Para
entender la política hay que tener la capacidad de ubicar en dónde está el
poder, quiénes son los actores que lo detentan y con qué herramientas cuentan
para conservarlo o ampliarlo. El poder es una condición de dominación
permanente que cambia de manos de forma natural, de acuerdo a los intereses de
quienes saben interpretar sus señales.
Hoy en
día, después de que el modelo democrático generó ciertas condiciones para que
se empoderara a la ciudadanía, convirtiéndola en el agente legítimo de la
trasformación y la transición del poder, se hace evidente la existencia de niveles
elevados de descontento y desencanto de la población hacia los gobiernos, los partidos
políticos y hacia los procesos electorales.
Ello se
puede constatar en el alto porcentaje de abstencionismo que experimentan
aquellos países que hacen del voto un derecho, mas no una obligación, pues es
evidente que la energía política de un ciudadano no se consume únicamente en el
voto, sino que implica un acto de participación en la vida pública de sus
Estados.
A esta
ecuación se le debe sumar la variable del cambio generacional, donde los nuevos
ciudadanos han heredado el desencanto por las formas de hacer política
tradicionales, pero que cuentan con nuevas herramientas para expresar sus
puntos de vista y compartir sus ideas e intereses.
La clave
para hacerse del poder o mantenerlo se encuentra en la capacidad del grupo
político para leer a la población, para entender sus necesidades y así aprovechar
las reglas de la democracia, que anteponen como principio fundamental la
voluntad de las mayorías.
Un
movimiento político que ha logrado posicionarse al corto plazo dando una
correcta lectura a las dinámicas del poder es PODEMOS, un partido político y
movimiento social español que ha sorprendido a propios y extraños, al hacerse
de cinco escaños en el parlamento europeo, con menos de medio año de creación.
PODEMOS
es además un partido político que nace de una legitima manifestación social
cuyas características podrían ubicarlo dentro de un nuevo paradigma para hacer
política. De esta manera, podemos ubicar que sus miembros se muestran como
ciudadanos reales; como hombres y mujeres cercanos, que tienen rostro y un
código postal popular.
Sus
líderes saben jugar con las reglas de la democracia, haciendo un adecuado uso
de la comunicación para convencer a quienes están desencantados por la política,
con lemas y máximas que invitan a la esperanza como ¡Es la hora de la gente! o
!Claro que podemos!
Saben
que hoy en día el poder está en las redes y en las nuevas tecnologías de la
información, pues se han convertido en un fenómeno tanto en Twitter, donde
tienen cerca de 280 mil seguidores, como en Facebook donde cuentan con 615 mil likes.
A las
fortalezas anteriores se les suman las cualidades de su líder, Pablo Iglesias,
un personaje con un perfil distinto: despreocupado por los protocolos y las
formas de hacer política, directo y contundente en su argumentación, y
equilibrado en su retórica y su manejo de datos estadísticos.
Iglesias
es un político inteligente, con una clara perspectiva y con objetivos altamente
descifrables, es un analista del poder, que conoce los factores detrás de éste
y que sabe utilizar las nuevas herramientas del empoderamiento, como en la red
social Twitter, donde goza de mayor popularidad que la de su propio partido
político, al tener más de 450 mil seguidores.
Juega su
rol como un maestro, pues está consiente que desde la oposición se tiene un amplio
margen de libertad, caso contrario de quienes defienden una opinión desde el
gobierno, cuyo ámbito de acción está limitado por los compromisos con otros
agentes, que son imprescindibles para la estabilidad del estado.
Su
discurso es de izquierda, y se fortalece por el señalamiento en contra de los
poderes financieros. Este argumento goza de una amplia destreza, pues como
conocedor de la ciencia del poder, Iglesias sabe que los grandes grupos
financieros internacionales son entes sin rostro, ni personalidad, figuras
incapaces, o mejor dicho, sin interés por defenderse de las acusaciones, pero
que a los ojos de la población tienen un nombre y apellido, además de ser el
enemigo común que amalgama la unión entre las clases populares.
Independientemente
de la ideología que defienden tanto PODEMOS como Pablo Iglesias, sus logros
para generar simpatías en una población cansada por los vicios del poder, deben
ser considerados por todos aquellos que buscan entender a la política en el
siglo XXI.
La idea
del mérito como fuente de acenso político, la organización de círculos de
dialogo o asambleas, así como la adecuada lectura de las demandas sociales han
generado una percepción de involucramiento y participación que han venido a
refrescar y dinamizar al sistema político español, inspirando a los demás
partidos a mirar hacia abajo, hacia sus bases, para reestructurarse de acuerdo
a lo que perciben de ellas con el fin de tratar de reconquistarlas.
©
Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos
en Latinoamérica. Julio 2014.