La participación ciudadana en la vida pública es
un requisito elemental para alcanzar una gobernanza democrática. Hay dos
momentos elementales en los que el ciudadano puede participar en el destino de
sus naciones: durante las elecciones y cuando se ejerce el poder, esto es, en
el periodo que comprende a los gobiernos.
Ambos momentos están fuertemente relacionados
entre sí: si un ciudadano no participa en las elecciones, difícilmente lo hará
en el gobierno que de éstas emane, y, si un ciudadano no confía en su gobierno
o en las instituciones democráticas, difícilmente lo hará durante el periodo
electoral.
La última medición referente a los progresos democráticos
en la región latinoamericana, el Informe 2013 del “Latinobarómetro”, señala que han habido importantes avances en
esta materia en América Latina, pues la ciudadanía latinoamericana reconoce sus
derechos y los ejerce en voz de sus manifestaciones populares.
Sin embargo, este reconocimiento no es
congruente con el ejercicio de su obligación cívica para participar en las
elecciones, ello como consecuencia de los grandes retos que no han superado las
instituciones democráticas como: la desigualdad, la corrupción y en algunos
casos la inseguridad.
Hablar de una región tan heterogénea como la
Latinoamericana no es sencillo, sobre todo cuando se cubre el aspecto político,
donde yacen las mayores divergencias. Sin embargo, como lo afirma el informe
del Latinobarómetro, se puede distinguir entre dos américas latinas; una que
crece y disfruta y otra que es simplemente espectadora de este crecimiento, sin
experimentarlo.
De los 18 países que se tomaron en cuenta para
esta medición realizada entre 1995 y 2013, en 11 hubo un aumento al apoyo a la
democracia, donde sobresalen los casos de Venezuela y Ecuador. Cada uno de
estos países tiene características propias que pueden considerarse sintomáticas
en el aumento en este rubro. Por
ejemplo, para el caso de Venezuela, este incremento puede explicarse debido a
la efectividad con la que el “chavismo” ha logrado generar una sensación de
inclusión en su población, pese a que existen importantísimas asignaturas
pendientes en aquel país como la libertad de prensa y el hostigamiento a la
oposición.
En el caso de Ecuador, la figura del presidente
Correa ha sido muy importante, pues significó un cambio en la elite gobernante
de aquel país. Los logros económicos de Ecuador le han permitido también combatir
de forma efectiva las desigualdades, lo que desemboca en una mejora en la
percepción social. Vale la pena comentar a este respecto, la ambiciosa
estrategia educativa de este gobierno, que cuenta con uno de los más amplios
sistemas de becas internacionales en América Latina.
El problema con Ecuador es que no existe un
equilibro de poderes, sino que la figura presidencial domina al legislativo y
al judicial, debilitando la imagen del gobierno en el entorno internacional.
En este tenor, es importante mencionar que el
estudio del Latinobarómetro se basa en la percepción de la democracia como una
experiencia vivencial de los ciudadanos, lo que no implica que los encuestados
relacionen directamente el término con la estructura normativa e institucional
de la misma. Esto explica por qué países como Venezuela o Ecuador, cuya imagen
internacional está alejada de los valores democráticos, sean justamente los que
encabezan la medición.
Por otro lado, en 7 de los 18 Estados medidos
disminuyó el apoyo de la población a la democracia. De éstos sobresalen 2
países: Costa Rica y México. En el primer caso puede observarse un cambio
drástico en uno de los gobiernos que gozaban de una buena aceptación de la
democracia en la década de los noventa, la cual pasó de 80% en 1996 a 53% en
2013, representando una caída de 27 puntos.
En México, se observa una caída de 12 puntos,
ya que en 1995 el 49% de la población apoyaba la democracia, mientras que en
2013 tan solo 37% lo manifestó. El caso de México es particular porque es el
único país de América Latina donde la transición a la democracia ha tenido como
resultado un efecto negativo de la ciudadanía hacia esta forma de gobierno.
Este reporte subraya que es posible que las
causas que explican esta situación puedan ubicarse en las condiciones
coyunturales del país (violencia y narcotráfico) que demandan salidas más allá
de lo político, para volver a escenarios de paz que se vivieron en décadas
pasadas.
Otra revelación importante del estudio muestra
una correlación entre la desigualdad y la falta de apoyo al sistema
democrático, en pocas palabras, la gente que no participa en la democracia es
aquella que no se siente incluida, un dato que debiera alarmar a los
arquitectos del sistema democrático latinoamericano, ya que genera argumentos
sustanciales para aquellos que no creen en este sistema y que buscan
desestabilizarlo a toda costa.
La democracia latinoamericana aún tiene grandes
retos por superar, de ellos el más importante es involucrar a la ciudadanía en
las decisiones de la vida pública. La gran ventaja de la democracia radica en
los escenarios de participación e inclusión de ideas que pueda generar, mientras
que la capacidad para procurar gobiernos efectivos depende directamente de las cualidades
de los gobernantes, no de su sistema de elección.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Septiembre 2014
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