Volvemos a la cita de Stuart Mill: todo aquello que es habitual parece natural, pero a veces lo que es aceptable como una costumbre universal, no es lo correcto. Nos hemos acostumbrado a creer que el perfil del político común se caracteriza por ser: corrupto, tramposo, hábil, mañoso, falso, movido, ligero en la negociación, etc. Creemos que sólo ven a la política para impulsar sus objetivos personales y materiales. Que la política es una farándula donde sólo los populares tienen derecho a sobrevivir, donde ganará aquel que le invierta más al cuidado de su imagen, aquel que llegue a la gente a través de mensajes publicitarios; el que dé más estampitas, playeras, gorras, pulseritas, etc.
No debemos quedarnos en este análisis simple, no es correcto estancarnos en la idea de que la política debe ser un juego sucio; un ejercicio lleno de actos sin moral, de fraudes y gandulerías.
Para poder analizar y hacer propuestas productivas debemos salirnos del entorno, como decía Edgar Morin, es necesario ser observadores de 2º grado para visualizar un panorama más amplio que nos permita argumentar con hechos y comparaciones qué tan bien o mal estamos.
Parece que es normal conformarnos con decir: ¡es que así somos los mexicanos!, pero en realidad no somos así, ¿o sí? De ser correcta esta afirmación no tiene cabida ningún reclamo ante el gobierno, ante la corrupción y la impunidad. De ser así es basta con que el sistema sobreviva corrupto, pero feliz.
Muchos políticos se ganan a la gente (votantes) atendiendo sus necesidades primarias, poniendo al desarrollo económico en segundo término, debido a los altos costos que involucran; hacer mejores hospitales, construir caminos, brindar servicios básicos de calidad (agua, alcantarillado, electricidad), mejorar la educación, en pocas palabras hacer la vida más digna para los que menos tienen y más fluida y prospera para los acomodados.
Eso pasa a segundo término cuando se recibe la bomba de agua, el impermeabilizante, la concesión, los permisos, la chambita para el hijo, sobrino o primo, etc. Todo esto, porque muchos mexicanos creen que es la mejor forma de sacarle provecho a la política sin participar en ella, o que, “¿pues cuánto vale mi voto?”
Erróneamente, pensamos en que es la única manera en la que podremos ganar algo en la apuesta electoral, pues hemos dejado de creer que verdaderamente nuestros gobernantes impulsaran un cambio que derive en mejoras materiales para los ciudadanos, con leyes y normas que se cumplan, pero sobre todo con un sistema de rendición de cuentas que derogue-.borre-saque del camino a aquellos gobernantes que no sean efectivos.
Muchas veces la política se vuelve un espectáculo, donde los “polacos” no son más que actores que reflejan un ser utópico que no es real. Es una batalla de popularidad más que una contienda electoral; hasta los niños saben los nombres de los candidatos, los ven como héroes o villanos, pues viven dentro del circulo mediático que inunda sus ciudades con eslogan y promocionales por todas partes.
Cabe en este espacio aquella cita del presidente chileno Jorge Alessandri, quien decía: “Lucharé porque se restablezca el viejo concepto que hizo grande a nuestro país; a la vida pública se va a servir y no a buscar honores ni mucho menos beneficios.”
“La patria es primero”, reza la frase de Vicente Guerrero en la tribuna del salón de sesiones del Senado de la República, donde se discuten controversias afines a las próximas elecciones, donde se vislumbra lo dividido que estamos, insistimos, es el ejemplo perfecto de la búsqueda del poder sobre cualquier medio.
Lo que ignoramos es que el gobierno debe ser el principal impulsor del desarrollo, son ellos quienes deben invitar a la inversión, asesorar a los empresarios, educar, llevar los servicios básicos, en términos prácticos mejorar la calidad de vida.
Aquello no es imposible, ejemplos en el mundo hay muchos, está China que comenzó a despegar después de la Segunda Guerra Mundial con Mao, Corea del Sur que hasta hace 3 décadas era un país que tenía peores estadísticas económicas en comparación con México, Chile, una de las economías más libres del mundo; el éxito económico de la década pasada, Brasil, quien nos ha desplazado como los líderes de AL, que negocia un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, que albergará el próximo mundial en 2014 y las Olimpiadas en 2016, Irlanda que fue puntero en cuestión de crecimiento económico en la UE. Para aprender de la experiencia del mundo hay ejemplos suficientes.
No hemos aprendido que la verdadera competencia está allá afuera, más allá de nuestras fronteras, que es necesario unirnos al interior del país y superar las disputas por el poder. Vayamos en el mismo barco que engalane una bandera de democracia, libertad, igualdad y justicia, con un rumbo fijo: el desarrollo de México.
No debemos quedarnos en este análisis simple, no es correcto estancarnos en la idea de que la política debe ser un juego sucio; un ejercicio lleno de actos sin moral, de fraudes y gandulerías.
Para poder analizar y hacer propuestas productivas debemos salirnos del entorno, como decía Edgar Morin, es necesario ser observadores de 2º grado para visualizar un panorama más amplio que nos permita argumentar con hechos y comparaciones qué tan bien o mal estamos.
Parece que es normal conformarnos con decir: ¡es que así somos los mexicanos!, pero en realidad no somos así, ¿o sí? De ser correcta esta afirmación no tiene cabida ningún reclamo ante el gobierno, ante la corrupción y la impunidad. De ser así es basta con que el sistema sobreviva corrupto, pero feliz.
Muchos políticos se ganan a la gente (votantes) atendiendo sus necesidades primarias, poniendo al desarrollo económico en segundo término, debido a los altos costos que involucran; hacer mejores hospitales, construir caminos, brindar servicios básicos de calidad (agua, alcantarillado, electricidad), mejorar la educación, en pocas palabras hacer la vida más digna para los que menos tienen y más fluida y prospera para los acomodados.
Eso pasa a segundo término cuando se recibe la bomba de agua, el impermeabilizante, la concesión, los permisos, la chambita para el hijo, sobrino o primo, etc. Todo esto, porque muchos mexicanos creen que es la mejor forma de sacarle provecho a la política sin participar en ella, o que, “¿pues cuánto vale mi voto?”
Erróneamente, pensamos en que es la única manera en la que podremos ganar algo en la apuesta electoral, pues hemos dejado de creer que verdaderamente nuestros gobernantes impulsaran un cambio que derive en mejoras materiales para los ciudadanos, con leyes y normas que se cumplan, pero sobre todo con un sistema de rendición de cuentas que derogue-.borre-saque del camino a aquellos gobernantes que no sean efectivos.
Muchas veces la política se vuelve un espectáculo, donde los “polacos” no son más que actores que reflejan un ser utópico que no es real. Es una batalla de popularidad más que una contienda electoral; hasta los niños saben los nombres de los candidatos, los ven como héroes o villanos, pues viven dentro del circulo mediático que inunda sus ciudades con eslogan y promocionales por todas partes.
Cabe en este espacio aquella cita del presidente chileno Jorge Alessandri, quien decía: “Lucharé porque se restablezca el viejo concepto que hizo grande a nuestro país; a la vida pública se va a servir y no a buscar honores ni mucho menos beneficios.”
“La patria es primero”, reza la frase de Vicente Guerrero en la tribuna del salón de sesiones del Senado de la República, donde se discuten controversias afines a las próximas elecciones, donde se vislumbra lo dividido que estamos, insistimos, es el ejemplo perfecto de la búsqueda del poder sobre cualquier medio.
Lo que ignoramos es que el gobierno debe ser el principal impulsor del desarrollo, son ellos quienes deben invitar a la inversión, asesorar a los empresarios, educar, llevar los servicios básicos, en términos prácticos mejorar la calidad de vida.
Aquello no es imposible, ejemplos en el mundo hay muchos, está China que comenzó a despegar después de la Segunda Guerra Mundial con Mao, Corea del Sur que hasta hace 3 décadas era un país que tenía peores estadísticas económicas en comparación con México, Chile, una de las economías más libres del mundo; el éxito económico de la década pasada, Brasil, quien nos ha desplazado como los líderes de AL, que negocia un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, que albergará el próximo mundial en 2014 y las Olimpiadas en 2016, Irlanda que fue puntero en cuestión de crecimiento económico en la UE. Para aprender de la experiencia del mundo hay ejemplos suficientes.
No hemos aprendido que la verdadera competencia está allá afuera, más allá de nuestras fronteras, que es necesario unirnos al interior del país y superar las disputas por el poder. Vayamos en el mismo barco que engalane una bandera de democracia, libertad, igualdad y justicia, con un rumbo fijo: el desarrollo de México.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos:
El Imparcial. Oaxaca, Oaxaca. 29 de junio de 2010.
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 30 de junio de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 29 de junio 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 29 de junio de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 29 de junio de 2010
Diarios: Primera Hora, Última Hora y Ahora. Nuevo Laredo, Tamaulipas. 29 de junio de 2010.
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 30 de junio de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 29 de junio 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 29 de junio de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 29 de junio de 2010
Diarios: Primera Hora, Última Hora y Ahora. Nuevo Laredo, Tamaulipas. 29 de junio de 2010.
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