lunes, 22 de septiembre de 2014

Democracia en América Latina



La participación ciudadana en la vida pública es un requisito elemental para alcanzar una gobernanza democrática. Hay dos momentos elementales en los que el ciudadano puede participar en el destino de sus naciones: durante las elecciones y cuando se ejerce el poder, esto es, en el periodo que comprende a los gobiernos.
Ambos momentos están fuertemente relacionados entre sí: si un ciudadano no participa en las elecciones, difícilmente lo hará en el gobierno que de éstas emane, y, si un ciudadano no confía en su gobierno o en las instituciones democráticas, difícilmente lo hará durante el periodo electoral.
La última medición referente a los progresos democráticos en la región latinoamericana, el Informe 2013 del “Latinobarómetro”,  señala que han habido importantes avances en esta materia en América Latina, pues la ciudadanía latinoamericana reconoce sus derechos y los ejerce en voz de sus manifestaciones populares.
Sin embargo, este reconocimiento no es congruente con el ejercicio de su obligación cívica para participar en las elecciones, ello como consecuencia de los grandes retos que no han superado las instituciones democráticas como: la desigualdad, la corrupción y en algunos casos la inseguridad.
Hablar de una región tan heterogénea como la Latinoamericana no es sencillo, sobre todo cuando se cubre el aspecto político, donde yacen las mayores divergencias. Sin embargo, como lo afirma el informe del Latinobarómetro, se puede distinguir entre dos américas latinas; una que crece y disfruta y otra que es simplemente espectadora de este crecimiento, sin experimentarlo.
De los 18 países que se tomaron en cuenta para esta medición realizada entre 1995 y 2013, en 11 hubo un aumento al apoyo a la democracia, donde sobresalen los casos de Venezuela y Ecuador. Cada uno de estos países tiene características propias que pueden considerarse sintomáticas en el  aumento en este rubro. Por ejemplo, para el caso de Venezuela, este incremento puede explicarse debido a la efectividad con la que el “chavismo” ha logrado generar una sensación de inclusión en su población, pese a que existen importantísimas asignaturas pendientes en aquel país como la libertad de prensa y el hostigamiento a la oposición.
En el caso de Ecuador, la figura del presidente Correa ha sido muy importante, pues significó un cambio en la elite gobernante de aquel país. Los logros económicos de Ecuador le han permitido también combatir de forma efectiva las desigualdades, lo que desemboca en una mejora en la percepción social. Vale la pena comentar a este respecto, la ambiciosa estrategia educativa de este gobierno, que cuenta con uno de los más amplios sistemas de becas internacionales en América Latina.
El problema con Ecuador es que no existe un equilibro de poderes, sino que la figura presidencial domina al legislativo y al judicial, debilitando la imagen del gobierno en el entorno internacional.
En este tenor, es importante mencionar que el estudio del Latinobarómetro se basa en la percepción de la democracia como una experiencia vivencial de los ciudadanos, lo que no implica que los encuestados relacionen directamente el término con la estructura normativa e institucional de la misma. Esto explica por qué países como Venezuela o Ecuador, cuya imagen internacional está alejada de los valores democráticos, sean justamente los que encabezan la medición.
Por otro lado, en 7 de los 18 Estados medidos disminuyó el apoyo de la población a la democracia. De éstos sobresalen 2 países: Costa Rica y México. En el primer caso puede observarse un cambio drástico en uno de los gobiernos que gozaban de una buena aceptación de la democracia en la década de los noventa, la cual pasó de 80% en 1996 a 53% en 2013, representando una caída de 27 puntos.
En México, se observa una caída de 12 puntos, ya que en 1995 el 49% de la población apoyaba la democracia, mientras que en 2013 tan solo 37% lo manifestó. El caso de México es particular porque es el único país de América Latina donde la transición a la democracia ha tenido como resultado un efecto negativo de la ciudadanía hacia esta forma de gobierno.
Este reporte subraya que es posible que las causas que explican esta situación puedan ubicarse en las condiciones coyunturales del país (violencia y narcotráfico) que demandan salidas más allá de lo político, para volver a escenarios de paz que se vivieron en décadas pasadas.
Otra revelación importante del estudio muestra una correlación entre la desigualdad y la falta de apoyo al sistema democrático, en pocas palabras, la gente que no participa en la democracia es aquella que no se siente incluida, un dato que debiera alarmar a los arquitectos del sistema democrático latinoamericano, ya que genera argumentos sustanciales para aquellos que no creen en este sistema y que buscan desestabilizarlo a toda costa.
La democracia latinoamericana aún tiene grandes retos por superar, de ellos el más importante es involucrar a la ciudadanía en las decisiones de la vida pública. La gran ventaja de la democracia radica en los escenarios de participación e inclusión de ideas que pueda generar, mientras que la capacidad para procurar gobiernos efectivos depende directamente de las cualidades de los gobernantes, no de su sistema de elección.

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Septiembre 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario