Parecería sencillo, en un primer momento, aventurarnos a establecer una o varias alternativas, donde converjan un sinfín de situaciones, condiciones y eventos que nos lleven a resolver una de las incógnitas que más se ha hecho –el mexicano- a lo largo de nuestra historia: ¿cómo hacer que México se inserte en el mundo de forma apropiada? El objetivo de esta búsqueda es claro: tenemos la intensión de aprender de los errores del pasado, de los éxitos de modelos de otros países, de las diferencias culturales, geográficas, económicas, políticas, sociales, diplomáticas, etc. Sin embargo, poco a poco nos damos cuenta de que la gran cantidad de variables hace compleja nuestra empresa.
Lo más prudente hasta este momento, y para no salirnos de un enfoque que pretende ser objetivo, es establecer qué potencialidades puede explotar nuestro país para insertarse de mejor manera a las dinámicas internacionales, qué debilidades nos aquejan como Estado y cómo podemos convertir esas debilidades en fortalezas.
En primer lugar es prudente hacer énfasis en las potencialidades. La máxima potencialidad de México es su ubicación geográfica. Nuestro país, al igual que algunos países de América Latina, tiene la –suerte- de colindar con dos masas oceánicas de gran importancia económica (por comercio, recursos naturales, etc.). Además es vecino del país más poderoso del mundo, en términos económicos, políticos, militares, etc., de tal forma que siempre estará protegido por el coloso del norte. El TLCAN le brinda a México un estatus que por si solo no podría tener, aunque también le genera una seria dependencia, que le resta autonomía al momento de diseñar el camino hacia el desarrollo.
Otra de las potencialidades es la cuestión de los recursos naturales. México un país mega diverso; forma parte de un grupo de naciones privilegiadas que tienen en sus manos la tarea de –proteger, conservar y preservar- los recursos vivos de este planeta para las generaciones futuras. Desafortunadamente, para la terminología económica, los recursos naturales son sólo insumos –de bajo costo- algo bastante contradictorio, pero real, de tal forma que esta potencialidad puede convertirse en desventaja, precisando que, para un país en vías de desarrollo es sumamente complicado proteger los recursos naturales sin la voluntad del exterior –que muchas veces es quien los explota-.
La tercera potencialidad es la población. Un país con cerca de 111 millones de habitantes, con un PIB per capita promedio de $13,200 USD y con una población –en su mayoría- en edad de trabajar (64%) no es un país insignificante para el mundo. Desafortunadamente la población de México sufre los rezagos del subdesarrollo: no está bien educada, no cuenta con servicios básicos de calidad, no recibe una distribución justa del ingreso, etc. Aun así es una población en constante movimiento, con intensiones y voluntad de desarrollarse, pero entonces ¿por qué sigue subdesarrollada? La respuesta a este cuestionamiento engloba un sinfín de variables y podemos encontrarla en preceptos raciales, culturales, corrupción, modelos económicos e instituciones no funcionales, etc.
Dentro de las debilidades podemos encontrar de igual manera varios elementos entrópicos que dañan nuestro “sistema”, pero vale la pena presentar las tres más importantes en la cuestión internacional. En primer lugar, el enfoque del mexicano común y del gran empresario acerca del mundo (mercado) está norteamericanizado, de tal forma que sólo vemos hacia el norte y dejamos de lado el este, oeste y sur por considerarlos alejados o no atractivos. Esto no está del todo mal si pensamos que tenemos como vecino al milagro económico del siglo pasado, pero se convierte en una carga cuando nos ubicamos alejados de los nuevos “milagros”, sobre todo de Asia.
La segunda debilidad de México es su producción. Nuestro país produce y exporta en mayor medida bienes con bajo valor agregado, y pese a que lo hace en grandes cantidades, poco a poco ha ido perdiendo terreno frente a competidores asiáticos que son más laxos en su legislación laboral y permiten la sobre-explotación de los obreros.
La última debilidad se refiere a la “lejanía” de México con el resto del mundo. Esta debilidad podemos plasmarla mediante la cuestión de los transportes internacionales. Nuestro país no cuenta con una flota mercante propia, lo cual aunado a la gran problemática de la tramitología aduanera nacional, provoca que nuestros productos tengan mayores dificultades para salir al exterior e insertarse a mercados nuevos.
Entonces, ¿cuál sería una posible alternativa integral para la inserción de México en el mundo? En primer lugar podríamos ubicar a México como un país de Norteamérica, avanzando en el proceso de integración de la región y buscando expandirlo hacia Centroamérica, ya que la principal potencialidad de México es su ubicación geográfica.
La historia, la globalización, la interdependencia, el TLCAN y los múltiples vínculos sociales generados por la migración, así como los problemas con el crimen organizado, han hecho que las relaciones de los tres países de América del Norte aumenten a un ritmo sumamente acelerado. Hoy en día es difícil establecer que los fenómenos que ocurren en México no afectarán a EE.UU. y a Canadá -en menor medida- y viceversa. La región poco a poco se integra con más fuerza de forma silenciosa, pero constante.
Valdría la pena preguntarse ¿qué detiene esta integración silenciosa? El mismo elemento que la genera es quien la detiene: la población. La sociedad de cada uno de los países no está segura de que la mejor alternativa es una integración de mayor nivel. Empero, todavía no puede hablarse de una integración monetaria o total, eso sería al largo plazo y lo más seguro es que el autor del presente no tenga oportunidad de verlo.
Es preciso aclarar que el sistema internacional vive una tendencia, como lo hemos mencionado en colaboraciones pasadas, hacia el regionalismo. México debe convencer a sus vecinos del norte, de que sólo como bloque podrán enfrentarse y derrotar a los nuevos colosos, que por si solos son una amenaza y que juntos pueden rebasar en varios aspectos a la potencia hegemónica, como lo ha hecho la Unión Europea. El costo de la convergencia de México no será tan alto si se explotan las potencialidades del país en materia de mano de obra, recursos naturales y posición geográfica, asimismo si comparten el costo los tres países norteamericanos. Esta tendencia quizá se presentará por si sola, creemos que el tiempo nos dará la razón.
*Internacionalista, idealista y libre promotor del desarrollo.
Información y contacto: elartedelouniversal.blogspot.com
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 2 de febrero, 2010
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