Hace aproximadamente un año desde que Honduras atrajo los reflectores internacionales a su suelo, esto como consecuencia del golpe de Estado del que fue víctima el ex presidente Manuel Zelaya.
Hoy a doce meses de aquel hecho que dividió a toda América es imprescindible preguntarnos, ¿cómo están las cosas ahora en Honduras?, ¿logró el presidente Porfirio Lobo resolver el problema de la inestabilidad política, convencer a las elites y al pueblo sobre la legalidad de su mandato o simplemente empeoró las cosas en aquel país de Centroamérica?
Recordemos la razón por la cual fue depuesto Zelaya. Para el 28 de Mayo del 2009 el Tribunal Electoral de Honduras convocó a elecciones a los ciudadanos para votar a finales de noviembre por varios cargos públicos, dentro de los que se encontraban la presidencia. Manuel Zelaya hizo pública su idea de convocar a un “referendo nacional” para “reformar” la constitución y hacer posible la figura de la reelección presidencial.
Los miembros del Congreso hondureño, uno de los poderes donde se deposita las voluntades del pueblo, decidieron expulsar al presidente Zelaya, ante su intensión de mantenerse en el poder, nombrando a Roberto Micheletti como interino. De ahí en adelante viene la historia que conocemos: con acusaciones, intentos fallidos por volver al poder, protestas pro gobierno y en contra de éste, todo un aparato mediático que en pocas palabras nos decía que algo no andaba bien.
Justamente en junio del año pasado, muchos nos preguntamos por qué sonó tanto la cuestión de la crisis política en Honduras, y es que es difícil entender como un país tan pequeño, con una población de cerca de 8 millones de habitantes, un PIB per capita de 4.200 dólares, haya puesto a la atención del mundo en su suelo. Es complicado dimensionarlo, pero la crisis política de Honduras logró consensos en varios foros internacionales. También en su momento logró opiniones similares entre los representantes de naciones rivales como Colombia y Venezuela, o este último y EE.UU.
Esto tiene gran lógica. El golpe de Estado nos recuerda a los latinoamericanos los periodos de inestabilidad política que vivimos en el siglo pasado, hace alusión a la violación de garantías y libertades que sufrieron casi todos los pueblos de nuestra región.
Es un hecho que la defensa de valores comunes como la democracia, la libertad de prensa y los derechos humanos, siempre encontraran consenso, son elementos universales que compartimos todos sin distinción de nacionalidades o creencias.
Donde no se encontró consenso es en el medio para ponerle fin a la crisis política. Hoy en día, a seis meses del gobierno del presidente Porfirio Lobo todavía no se siente en Honduras la reconciliación nacional, pues existen aún grupos de poder que apoyan a Manuel Zelaya, quien está exiliado en República Dominicana, en espera de que se deroguen todos los cargos en su contra (traición a la patria, malversación de fondos, etc.). Por si fuera poco, los espacios vacios dejados por la debilidad institucional han sido aprovechados por el crimen organizado, por lo que Honduras recurrido a Colombia en busca de asesoría.
A nivel internacional observamos mayores avances. Hoy en día Honduras ha normalizado relaciones con 86 de los 103 países con los que tenía vínculos diplomáticos y consulares, hace un par de días nombró embajadores para España, Francia y Canadá. El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), lo ha autorizado para participar en las reuniones del organismo regional, manifestando su reconocimiento al gobierno de Honduras.
Se especula que a finales de Julio el país centroamericano podría volver al organismo hemisférico más importante: la OEA, con esto tendría la aceptación de algunos Estados como Nicaragua que prefieren seguir a la colectividad antes de actuar unilateralmente. Los países del Unión Sudamericana de Naciones, en especial Brasil han condicionado el re-ingreso de Honduras a la OEA, bajo el argumento de que el depuesto Zelaya vuelva sin ningún cargo judicial y se le respeten sus garantías ciudadanas.
Los hechos han pasado, no se puede dar vuelta a esta página de la historia de Honduras, lo mejor que puede pasarle al pueblo hondureño es que el presidente Lobo alcance mayor nivel de aceptación, que los grupos pro y vs Zelaya se den cuenta que su enemistad sólo perjudica al país, que el mismo ex presidente reconozca al nuevo gobierno y se haga a un lado. Pareciera que Zelaya es el único que no quiere la estabilidad, ya pasó mucho tiempo para seguir con su ambición personal, como dijo Jacques Rousseau “La soberanía reside en el pueblo” y parece que la voluntad de los hondureños se ha manifestado.
Hoy a doce meses de aquel hecho que dividió a toda América es imprescindible preguntarnos, ¿cómo están las cosas ahora en Honduras?, ¿logró el presidente Porfirio Lobo resolver el problema de la inestabilidad política, convencer a las elites y al pueblo sobre la legalidad de su mandato o simplemente empeoró las cosas en aquel país de Centroamérica?
Recordemos la razón por la cual fue depuesto Zelaya. Para el 28 de Mayo del 2009 el Tribunal Electoral de Honduras convocó a elecciones a los ciudadanos para votar a finales de noviembre por varios cargos públicos, dentro de los que se encontraban la presidencia. Manuel Zelaya hizo pública su idea de convocar a un “referendo nacional” para “reformar” la constitución y hacer posible la figura de la reelección presidencial.
Los miembros del Congreso hondureño, uno de los poderes donde se deposita las voluntades del pueblo, decidieron expulsar al presidente Zelaya, ante su intensión de mantenerse en el poder, nombrando a Roberto Micheletti como interino. De ahí en adelante viene la historia que conocemos: con acusaciones, intentos fallidos por volver al poder, protestas pro gobierno y en contra de éste, todo un aparato mediático que en pocas palabras nos decía que algo no andaba bien.
Justamente en junio del año pasado, muchos nos preguntamos por qué sonó tanto la cuestión de la crisis política en Honduras, y es que es difícil entender como un país tan pequeño, con una población de cerca de 8 millones de habitantes, un PIB per capita de 4.200 dólares, haya puesto a la atención del mundo en su suelo. Es complicado dimensionarlo, pero la crisis política de Honduras logró consensos en varios foros internacionales. También en su momento logró opiniones similares entre los representantes de naciones rivales como Colombia y Venezuela, o este último y EE.UU.
Esto tiene gran lógica. El golpe de Estado nos recuerda a los latinoamericanos los periodos de inestabilidad política que vivimos en el siglo pasado, hace alusión a la violación de garantías y libertades que sufrieron casi todos los pueblos de nuestra región.
Es un hecho que la defensa de valores comunes como la democracia, la libertad de prensa y los derechos humanos, siempre encontraran consenso, son elementos universales que compartimos todos sin distinción de nacionalidades o creencias.
Donde no se encontró consenso es en el medio para ponerle fin a la crisis política. Hoy en día, a seis meses del gobierno del presidente Porfirio Lobo todavía no se siente en Honduras la reconciliación nacional, pues existen aún grupos de poder que apoyan a Manuel Zelaya, quien está exiliado en República Dominicana, en espera de que se deroguen todos los cargos en su contra (traición a la patria, malversación de fondos, etc.). Por si fuera poco, los espacios vacios dejados por la debilidad institucional han sido aprovechados por el crimen organizado, por lo que Honduras recurrido a Colombia en busca de asesoría.
A nivel internacional observamos mayores avances. Hoy en día Honduras ha normalizado relaciones con 86 de los 103 países con los que tenía vínculos diplomáticos y consulares, hace un par de días nombró embajadores para España, Francia y Canadá. El Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), lo ha autorizado para participar en las reuniones del organismo regional, manifestando su reconocimiento al gobierno de Honduras.
Se especula que a finales de Julio el país centroamericano podría volver al organismo hemisférico más importante: la OEA, con esto tendría la aceptación de algunos Estados como Nicaragua que prefieren seguir a la colectividad antes de actuar unilateralmente. Los países del Unión Sudamericana de Naciones, en especial Brasil han condicionado el re-ingreso de Honduras a la OEA, bajo el argumento de que el depuesto Zelaya vuelva sin ningún cargo judicial y se le respeten sus garantías ciudadanas.
Los hechos han pasado, no se puede dar vuelta a esta página de la historia de Honduras, lo mejor que puede pasarle al pueblo hondureño es que el presidente Lobo alcance mayor nivel de aceptación, que los grupos pro y vs Zelaya se den cuenta que su enemistad sólo perjudica al país, que el mismo ex presidente reconozca al nuevo gobierno y se haga a un lado. Pareciera que Zelaya es el único que no quiere la estabilidad, ya pasó mucho tiempo para seguir con su ambición personal, como dijo Jacques Rousseau “La soberanía reside en el pueblo” y parece que la voluntad de los hondureños se ha manifestado.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos:
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 30 de junio de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 3 de julio 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 3 de julio de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 3 de julio de 2010
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 3 de julio 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 3 de julio de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 3 de julio de 2010
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