jueves, 6 de mayo de 2010

Desde Santiago

Muchas veces las estadísticas y la realidad reflejan resultados distintos. En nuestro país mismo casi siempre no se reconocen las cosas positivas de México: lo grande de nuestro mercado interno, lo especial de los monumentos, las hermosas ciudades, la calidez de la gente, lo bello de sus paraísos naturales, en fin. Nos guiamos por lo que dice el noticiario más que por lo que ocurre realmente en nuestra región o localidad.
Alguna vez, uno de mis tutores intelectuales me recomendó acertadamente sopesar de forma objetiva los datos duros, con la opinión de la gente, con la experiencia, en pocas palabras: sentir en carne propia y vivir el país que se estudia. En este sentido decidimos que lo más conveniente para la evaluación era visitar un país del cual hemos aprendido mucho, pero sabemos poco, decidimos visitar Chile.
Caminar por las calles de Santiago es como andar en un libro de historia abierta, no sólo de la historia del país, sino de América Latina en general. Podemos ubicar La Moneda y debajo una exposición significativa sobre la cultura china, país que en 2008 se convirtió en el principal destino de las exportaciones chilenas. Un socio importante con quien ya tiene un TLC y quien invierte en múltiples sectores de la economía.
Las empresas en Chile son de gran importancia para el país, ya que actúan incluso sobre los sectores que en México y en muchos países son públicos como la educación o los transportes. De esta forma notamos las razones por las que el metro de Santiago es mucho más higiénico que el metro de la ciudad de México, porque los autobuses (buses) son más organizados, seguros y prácticos que los micros.
El estado y la empresa se han aliado para brindar servicios de calidad, si bien es cierto a precios más elevados, el costo se compensa con la eficiencia del servicio.
En la cuestión educativa las cosas son distintas. En Chile hasta las Universidades públicas tienen una cuota de pago, la cual es sumamente alta, tanto que los chilenos no sólo exploran en las becas, sino que adquieren un crédito educativo ya sea con alguna empresa o con el Estado, que les permite estudiar bajo la condición de devolver el monto utilizado.
Visitar el panteón es una ruta obligada para quien tiene como intensión conocer la realidad chilena en palabras de sus escribanos más antiguos, porque como dicen por acá: visitar a los muertos es a veces más fructífero que ver a los vivos. Ahora lo entiendo. Ir al panteón general de Santiago significa dar un vistazo a una realidad chilena ampliamente conocida en el mundo de las estadísticas: en Chile la riqueza se distribuye en pocas manos, lo poco que sobra le corresponde a la clase media y a los de abajo.
Hay una división clara en aquel sitio del descanso eterno: el lugar donde se han enterrado a los de menos recursos es una planicie llena de cruces solitarias; un espacio de donde sobresalen los nichos de los desaparecidos por el régimen pinochetista y de personajes populares de la altura de la gran Violeta Parra y del magnífico compositor Víctor Jara, ambos emblemas del Chile de los idealistas, de los seguidores del arte con contenido y sentido político.
Un muro separa al panteón: del lado de los pudientes se pueden encontrar enormes tumbas; castillos del descanso perpetuo que se alzan sobre un bosque improvisado que muestra las huellas del frío otoño que se vive en Chile; grandes monumentos con leyendas de apellidos alemanes, ingleses, españoles, donde sobresale la tumba-monumento de la familia Allende; dos altas columnas que se alzan justo en medio del patio del panteón como diciendo, no somos iguales, estamos en el mismo sitio, pero yo pienso distinto.
Los efectos del terremoto son visibles en todo Santiago; la Biblioteca Nacional, el Cerro de Santa Lucia, incluso varias criptas del panteón se vieron afectadas y no permiten la entrada de turistas. Mi guía en el viaje y un buen amigo (Camilo) me comentó que este no era el mejor momento para visitar Chile, todavía hoy, pese a lo que dicen las autoridades hay muchas zonas de riesgo.
Poco se habla del General Pinochet en Chile, “el pinocho” como le dicen algunos o simplemente el dictador. Los viejos cambian de tema cuando uno les pregunta, pese a que sus ojos se pierden en memoria de algún acto de barbarie o tortura. El mismo presidente Sebastián Piñera arguye haber luchado contra el dictador, pero en Chile la gente sabe que gracias a la dictadura obtuvo lo que tiene, no por nada es el presidente más rico de toda América Latina.
Así se siente ahora Chile, con la esperanza de volver a la normalidad después de haber vivido uno de los episodios más tristes de su historia, sabemos que con ese gran espíritu saldrán pronto adelante, para enfrentar de nueva cuenta los retos que siguen pendientes para alcanzar el desarrollo.

© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos:
Periódico El imparcial, Página 3B. Sección Opinión. Oaxaca, Oax. 4 de mayo 2010.Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión 30 de abril 2010.Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 1 de mayo de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 30 de abril de 2010.
Sucesos Monterrey. Monterrey Nuevo León. 30 de abril de 2010.

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