Son estos días de intensa lluvia, que según los pronósticos cubrirán gran parte del país, los que me hicieron reflexionar acerca de la importancia del cambio climático y el calentamiento global como elementos que agravan y potencializan los efectos de los fenómenos atmosféricos, llámese huracanes, ciclones, tifones o tormentas. En este tenor es imprescindible el desarrollo de un modelo de economía verde, que nos ayude a resolver dos problemáticas que imperan en muchos países del mundo: el subdesarrollo económico y la degradación del medio ambiente.
Los culpables de este juicio por la justicia natural somos los seres humanos, quienes cegados por la idea de un desarrollo económico de bajo costo, con amplios rendimientos, hemos apostado por enriquecernos o imitar una riqueza material y consumista, sobre la base del empobrecimiento de nuestros recursos bióticos cuya función natural es mantener el equilibrio en este sistema llamado tierra.
Una aproximación a un razonamiento que puede parecernos triste o desalentador es el hecho de que los países en desarrollo, como los latinoamericanos, hemos apoyado nuestra idea de progreso en la sobreexplotación de los recursos naturales, lo cual no sólo nos ha alejado de la innovación y la transformación de nuestro sistema productivo, sino que nos condena a compartir la responsabilidad de tener un mundo cada vez más agresivo en sus manifestaciones y pone en riesgo el principal objetivo de nuestra especie: la supervivencia.
Hace aproximadamente seis meses platiqué con una buena amiga en la Universidad del Mar, la maestra Lidoshka, acerca de la importancia de los recursos bióticos tanto para los países en desarrollo como para los países industrializados. Comentamos varias propuestas que eran impulsadas por países que tienen gran riqueza en materia de recursos naturales, pero que carecen de un progreso económico, quienes se han visto obligados a impulsar Modelos productivos donde pueden explotar su ventaja comparativa, la riqueza natural (con pocas ganancias), lo cual les impide dar un salto cualitativo a las nuevas tendencias internacionales hacia un nuevo Modelo que se favorezca por una economía verde.
Una de las propuestas que impulsan varios países ricos en recursos naturales consiste en darle un valor económico distinto a los recursos bióticos que poseen. Estamos hablando de cambiar nuestra perspectiva de explotación, por una de preservación, que generé mayores ganancias económicas y que contribuya a mantener el equilibrio del entorno ecológico. Para muchos, cuidar el medio ambiente debe ser una cuestión de convicción, sin embargo, nos hemos dado cuenta que al estar inmersos en este sistema de organización económica global, los países verían más atractivo conservar como un fin lucrativo, que hacerlo como un bien común.
En este tenor la pregunta obligada es: ¿quién daría los apoyos a aquellos países que conserven y protejan sus recursos bióticos? para complicarlo un poco más: ¿con base en qué parámetros mediremos el valor económico de los mismos?, ¿es posible que los países desarrollados acepten apoyar a quienes mantengan vivos y sanos los pulmones del planeta?
La propuesta al principio parece descabellada, incluso haciendo alusión a una perspectiva realista se percibe como una iniciativa que no pasaría de la congeladora legislativa de los distintos parlamentos del planeta, pero hay que estar conscientes de que los grandes cambios; las grandes transformaciones; las vanguardias son al final de cuentas resultado de ideas poco ortodoxas, de cambios en los dogmas, que casi siempre muestran una evolución positiva impulsada por los acontecimientos, los cuales, como en el caso del calentamiento global o el cambio climático no se pueden negar y son de interés universal.
La propuesta tiene una lógica simple: premiar a quien cumpla con los objetivos de conservación, preservación y protección de los recursos naturales del planeta. Estos apoyos pueden ser el aliciente para fomentar la aplicación de los principios de desarrollo sustentable en las políticas públicas de nuestros países, para revertir el daño que le hemos hecho a nuestros ecosistemas (Latinoamérica es la región con la tasa de deforestación más alta del mundo). Es una iniciativa que puede proponerse en el marco de la Cumbre Mundial sobre Cambio Climático a celebrarse en México a finales del presente año, quizá podamos ampliar el alcance de la misma, no sólo con la creación de un Tratado jurídicamente vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto, sino con la implementación de apoyos económicos, a quienes en vez de explotar sus recursos naturales, los preserven en pro de la humanidad.
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 22 de septiembre de 2010.
Revista Peninsular. Mérida Yucatán, 24 de septiembre de 2010.
El Imparcial. 3B. Opinión. Oaxaca, Oaxaca. 21 de Septiembre de 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 21 de Septiembre de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 21 de septiembre 2010.
Periódico Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 23 de septiembre de 2010.
Diario El informativo de Sabanalarga. Atlántico. Colombia. Columna de Opinión. 21 de Septiembre de 2010.
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