número de votos para decidir el destino de los prestamos. Otra medida fue la liberalización de las reservas del cobre, por parte del presidente Nixon, lo cual provocó un desplome en el precio del mismo.
Entre 1972 y 1973 la escasez en Chile se hizo notar, grandes facciones de la población reclamaron al gobierno atribuyéndole la crisis económica (altas tasas de inflación, caída de la inversión extranjera aumento del desempleo) a la ineficiencia gubernamental. El gobierno de Allende perdió el control de la economía arguyendo que la crisis era resultado de la transición hacia el socialismo.
La situación caótica hizo notar una verdad a voces: varios sectores de la población querían la destitución del gobierno de Allende. En junio de 1973 un intento de golpe de Estado fue detenido por el jefe del estado mayor, el general Prats, los golpistas revelaron otra verdad; el ejército estaba divido, había que reconocer a quienes estaban con los golpistas para realinearlos a la institución legal o quitarlos del camino.
Allende atado de manos por el Congreso no purgó al ejército. El golpe de Estado se gestó justo frente a sus ojos. Los militares, que eran independientes del ejecutivo purgaron a los izquierdistas de sus filas, incluso el mismo Prats dimitió por órdenes de “oficiales mayores”. Augusto Pinochet ocupó su puesto.
El 11 de septiembre de 1973, a una semana de la celebración del aniversario de la llegada de Allende a la presidencia, las fuerzas armadas comenzaron sus operaciones para efectuar el golpe militar.
El presidente, con el objetivo de dar conciencia al pueblo chileno de los hechos, se comunicó mediante una de las pocas estaciones de radio pública que quedaban en pie diciendo: “Estoy dispuesto a resistir por todos los medios, incluso al precio de mi propia vida, de modo que esto servirá como una lección en la historia ignominiosa de aquellos que tienen la fuerza, mas no la razón”.
El golpe se efectuó con éxito, no hubo resistencia alguna más que la del propio presidente y un puñado de colaboradores. En pocas horas Chile dio un giro de 180 grados, el futuro sería el único testigo de los cambios consecuencia del nuevo régimen. Queda por de más mencionar las persecuciones, las desapariciones, la tortura; todos los horrores que desencadenan las guerras por las ideologías. Chile ya no sería el mismo.
Para Gonzalo Vial Correa, un reconocido historiador chileno, el 11 de septiembre fue la consecuencia de la crisis del sistema político chileno, una crisis que se venía gestando desde finales del siglo XIX. El papel de los militares es muy importante ya que ellos condicionan la fase de la transición de la democracia en Chile.
Desde el exterior, el golpe se percibió de dos maneras. Hubo quien aplaudió la caída de Allende, quien lastimaba los intereses de las trasnacionales norteamericanas. Esta por demás mencionar la posición de las dictaduras latinoamericanas hacia el golpe de Estado como la argentina o la brasileña, las cuales eran típicos baluartes del intervencionismo político y económico estadunidense en América Latina en contra del comunismo. Otros países como México desconocieron el régimen militar y brindaron asilo político a los chilenos sospechosos de ser comunistas o de izquierda.
El golpe militar fue el acontecimiento que delineó los cambios en la vida política, económica y social del Chile contemporáneo. En lo político se puede resaltar el abandono total de las prácticas democráticas y la intolerancia partidaria. En lo económico la instauración de un modelo de libre mercado, donde la participación del sector privado sería preponderante y los capitales internacionales se concebirían como el motor para el crecimiento económico. En lo social se observa la perdida de las libertades civiles por parte de la sociedad en general. El pueblo chileno, que vivió por diecisiete años esta dictadura, asume las consecuencias de los vertiginosos acontecimientos, son ellos quienes guardan la memoria histórica de su país y por ello los únicos capaces para evaluar moralmente los hechos.
Internacionalista, idealista y libre promotor del cambio.
Comentarios y contacto:
ipa_newton@hotmail.com

© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 1 de Septiembre, 2009

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