La supervivencia de un Estado se
basa principalmente en la afinidad de sus componentes más básicos: el
territorio, el gobierno, la población y el reconocimiento internacional. De éstos,
tanto la población como el reconocimiento representan las variables más
importantes, ya que ambas son altamente persuasibles por otros agentes cuyos
intereses pueden afectar la estabilidad del país.
Para cualquier gobierno es
imprescindible tener el control de todas las variables que intervienen en la
ecuación del Estado, de manera que quien lo encabece debe pensar de forma
estratégica, tomando en cuenta que, para mantener alineados un considerable
número de voluntades se necesita compartir un objetivo común, que bien puede
interpretarse mediante el anhelo de tener una convivencia pacifica, el combate
de un enemigo tradicional o el estar subordinados ante la voluntad de un solo
individuo.
La falta de este objetivo en
común puede explicar las razones por las cuales Rusia pudo anexarse la
península de Crimea, arguyendo la existencia de cierta afinidad cultural,
representada por la herencia del lenguaje, un elemento que han sabido exportar
los rusos a otras determinaciones geográficas como Mongolia, con lo cual se
deja abierto el paréntesis respecto a las intenciones de dominio del país mas
grande del mundo.
La tibia respuesta de EE UU hacia
este tipo de
eventos, aunado a su retirada paulatina de Medio Oriente, han contribuido a que
la afinidad cultural resurja como una importante amalgama para la estabilidad o
inestabilidad de las naciones en aquella parte del mundo.
El ejemplo mas emblemático es
Irak, un Estado conformado principalmente por tres etnias altamente distantes
entre sí: los sunitas, los chiitas y los kurdos, cuyo elemento de unión hasta
antes de la intervención norteamericana era la dictadura de Saddam Hussein.
Después de que los líderes del
mundo libre “liberaran” de Hussein a los herederos de la cuna de la
civilización, introduciéndolos al paradigma de la democracia, Irak ha sufrido
las consecuencias de los desacuerdos y los choques que derivan de tener una
gran cantidad de intereses encontrados dentro de una sola idea de Estado, de
manera que los líderes de las etnias se han manifestado en favor de una nueva
configuración geográfica para Irak, arguyendo que existían mejores condiciones
antes de la llegada de la democracia.
Ante este escenario de
inestabilidad, es importante preguntarse ¿Cómo está hoy en día Irak en términos
sociales, económicos y políticos? Irak es un país de poco mas de 32 millones de
personas cuya composición étnica es árabe (75-80%) y kurda (15-20%)
principalmente. Es un país netamente musulmán, donde 6 de cada 10 habitantes
son chiítas, mientras que un tercio de su población son sunitas.
En términos económicos Irak ha
mantenido un crecimiento del 7.2% en los últimos cinco años (2009-2013 FMI). Su
inflación esta perfectamente controlada (2%), aunque su tasa de desempleo es
alta (16%). No es un país pobre, pues cuenta con superávit comercial de
aproximadamente 30 mil millones de dólares, los cuales obtiene de su mayor
producto de exportación; el petróleo, que le representan 9 de cada 10 dólares
que entran al país. Sus principales socios comerciales son EE UU, India y China
quienes concentran mas del cincuenta por ciento de las exportaciones iraquíes y
quienes son los tres mayores consumidores de energéticos a nivel mundial.
Es interesante notar que desde la
intervención norteamericana en 2003, este país ha tenido un crecimiento
económico promedio por encima del 6.5 por ciento (FMI), lo cual nos puede
indicar dos cosas: que su actividad económica no se ha visto amenazada por la
inestabilidad política que sufre desde entonces el país, o, que su actividad
económica esta perfectamente protegida, de manera que lo que ocurre en las
ciudades iraquíes no tiene ningún efecto en las plataformas petroleras, en los
puertos o en las refinerías.
Tanto la cartografía, como las
relaciones comerciales y la composición de su población son buenos referentes
para tener una noción del estado de las relaciones internacionales de Irak. Este
país se localiza prácticamente en el corazón de Medio Oriente, colindando con
Estados altamente inestables como Irán, Jordania y Siria, pero también con
otros que son “cercanos” a Occidente como Arabia Saudita, Turquía y Kuwait.
Como si fuera un tablero de
ajedrez, Irak ha vuelto a ser el epicentro del enfrentamiento de sectas cuyas
diferencias van mas allá de su propia cultura, pues se enfocan a sus alianzas
políticas y a los efectos positivos que derivarían de dominar el territorio
iraquí. Una Irak chiita es peligrosa para Arabia Saudita y para los Kurdos,
pero cercana a Irán y a los rebeldes sirios. Una Irak sunita representaría un
enorme peligro para Teherán. Un país inestable, que afecte los intereses de los
amantes del petróleo, es indeseable para los más poderosos, cuya intervención
solo profundizaría las cicatrices que tiene la población iraquí, el único
agente sin capacidad
de decisión y desafortunadamente el gran actor afectado.
Fuentes de información: The World
Factbook CIA y Fondo Monetario Internacional.
© Ignacio Pareja Amador,
publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Junio
2014.
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