Hace algunos días el que ahora escribe tuvo un debate inesperado, de esos súbitos que son consecuencia de un encuentro con un viejo conocido, en donde no se puede hablar a fondo y reinan las opiniones de café a falta de tiempo. Se habló acerca de un tema por demás importante de la arena internacional: el Modelo económico neoliberal.
Durante la discusión, gracias a la contraparte debatiente salió a la luz una afirmación, que en estos momentos, en esta época específica vale la pena falsar: “el Modelo neoliberal ha caducado, ya no existe más en las políticas económicas de los países, ese es un tema del pasado”. Sin tiempo a la replica, hice un gesto –como en señal de aprobación dudosa- dejando en claro que no compartía la misma opinión, pero que el tiempo se había agotado para desmentir aquella afirmación, era hora de partir.
Siempre he sostenido que el conocimiento debe ser libre, que todo aquel que busque tener algún aprendizaje real debe investigar, documentarse y exponer su idea ante los que han abundado en el tema. De ahí que surgiera el siguiente cuestionamiento: ¿El Modelo Neoliberal ha dejado de tener vigencia en las políticas económicas internacionales? Para resolver esta pregunta es necesario examinar la teoría y la forma en que ésta se ha llevado a la práctica.
Primero que nada vale pena resaltar qué entendemos por neoliberalismo y quiénes son sus principales teóricos. Con el fin no hacer totalmente académica esta colaboración se puede decir que el neoliberalismo es una corriente de la economía que se gestó en el siglo pasado y cuyos principales exponentes son los austriacos Von Mises, F.A. Hayek y el estadunidense Milton Friedman. Para los que no están familiarizados con la ciencia económica podemos decir que estos autores, dos de los cuales fueron ganadores del premio nobel, fueron los diseñadores del Modelo Económico que imperó en el mundo desde mediados de los ochenta hasta nuestros días. Podemos decir que le debemos a sus postulados diversas políticas económicas como: la desestatización del sector público (de empresas paraestatales), la liberalización del comercio y la reducción de aranceles, la disminución de políticas sociales, la implementación de impuestos al consumo (a la ciudadanía) en vez de a la producción, la disminución del aparato estatal, la implementación de una autoridad monetaria autónoma (el Banco central) que estabiliza a la economía y controla las reservas de un país, entre otras más.
Pocos saben que el primer Modelo Neoliberal que se implementó en América Latina fue en Chile en 1975, como consecuencia del golpe de Estado en aquel país y de la imposición de una Junta militar que gobernaría diecisiete años.
El neoliberalismo se exportó al mundo en la década de los ochenta gracias al mandatario estadunidense Ronald Reagan y a la británica Margaret Thatcher. En América Latina llegó bajo el nombre de “el consenso de Washington”, a México lo trajeron los tecnócratas y lo aplicaron los presidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
Tanto en México como en el mundo este modelo ha sido severamente criticado, los distintos grupos de izquierda lo culpan de la pésima distribución de los ingresos, del masivo asenso de los grupos empresariales, de la generación de carteles internacionales que manipulan el mercado a su beneficio, de la masa de pobres que se reúnen en las periferias de las grandes ciudades, de la sobreexplotación del medio ambiente, etc., etc.
Lo que no se toma en cuenta es que como modelo teórico, el neoliberalismo no contempló los males anteriores, sin embargo se le atribuyen todos ellos, pese a que algunos son consecuencias de otros factores como los demográficos, los culturales y el más importante: el factor político.
Este último tiene un alto porcentaje de culpa, ya que los políticos son los ejecutores de la teoría, en pocas palabras son quienes hacen práctica la idea, bajo la condicionante del contexto, porque eso son los modelos, son estructuras que se adaptan a las dinámicas, en este caso de los Estados, de manera que no se aplican totalmente a un caso en específico, si no que son tomados como referencia.
Volvamos al caso de México. Hoy en día no podemos decir que hemos dejado de lado el Modelo Neoliberal en nuestro país, ya que tenemos un Estado a favor del libre comercio (lo constatan los múltiples tratados y acuerdos de libre comercio y asociación que hemos firmado), no tenemos una política para re-estatizar las empresas nacionales como TELMEX o el Banco Nacional de México, pero aun así tenemos grandes paraestatales como CFE y PEMEX. Nuestra política monetaria es controlada por una institución autónoma: el Banco Central, que como decía Friedman cada cierto periodo de tiempo ajusta algunas variables como el tipo de cambio, la tasa de interés, las reservas federales, con el fin de evitar los desequilibrios económicos. Además somos un país en contra del proteccionismo como lo arguyó el presidente Calderón hace un par de días en Uruguay y a favor del libre comercio hemisférico
Empero hay cuestiones que se ajustan a los postulados, otras que definitivamente no, ¿entonces? Ocurre que el modelo tiene vigencia en algunas cuestiones y en otras no. Ese es un tema por demás complejo, lo que nos ha quedado claro es que el neoliberalismo sigue vigente, incluso en Estados Unidos, donde el gobierno se ofreció rescatar a las empresas con más de 750 mil millones de dólares, debido a que el apoyo se dirigió a la clase empresarial y no a la población. Podrán decir que el sistema económico es abierto y complejo, difícil de equilibrar desde el lado del consumo, lo que es cierto aquí es que no se ha seguido la advertencia del pionero de toda la ciencia económica liberal: Adam Smith, quien señalaba que el egoísmo (el motor y el aceite del aparato económico), la acumulación, la formación de carteles empresariales (antónimo de la competencia) y la ambición desmesurada serían los peores enemigos del sistema, derogarían el orden natural, beneficiando a unos cuantos y generando grandes distorsiones en el mercado (crisis), el garante del crecimiento nacional.
El papel del Estado era y sigue siendo brindar seguridad y certeza para que esta advertencia no se cumpla. Desafortunadamente muchas veces el ESTADO y la EMPRESA son entes dirigidos por un MISMO grupo de individuos o por individuos afines, así recordando aquella “mano invisible” de Smith donde la naturaleza egoísta del hombre conlleva a un orden natural podemos cuestionarnos: ¿cómo regular las fusiones, los carteles, los monopolios, cuando esa generación de riqueza nos favorece y ante el panorama de que la ambición del hombre es infinita? Ahora tenemos una idea de donde puede haber otra falla en la aplicación del modelo, ese es el cuestionamiento que debe seguirse si en verdad queremos vislumbrar el fin del neoliberalismo.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 18 de Agosto, 2009.
lunes, 24 de agosto de 2009
¿El fin del Neoliberalismo?
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