martes, 22 de junio de 2010

Familia, Política y negocios

Pareciera que es normal decir que existe cierto número de familias que controlan la economía y polarizan el poder político, que aquella es una condición sine quanon de los países latinoamericanos, pero eso no lo hace una condición correcta. Parafraseando a John Stuart Mill: todo aquello que es habitual parece natural, pero a veces lo que es aceptable como una costumbre universal, no lo es para las leyes de justicia y equidad del hombre.
Por ejemplo, hablemos de Chile, del país con las mejores reformas a nivel económico de la década pasada, aquel Estado con más de 16 millones de habitantes, con buenos estándares de vida, una democracia que lleva más de 20 años de consolidarse, con un episodio de dictadura y revueltas, donde todavía existen clases, elites y agentes económicos que polarizan el poder y ven a la política como una herramienta para alcanzar sus fines económicos, en vez de verla como un deber patriótico.
Si observamos el escenario político de aquel país, veremos que los dos candidatos más fuertes de la pasada elección forman parte de esta élite de familias gobernantes: Eduardo Frei que fue presidente y cuyo padre también gobernó el país, y Sebastián Piñera, actual presidente que no puede negar sus nexos con el “gobierno militar” de Pinochet, al ser su propio hermano el máximo baluarte de la Capitalización Individual del Fondo de Pensiones, José Piñera. Él es culpable de que el Estado haya derogado su responsabilidad social con los jubilados, dejándole aquella tarea a los entes privados y de que haya aumentado la edad de jubilación en casi toda América Latina.
Otro ejemplo que figura en la política chilena es Arturo Alessandri, un político que perdió la elección contra Frei en 1993, y que desciende de dos presidentes chilenos: su abuelo Arturo Alessandri Palmas (1920-1924) y su padre Jorge Alessandri (1958-1964), así como de un gran número de diputados, ministros y senadores en Chile.
Lo malo de que las familias vean a la política como un negocio es que muchas veces no buscan el bienestar del pueblo, el cual es la máxima exigencia que debe hacerse un gobierno democrático, sino que velan por el interés familiar, que siempre será más importante. Además niegan o discriminan el ascenso de nuevas personalidades que seguramente cambiarían el rumbo del país. Recordemos que uno de los principios de la democracia es la igualdad de oportunidades, de forma que todos los ciudadanos de un Estado pueden aspirar a algún cargo público sin distinción de clases o apellidos.
Pese a ser un país dominado por familias y elites políticas, Chile es un Estado con buenas estadísticas: un PIB de 245 mil millones de dólares, un PIB per capita de 15 mil dólares, altos estándares de vida, una balanza comercial positiva por 8 mil millones de dólares, etc. De manera que podemos decir que el pueblo chileno se ha beneficiado del trabajo de sus gobernantes, pese a que la diferencia de clases es clara.
En México no sé si podamos decir lo mismo respecto a nuestras elites. Éstas no han compartido lo suficiente para que el país se desarrolle. Al grado que muchos jóvenes perciben a la política o al crimen (que no son sinónimos) como los únicos canales para ascender estaños en la sociedad.
Sí estamos generando empleos, pero temporales, además de que la mayoría de veces no son acordes a las demandas ciudadanas, sobre todo de los egresados de escuelas profesionales, quienes muchas veces encuentran en el subempleo o en el empleo informal la única alternativa para tener una vida digna.
Algunos políticos no se dan cuenta de que la política no es un negocio, no debe ser considerada como un medio para alcanzar la riqueza, pues ser servidor público es eso, servir al pueblo, trabajar para el pueblo, no debe ser visto como una gloria personal o una empresa para la cual no hay que reinvertir ni un centavo.
Paradójicamente esta lección la podemos leer en la legenda que acompaña la estatua de Jorge Alessandri en Santiago de Chile, donde dice: “Lucharé porque se restablezca el viejo concepto que hizo grande a nuestro país; a la vida pública se va a servir y no a buscar honores ni mucho menos beneficios.”
Hoy en día está de moda que familias enteras ingresen a la política y lo vean como el negocio familiar, aquello sólo puede ser positivo si como en el caso de Chile encontramos resultados a favor del país, pero dudamos mucho que alguna vez veamos “arcas llenas” para los gobiernos electos, y que estas se retribuyan a la población en general, como ocurre en Chile con los trabajos de reconstrucción del país, los cuales fueron posibles gracias al ahorro que dejo Bachelet de casi 20 mil millones de dólares para la administración de Piñera.

Contacto:
ignacio_pareja@yahoo.com.mx

© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos:
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 12 de junio de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 12 de junio 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 12 de junio de 2010.
Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 12 de junio de 2010

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