jueves, 18 de febrero de 2010

El derecho de los Estados a la sospecha

Un tema que revivió su polémica en los últimos días y que ha vuelto a poner en los reflectores internacionales a Irán, es el referente a su Programa Nuclear, que pese haber recibido 4 rondas de sanciones provenientes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CS), ha continuado con su misterioso programa de enriquecimiento de uranio, una manera de acercarse a la tecnología para fabricar una bomba nuclear. El presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad se empeña en escandalizar a Occidente diciendo al mundo que Irán es una de las quince potencias nucleares y la principal entre las naciones islámicas.
Los países Occidentales, sobre todo EE.UU., Francia, Reino Unido y Alemania (e Israel) “sospechan” que Irán tiene intensiones de producir un arma nuclear. El gobierno de la nación persa niega tener aquella intensión arguyendo que el desarrollo de la energía nuclear es un derecho que toda nación tiene.
Y así es, justamente el artículo cuarto del Tratado de no proliferación de armas nucleares establece “el derecho inalienable [de los países miembros] de desarrollar la investigación, la producción y la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación”. Así como a “facilitar el más amplio intercambio” de equipos, información y tecnología para usos pacíficos de la energía nuclear.
En los primeros dos artículos del Tratado se elimina toda posibilidad de que los Estados miembros de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) apoyen de manera directa o indirecta el traspaso de armamento nuclear o la creación del mismo. Anteriormente los únicos que poseían esta tecnología eran EE.UU., Rusia, China, Francia y Reino Unido, de ahí en fuera el secreto de la fabricación de armamento nuclear quedaba firmemente sellado, de manera que nadie más podría crear armas nucleares. Desafortunadamente estos artículos son un candado internacional que más de una nación rompió, no por nada tenemos una India, un Pakistán, un Israel y más recientemente una Corea del Norte con armamento nuclear. Estos últimos países buscaron armarse con un claro interés geopolítico: a Pakistán le permite defenderse indirectamente de la India y viceversa, a Israel le ayuda a sobrevivir, ante el miedo que tienen sus vecinos árabes y a Corea del Norte le ha dado un bono económico para su desarrollo, ahora los reflectores están en Irán y su programa nuclear.
Éste es un tema que sin duda alguna alberga una serie de situaciones que han sido revisadas a profundidad por la AIEA, organismo que ha acudido al CS para hacer cumplir sus resoluciones referentes a la inspección de las plantas nucleares iraníes. Como cada país miembro de esta comunidad internacional, la República Islámica de Irán tiene el derecho y la obligación de aclarar las razones, por las cuales, busca mantener el desarrollo de un programa nuclear que continua siendo polémico para algunos Estados.
En 2007, nos tocó escuchar de viva voz, a un asesor de la embajada de Irán mencionar que su país renunciaría a su Programa Nuclear al corto plazo, una mentira o una estrategia, pues el gobierno iraní no ha dejado su programa aun cuando le han congelado sus cuentas financieras en el exterior, cuando hay propuestas para cerrar su mercado de importación de armas y cuando se le ha amenazado con aislarlo.
Irán ha logrado seguir adelante gracias a que cuenta con dos “aliados” importantes, nada menos que dos países que pueden vetar de forma permanente las resoluciones del CS: China y Rusia.
El primero es un importante socio comercial, aunque cauteloso, es la piedra angular para solucionar las controversias entre Irán y los países de Occidente, ya que puede presionar a la República islámica mediante la reducción de sus compras de hidrocarburos, una estrategia que ha planteado la Secretaria de Estado norteamericana Hilary Clinton, donde busca que Arabia Saudita sustituya el lugar de los iraníes como proveedores de petróleo a China y así cortar el lazo sino-persa.
El segundo es su proveedor de armas y un vecino incomodo en el mar Caspio, quien también le ha vendido reactores nucleares y que ha fungido como un asesor en materia nuclear.
A EE.UU. le preocupa que Irán esté tramando hacerse del arma nuclear por dos razones sencillas: por un lado no le conviene el desequilibrio en el Medio Oriente, pues es donde hace sus mayores compras de hidrocarburos y donde tiene dos pendientes que le han costado mucho a las administraciones de Bush y Obama: Afganistán e Irak. Por otro lado desea proteger a Israel, uno de sus principales aliados políticos gracias a la presión que ejercen los judíos en el gobierno estadunidense.
Por su parte Hilary Clinton, quien está de visita en la región pregunta al mundo: "¿Qué es lo que Irán esconde?, ¿Por qué se niega a cumplir con sus obligaciones internacionales?” Fácilmente los iraníes podrían contestarle ¿Qué país cumple con todas sus obligaciones internacionales?, ¿Por qué la sospecha?
No creemos que el presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad tenga intensiones reales de desaparecer a Israel como lo ha comentado en otras ocasiones, pues es más un lema de campaña, un discurso populista para ganar los votos que lo han mantenido como presidente, lo que realmente busca Irán es liderar la zona del Medio Oriente, busca el equilibrio de fuerzas con Israel; quizá para aquel país, un arma nuclear sea una herramienta de negociación en una región tan inestable. Israel la tiene, pero es aliado de Occidente y por lo tanto no representa un peligro (díganselo a los miles de árabes sometidos, a quienes les sigue quitando territorios en Cisjordania). Si Irán adquiere la bomba, un nuevo conflicto se desatará en aquella región.
El más preocupado, Israel, reconoce que la solución de la disputa está en las manos de Rusia y China. Por ello el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu visitó Moscú este lunes, en un momento en que Rusia ha endurecido su apoyo al programa nuclear iraní. Por ello EE.UU. negocia con China para que le permita “incluir” sanciones más severas que terminen con la ambición iraní.
Aun así no podemos hablar de un conflicto como tal, sólo existe la “sospecha” de las intensiones de Irán, nada probado aún, pero eso no le resta importancia: a nadie le conviene que un nuevo miembro ingrese al club de los bélicos nucleares. La solución a este problema de sospechas se encontrara cuando Irán tenga completa transparencia ante la AIEA, cuando se responsabilice y coopere con los lineamientos y normas del Derecho Internacional, ese es el escenario que a todos nos conviene, un arma nuclear como herramienta diplomática irradia sospecha y desconfianza.

*Internacionalista, idealista y libre promotor del desarrollo.
Información y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx

© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 16 de febrero
, 2010

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