Paradójicamente es a principios del año del bicentenario de la independencia, mismo que celebraremos la mayoría de países de América Latina, cuando una catástrofe natural ha afectado al primer país de la región que logró liberarse de una colonia europea, lo cual aconteció en 1804, casi diecisiete años antes de lo acontecido en las naciones iberoamericanas.
El terremoto que tuvo como epicentro una zona a 15 km de Puerto Príncipe, la capital de Haití, uno de los países más pobres de América Latina, fue y será la noticia de los próximos días, la cual ha llamado la atención de los distintos medios de comunicación y ha sido adoptado como propia por la población en general, quien ha mostrado su buena voluntad para enviar ayuda, alimentos, y distintos bienes de subsistencia que esperemos sean entregados con eficiencia a las personas más afectadas por el temblor.
Esta circunstancia imprevista puso a la isla “La española” en los reflectores internacionales, después de algunos años en los que la nota habitual de la zona era: la pobreza, la corrupción, la inseguridad social, la inestabilidad política del país, etc, etc.
Aquel sismo nos hizo denotar lo importante que es tener un gobierno organizado, un fondo de recursos para situaciones imprevistas, un plan de desarrollo a largo plazo y una buena vecindad con los Estados limítrofes, puesto que la principal preocupación de los dominicanos es la oleada de personas que tienen planeado alejarse del caos y del peligro que se avecina en un país sin poderes políticos, policía, seguridad, legislación y con escases en alimentos, agua, etc.
Está claro que una situación como la acontecida en aquella nación del Caribe podría desequilibrar a cualquier país del mundo, pero en un momento como el que vivimos los latinoamericanos, donde el orgullo por la independencia es inminente, vale la pena apoyar al país que nos demostró que era posible aquel ideal, que hoy en día es uno de los más pobres en cuestión de ingreso per capita con 1300 dólares, similar al ingreso de países africanos como Kenia, Chad y Costa de Marfil.
Aquel país de emigrantes africanos, de esclavos, pese a su condición de libertad, no pudo resolver una de las problemáticas que afectan a todo nuestro sub continente: la cuestión de la distribución del ingreso, puesto que en Haití una clase económica y racial, descendiente de los “dueños” europeos , ha dominado al país a lo largo de su historia, podemos decir que algo similar ha ocurrido en Brasil, Argentina, Colombia, Guatemala, Honduras, Bolivia e incluso en México, es más, en casi todo América Latina, claro que con ciertas diferencias, producto del mestizaje y de la escalada de estaños sociales por parte de algunos personajes que han logrado ubicarse en puestos políticos y empresariales de importancia como en el caso de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, etc.
Lo que pretendemos resaltar en esta colaboración es la manera en la que una circunstancia inesperada (el sismo) y otra esperada o histórica (el bicentenario de la independencia) nos pueden ayudar a reflexionar sobre la actitud y planes que han tenido nuestros distintos gobiernos para alcanzar el que debería ser el principal objetivo de toda nación libre y democrática: el desarrollo generalizado para su población.
La diferencia que tenemos los países latinoamericanos con los países desarrollados, sean estos de Europa, Asia o de la propia Norteamérica no es en cuestión de un objetivo común, es en cuestión de cómo gestionan los recursos nuestros gobiernos, qué políticas se aplican y a qué plazo para alcanzar el objetivo. Qué consensos surgirán para idear una estrategia nacional y qué tanto ganarán y perderán los principales actores nacionales (políticos y económicos) en la búsqueda de un objetivo común, independientemente de su ideología, religión, forma de vida, etc.
En nuestra región podríamos decir que sólo un par de países cuentan con Modelos de desarrollos claros, pero sobre todo continuos, con objetivos específicos a mediano y largo plazo. El primero sería Brasil, quien tiene como planes posicionarse como el líder de los latinoamericanos, y que cuenta con distintos planes de desarrollos tecnológicos propios e innovadores en cuestión de energéticos “alternativos” que le permitirán cumplir con su meta.
El otro es Chile, que tiene un Modelo de desarrollo instaurado desde 1974, que el día domingo eligió a su nuevo presidente, nada menos que el empresario de derecha Sebastián Piñera, quien seguramente reforzará la estrategia de diversificación y liberación comercial del país sudamericano, pues él y su familia fueron piezas importantes en la construcción de las bases que sostienen el Modelo chileno.
Seguramente Haití está muy lejos de contar con una continuidad en un Modelo o estrategia como la que observamos en los ejemplos anteriores, lo que veremos a corto plazo serán los planes de organización civil para recibir ayuda, y a mediano plazo la reconstrucción. De momento, muchas manos se han alzado para dicha empresa. Afortunadamente la voluntad de distintos gobiernos del mundo y de ciertas personalidades es ayudar al pueblo haitiano, esperemos que la reconstrucción albergué un plan de desarrollo a largo plazo, para que Haití deje de ser el país más pobre del Hemisferio, ojala que los latinoamericanos nos unamos a esta misión.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx
El terremoto que tuvo como epicentro una zona a 15 km de Puerto Príncipe, la capital de Haití, uno de los países más pobres de América Latina, fue y será la noticia de los próximos días, la cual ha llamado la atención de los distintos medios de comunicación y ha sido adoptado como propia por la población en general, quien ha mostrado su buena voluntad para enviar ayuda, alimentos, y distintos bienes de subsistencia que esperemos sean entregados con eficiencia a las personas más afectadas por el temblor.
Esta circunstancia imprevista puso a la isla “La española” en los reflectores internacionales, después de algunos años en los que la nota habitual de la zona era: la pobreza, la corrupción, la inseguridad social, la inestabilidad política del país, etc, etc.
Aquel sismo nos hizo denotar lo importante que es tener un gobierno organizado, un fondo de recursos para situaciones imprevistas, un plan de desarrollo a largo plazo y una buena vecindad con los Estados limítrofes, puesto que la principal preocupación de los dominicanos es la oleada de personas que tienen planeado alejarse del caos y del peligro que se avecina en un país sin poderes políticos, policía, seguridad, legislación y con escases en alimentos, agua, etc.
Está claro que una situación como la acontecida en aquella nación del Caribe podría desequilibrar a cualquier país del mundo, pero en un momento como el que vivimos los latinoamericanos, donde el orgullo por la independencia es inminente, vale la pena apoyar al país que nos demostró que era posible aquel ideal, que hoy en día es uno de los más pobres en cuestión de ingreso per capita con 1300 dólares, similar al ingreso de países africanos como Kenia, Chad y Costa de Marfil.
Aquel país de emigrantes africanos, de esclavos, pese a su condición de libertad, no pudo resolver una de las problemáticas que afectan a todo nuestro sub continente: la cuestión de la distribución del ingreso, puesto que en Haití una clase económica y racial, descendiente de los “dueños” europeos , ha dominado al país a lo largo de su historia, podemos decir que algo similar ha ocurrido en Brasil, Argentina, Colombia, Guatemala, Honduras, Bolivia e incluso en México, es más, en casi todo América Latina, claro que con ciertas diferencias, producto del mestizaje y de la escalada de estaños sociales por parte de algunos personajes que han logrado ubicarse en puestos políticos y empresariales de importancia como en el caso de Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, etc.
Lo que pretendemos resaltar en esta colaboración es la manera en la que una circunstancia inesperada (el sismo) y otra esperada o histórica (el bicentenario de la independencia) nos pueden ayudar a reflexionar sobre la actitud y planes que han tenido nuestros distintos gobiernos para alcanzar el que debería ser el principal objetivo de toda nación libre y democrática: el desarrollo generalizado para su población.
La diferencia que tenemos los países latinoamericanos con los países desarrollados, sean estos de Europa, Asia o de la propia Norteamérica no es en cuestión de un objetivo común, es en cuestión de cómo gestionan los recursos nuestros gobiernos, qué políticas se aplican y a qué plazo para alcanzar el objetivo. Qué consensos surgirán para idear una estrategia nacional y qué tanto ganarán y perderán los principales actores nacionales (políticos y económicos) en la búsqueda de un objetivo común, independientemente de su ideología, religión, forma de vida, etc.
En nuestra región podríamos decir que sólo un par de países cuentan con Modelos de desarrollos claros, pero sobre todo continuos, con objetivos específicos a mediano y largo plazo. El primero sería Brasil, quien tiene como planes posicionarse como el líder de los latinoamericanos, y que cuenta con distintos planes de desarrollos tecnológicos propios e innovadores en cuestión de energéticos “alternativos” que le permitirán cumplir con su meta.
El otro es Chile, que tiene un Modelo de desarrollo instaurado desde 1974, que el día domingo eligió a su nuevo presidente, nada menos que el empresario de derecha Sebastián Piñera, quien seguramente reforzará la estrategia de diversificación y liberación comercial del país sudamericano, pues él y su familia fueron piezas importantes en la construcción de las bases que sostienen el Modelo chileno.
Seguramente Haití está muy lejos de contar con una continuidad en un Modelo o estrategia como la que observamos en los ejemplos anteriores, lo que veremos a corto plazo serán los planes de organización civil para recibir ayuda, y a mediano plazo la reconstrucción. De momento, muchas manos se han alzado para dicha empresa. Afortunadamente la voluntad de distintos gobiernos del mundo y de ciertas personalidades es ayudar al pueblo haitiano, esperemos que la reconstrucción albergué un plan de desarrollo a largo plazo, para que Haití deje de ser el país más pobre del Hemisferio, ojala que los latinoamericanos nos unamos a esta misión.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 19 de enero, 2010
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