En Junio de este año la ONU hizo la petición desde la voz de su representante, el Secretario General Ban Ki-moon, aprovechando que México presidía durante ese mes el Consejo de Seguridad (CS). El llamado no sólo venía desde la sede en New York, sino que otros actores internacionales como el Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy o su homologo de Haití, René Preval lo habían sugerido a nuestro ejecutivo en ocasiones anteriores.
Cuando México fue apoyado por 185 países, en el seno del 63 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, para ocupar un asiento no permanente en el CS para el bienio 2009-2010, se especuló que nuestro país podía considerar mandar personal uniformado a algunas de las 17 misiones de las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz (OMP), que Naciones Unidas tiene alrededor del mundo.
Sin embargo, la Cancillería mexicana dejo muy en claro a principios de 2009 que pertenecer al CS no obligaba a que el país enviara fuerzas de paz y con ello rompiera con la tradición pacifista del mismo.
Un año más tarde, de la noche a la mañana hubo un cambio de actitud, una ola de euforia llego a la Cancillería, después de que nuestro país presidió importantes órganos subsidiarios del CS, dos de ellos de alcance regional; Comités de Sanciones para Somalia y Cote d’Ivoire, y dos de alcance global; el Grupo de Trabajo sobre Niños y Conflictos Armados, y el Comité de No proliferación.
El director general de la Cancillería para la ONU, Pablo Maceba Riba se ha acercado con las fuerzas armadas mexicanas para exponerles la labor que “emprenderían” en caso de que el ejecutivo estuviera de acuerdo en enviarlos como cascos azueles.
¿Por qué este cambio de actitud tan repentino?, ¿por qué la Cancillería ha flexibilizado e incluso ha cabildeado con los altos mandos militares del país para que haya cascos azules mexicanos? Si bien es cierto, muchas voces públicas y no públicas están a favor de que México ejerza un papel más decisivo respecto a sus responsabilidades internacionales, también lo es que México es un actor que ha cumplido, por lo menos con sus responsabilidades financieras, pues es el vigésimo tercer país que mayor aportación envía a las OMP, el primero de América Latina con poco más de 32 millones de dólares al año.
Una de las limitantes por la que México no ha participado enviando “cascos azules” es porque ello podría contradecir algunos de los principios que rigen nuestra política exterior, los cuales se encuentran en el artículo 89 Fracción X de la constitución, sobre todo el primero y el segundo: la autodeterminación de los pueblos y la no intervención.
Otro impedimento es la actual situación de inseguridad, que según el presidente se mantendrá constante e incluso aumentará al corto plazo. En lo que va del sexenio la lucha declarada y abierta en contra del narcotráfico y el crimen organizado ha cobrado más de 28 mil vidas, además de que se ha convertido en un problema regional, pues impacta no sólo a la sociedad mexicana, sino a los migrantes centroamericanos y sudamericanos que utilizan México como puente para llegar a EE.UU.
Nuestro país cuenta con alrededor de 250 mil efectivos, le destina al ejercito 0.5% del PIB, lo cual nos ubica en el lugar 163 del ranking mundial. De acuerdo con “la Jornada” entre el año 2000 y el 2008 han desertado del ejército cerca de 150 mil efectivos, los cuales no están monitoreados, así que no se sabe a qué se están dedicando.
Ante todos estos datos y situaciones, el único que tiene el poder de decisión es el presidente Calderón, quien podría ordenar el envío de efectivos nacionales a las misiones de la ONU. En sus manos está hacer de México un país verdaderamente proactivo, esto es más participado y más responsable en sus acciones. Si así lo decide, México compartiría labores de estrategia e inteligencia con 117 países que han enviado fuerzas de paz en las Misiones actuales, pero también está el costo político, que es quizá lo que más lo ha obstaculizado para tomar esta decisión: ¿cómo verán los votantes que envíe fuerzas de paz, cuando cada hombre, cada soldado, es indispensable para subsanar las heridas de esta cruel lucha? Ojala que gane la cordura y la razón sobre los intereses de política interna, pues será la única manera de tener una acción congruente a nuestra tradición internacionalista, sin envolver a la política exterior de las mañas de la política interna.
Reflexión. En un país con una población creciente y demandante como México, es imprescindible que las oportunidades, en vez de reducirse por cuestiones de presupuesto, aumenten, porque al reducirlas lo que hace el gobierno es estratificar a la sociedad, con ello contribuye “sin querer o sin saber” a la reproducción de la desigualdad y la desesperanza; dos males que afectan sobre todo a la juventud, un grupo que sin duda merece mayores recompensas por su esfuerzo.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos y medios informativos:
El Imparcial. 3B. Opinión. Oaxaca, Oaxaca. 07 de Septiembre de 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 07 de Septiembre de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 07 de septiembre 2010.
Periódico Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 07 de septiembre de 2010.
Revista Peninsular. Mérida Yucatán, 13 de septiembre de 2010.
Cuando México fue apoyado por 185 países, en el seno del 63 periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, para ocupar un asiento no permanente en el CS para el bienio 2009-2010, se especuló que nuestro país podía considerar mandar personal uniformado a algunas de las 17 misiones de las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz (OMP), que Naciones Unidas tiene alrededor del mundo.
Sin embargo, la Cancillería mexicana dejo muy en claro a principios de 2009 que pertenecer al CS no obligaba a que el país enviara fuerzas de paz y con ello rompiera con la tradición pacifista del mismo.
Un año más tarde, de la noche a la mañana hubo un cambio de actitud, una ola de euforia llego a la Cancillería, después de que nuestro país presidió importantes órganos subsidiarios del CS, dos de ellos de alcance regional; Comités de Sanciones para Somalia y Cote d’Ivoire, y dos de alcance global; el Grupo de Trabajo sobre Niños y Conflictos Armados, y el Comité de No proliferación.
El director general de la Cancillería para la ONU, Pablo Maceba Riba se ha acercado con las fuerzas armadas mexicanas para exponerles la labor que “emprenderían” en caso de que el ejecutivo estuviera de acuerdo en enviarlos como cascos azueles.
¿Por qué este cambio de actitud tan repentino?, ¿por qué la Cancillería ha flexibilizado e incluso ha cabildeado con los altos mandos militares del país para que haya cascos azules mexicanos? Si bien es cierto, muchas voces públicas y no públicas están a favor de que México ejerza un papel más decisivo respecto a sus responsabilidades internacionales, también lo es que México es un actor que ha cumplido, por lo menos con sus responsabilidades financieras, pues es el vigésimo tercer país que mayor aportación envía a las OMP, el primero de América Latina con poco más de 32 millones de dólares al año.
Una de las limitantes por la que México no ha participado enviando “cascos azules” es porque ello podría contradecir algunos de los principios que rigen nuestra política exterior, los cuales se encuentran en el artículo 89 Fracción X de la constitución, sobre todo el primero y el segundo: la autodeterminación de los pueblos y la no intervención.
Otro impedimento es la actual situación de inseguridad, que según el presidente se mantendrá constante e incluso aumentará al corto plazo. En lo que va del sexenio la lucha declarada y abierta en contra del narcotráfico y el crimen organizado ha cobrado más de 28 mil vidas, además de que se ha convertido en un problema regional, pues impacta no sólo a la sociedad mexicana, sino a los migrantes centroamericanos y sudamericanos que utilizan México como puente para llegar a EE.UU.
Nuestro país cuenta con alrededor de 250 mil efectivos, le destina al ejercito 0.5% del PIB, lo cual nos ubica en el lugar 163 del ranking mundial. De acuerdo con “la Jornada” entre el año 2000 y el 2008 han desertado del ejército cerca de 150 mil efectivos, los cuales no están monitoreados, así que no se sabe a qué se están dedicando.
Ante todos estos datos y situaciones, el único que tiene el poder de decisión es el presidente Calderón, quien podría ordenar el envío de efectivos nacionales a las misiones de la ONU. En sus manos está hacer de México un país verdaderamente proactivo, esto es más participado y más responsable en sus acciones. Si así lo decide, México compartiría labores de estrategia e inteligencia con 117 países que han enviado fuerzas de paz en las Misiones actuales, pero también está el costo político, que es quizá lo que más lo ha obstaculizado para tomar esta decisión: ¿cómo verán los votantes que envíe fuerzas de paz, cuando cada hombre, cada soldado, es indispensable para subsanar las heridas de esta cruel lucha? Ojala que gane la cordura y la razón sobre los intereses de política interna, pues será la única manera de tener una acción congruente a nuestra tradición internacionalista, sin envolver a la política exterior de las mañas de la política interna.
Reflexión. En un país con una población creciente y demandante como México, es imprescindible que las oportunidades, en vez de reducirse por cuestiones de presupuesto, aumenten, porque al reducirlas lo que hace el gobierno es estratificar a la sociedad, con ello contribuye “sin querer o sin saber” a la reproducción de la desigualdad y la desesperanza; dos males que afectan sobre todo a la juventud, un grupo que sin duda merece mayores recompensas por su esfuerzo.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos y medios informativos:
El Imparcial. 3B. Opinión. Oaxaca, Oaxaca. 07 de Septiembre de 2010.
Diario de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 07 de Septiembre de 2010.
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 07 de septiembre 2010.
Periódico Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 07 de septiembre de 2010.
Revista Peninsular. Mérida Yucatán, 13 de septiembre de 2010.
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