viernes, 26 de febrero de 2010

Las Malvinas: un triste recuerdo para América Latina

En estos días de tanta resonancia debido a las celebraciones del bicentenario en casi toda América Latina, valdría la pena preguntarnos: ¿Qué es más importante en los momentos difíciles; el apoyo de un buen amigo o el de un socio acaudalado? Seguramente la mayoría pensaría que sirve más el apoyo incondicional de una persona cercana, ante las desconfianzas que generarían recibir “ayuda monetaria” a cambio de favores, Desafortunadamente eso no ocurre en las Relaciones Internacionales.
Aquella es una reflexión que debió tener presente hace casi 28 años, el entonces presidente argentino Leopoldo Galtieri, cuando decidió en abril de 1982 invadir las islas Malvinas (Falkland Islands), con el objetivo de mejorar su imagen al interior del país y pensando que sus acciones serían respaldas por sus “buenos amigos” latinoamericanos.
Aquel hecho histórico revive importancia hoy en día como consecuencia de las tensiones que ha generado la exploración petrolera, por parte de una empresa británica, en aguas territoriales del archipiélago. Ocurre justo antes de la Cumbre de los países de América Latina y el Caribe, que se celebra en México y donde la presidenta argentina Cristina Fernández buscará la venia de los asistentes para ejercer un reclamo con más fuerza ante Naciones Unidas.
La guerra las Malvinas tiene un significado propio. Más allá de ser un conflicto entre dos países (Argentina e Inglaterra) por un territorio, donde ambos contrincantes han argumentado a su favor en los distintos foros internacionales, es un hecho que abrió una herida en todos los países latinoamericanos, quienes, a pesar de compartir lengua, costumbres e historia, no pudieron unirse para defender a Argentina de una potencia invasora, y no sólo no pudieron, si no que no quisieron hacerlo.
Al igual que en las relaciones entre personas, en las relaciones internacionales también hay leyes que pactan los acuerdos entre los países, para el caso de la defensa del continente americano existe el Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (TIAR), un instrumento jurídico que estipula que “cualquier ataque a una nación americana será considerado como una agresión a todo el continente”.
Cuando en 1982, Reino Unido (RU) contestó a la toma de las Malvinas por parte de Argentina enviando a sus militares, ningún país americano apoyó al país hermano en su breve guerra con el “Coloso Anglosajón”. Sólo algunos países como México reclamaron en el seno de la OEA el uso del instrumento militar, el TIAR, pero no pudieron avanzar ante la negativa de EE.UU., ya que aquel país (que estaba gobernado por Ronald Reagan) no podía dejar de apoyar a la Inglaterra de Margaret Thatcher, porque tenían una empresa en mente más grande que un simple conflicto territorial: expandir un nuevo Modelo económico en todo el mundo, nada menos que el neoliberalismo.
Argentina se quedó sola con sus aspiraciones territoriales, perdió drásticamente la guerra y se comprobó la disfuncionalidad del TIAR; de la defensa reciproca de los americanos. Se demostró la desunión entre los pueblos descendientes de la madre España, debido al apoyo que mostraron algunos países como Chile a la invasión y ante el desinterés de la comunidad latinoamericana por el tema.
Vayamos a la pregunta inicial: ¿a quién le pertenecen las Malvinas: A RU, a Argentina o a los habitantes insulares conocidos como kelpers? La isla ha tenido habitantes de múltiples naciones: 3 años fue habitada por colonos franceses, 44 años por españoles, 13 por argentinos y 186 por descendientes de ingleses (que hasta 1983 fueron considerados legalmente ciudadanos británicos). En total Argentina tuvo jurisdicción de la isla por 54 años (sumándole el tiempo del domino español), Inglaterra lleva tres veces más tiempo habitando la isla.
Los kelpers prefieren el respaldo inglés, y como no hacerlo si los cerca de 3,200 habitantes de las islas tienen un PIB per capita de $36,000 dólares, gracias a la producción de bienes primarios derivados de la pesca, la ganadería y la agricultura. Además están protegidos por la corona británica con su ejército por mar, aire y tierra. Esto contrasta enormemente con lo que podrían ofrecerles los argentinos, quienes tienen una población de casi 41 millones de personas con un ingreso de $13,800 dólares, un ejército atrasado, un gobierno poco transparente y una economía inestable.
Recordemos que los países son entes imaginarios, trazados en el mapa por el hombre, y es el hombre el que marca sus delimitaciones, el que se arraiga a su territorio y el que decide cómo gobernarse. La cercanía geográfica es un factor para considerar el dominio natural de un Estado, pero la decisión colectiva de una población particular, independientemente de su magnitud numérica, es motivo suficiente para la creación de un Estado autónomo o un territorio de ultramar. Seguramente el debate continuará, Argentina gastará energías y recursos en vano para alcanzar una aspiración que ya no es posible, pues no podrá quebrantar la voluntad de los kelpers de seguir gobernados por Reino Unido y no tendrá ni la fuerza ni el derecho para hacerlos dejar el territorio que los vio nacer.

*Estudioso de la relaciones internacionales.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx

© Ignacio Pareja Amador, publicado en:
Periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 23 de febrero, 2010
Periódico “Pueblo Guerrero”, Chilpancingo, Guerrero, México. 24 de febrero, 2010
Diario “Imagen Poblana”, Puebla, México. 23 de febrero, 2010
Periódico “Sucesos Monterrey”, Nuevo León, México. 23 de febrero de 2010.

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