Sin lugar a dudas América Latina es una de las regiones con mayor similitud entre los países que conforman este subcontinente. Somos una región que comparte un pasado indígena (en la mayoría de países), una historia de conquista europea, costumbres, tradiciones, religión y lenguaje. Nos atrevemos decir que América Latina es la región que más rasgos comparte en el mundo. Incluso podríamos decir que nuestro subcontinente es una nación unida por vínculos históricos y separada por una geografía política que fue delimitada por intereses individuales de gobernantes que pensaron que la división era la clave para su permanencia en el poder.
Bien lo sabía Napoleón II, cuando, en un intento por ocupar el lugar que había dejado el yugo español a mediados del siglo diecinueve, llamó a nuestra región “Latinoamérica” haciendo alusión al origen latino de nuestra lengua, el cual compartimos con los franceses e italianos en el viejo continente.
Pese a nuestras similitudes los latinoamericanos también tenemos diferencias, por ejemplo en Cuba “todos dicen que vienen de África”, los viejos argentinos anhelan a su Europa, los jóvenes latinoamericanos sueñan con alcanzar el sueño americano y se educan con el cine Hollywoodense.
Qué pensaría el gran Simón Bolívar si pudiera apreciar lo que es hoy “Latinoamérica”, aquella gran nación con la que soñaba y por la que peleó hasta el último día de su vida. Qué haría el general San Martín si sus ojos observaran lo distante que está Uruguay de Argentina, o lo lejos que políticamente están su nación (Argentina) con Chile, país al que ayudó a independizar de la mano de aquel acaudalado O’Higgins.
Hoy en día el mapa latinoamericano “aparenta” integración de JURE, pero vive una separación que parecería irreconciliable de FACTO. Si bien es cierto existen intentos de una integración formal tanto en Centro América como en Sudamérica, lo que observamos es que ningún movimiento de regionalización tiene la fuerza suficiente para cumplir con el sueño de una “nación latinoamericana”.
Los movimientos de integración más importantes en América Latina son La Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Mercado Común Centroamericano (MCCA), La Alternativa Bolivariana (ALBA), La Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur.
De las anteriores la más “grande”, por territorio y población es la CSN, es paradójico, pues en está no encontramos como miembro pleno al país más representativo de los hispanoamericanos, aquel Estado al que Morelos llamó “la puerta de América Latina”, nos referimos a México, país que sólo es observador en aquella Organización Internacional.
También podríamos mencionar a la Organización de Estados Americanos (OEA), pero a muchos nos queda claro que, el hecho de que los gigantes anglosajones dominen los temas más importantes del continente hace imposible una integración latinoamericana.
Lo que acontece realmente en nuestro subcontinente es la individualidad y el alejamiento, en palabras coloquiales “cada quien le hace como puede”. Por un lado México ha preferido mirar al norte en vez de comandar a sus hermanos del sur, Brasil está enajenado con los chinos, Chile busca socios comerciales en todas partes, hasta en la lejana Oceanía, Colombia sólo responde al mandato norteamericano, Argentina sólo sigue a Brasil y Venezuela que se arraiga en su papel de izquierda radical, en fin, cada país ve por sus intereses.
Las últimas noticias que tenemos en la región no son positivas, en primer lugar están los roces de los peruanos con los chilenos por la cuestión del espionaje, también está el caso de Honduras que no termina por resolverse y por último los problemas fronterizos entre Colombia y Venezuela, dos países que conformaban un solo virreinato, cuna de Bolívar, que mantienen sus relaciones diplomáticas en niveles bajos.
¿Qué ocurrirá cuando se celebré la próxima cumbre de jefes de Estado de la CSN y se introduzca el tema de los roces fronterizos entre Colombia y Venezuela? Seguramente se emitirán una serie de recomendaciones que poco serán tomas en cuenta por los países en cuestión, ¿Qué pasará cuando Colombia haga su reclamo ante Naciones Unidas? Poco, la razón, aún hoy en día no existe una Organización Internacional capaz de influir en las decisiones de un país de mediano peso.
Todavía no existe una Organización que represente los intereses de “la nación latinoamericana”. Para superar los retos como nación hay que tener en claro que los latinoamericanos somos hijos de la madre patria europea y del humilde padre indígena. Somos nacidos de una España y una Mesoamérica multiétnica. Pero también somos hijos de una cultura prehispánica, de hombres oprimidos, de naciones heridas de muerte, de indios esclavizados que no terminan de ser sometidos. Somos fruto del desprecio y opresión de a quienes nuestros antepasados arrebataron sus tierras, somos presas y opresores en nuestra historia, el ejemplo más claro de una pareja antagónica, el fruto de la negación de lo que fuimos y somos.
Herederos de un brebaje histórico muy particular los latinoamericanos nos separamos cada día más de la idea de “la nación latinoamericana”. Las diferencias entre nosotros han madurado más rápido que nuestras instituciones. Sin duda alguna las guerras del siglo XIX en Sudamérica (como la triple alianza contra Paraguay, la guerra del Caucho, etc.) fueron las primeras muestras de la incompatibilidad de los latinoamericanos, de la nulidad el sueño de Bolívar, de gestar la nación latinoamericana.
La idea de América Latina debe partir de un respeto a las diferencias entre los países y a las múltiples naciones que habitan nuestra región. América Latina no es más una abstracción para localizarnos en el mapa del mundo, es el recuerdo de un pasado común, un presente inconforme y un futuro todavía difuso.
*Internacionalista, idealista y libre promotor del cambio.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 25 de Noviembre, 2009
Bien lo sabía Napoleón II, cuando, en un intento por ocupar el lugar que había dejado el yugo español a mediados del siglo diecinueve, llamó a nuestra región “Latinoamérica” haciendo alusión al origen latino de nuestra lengua, el cual compartimos con los franceses e italianos en el viejo continente.
Pese a nuestras similitudes los latinoamericanos también tenemos diferencias, por ejemplo en Cuba “todos dicen que vienen de África”, los viejos argentinos anhelan a su Europa, los jóvenes latinoamericanos sueñan con alcanzar el sueño americano y se educan con el cine Hollywoodense.
Qué pensaría el gran Simón Bolívar si pudiera apreciar lo que es hoy “Latinoamérica”, aquella gran nación con la que soñaba y por la que peleó hasta el último día de su vida. Qué haría el general San Martín si sus ojos observaran lo distante que está Uruguay de Argentina, o lo lejos que políticamente están su nación (Argentina) con Chile, país al que ayudó a independizar de la mano de aquel acaudalado O’Higgins.
Hoy en día el mapa latinoamericano “aparenta” integración de JURE, pero vive una separación que parecería irreconciliable de FACTO. Si bien es cierto existen intentos de una integración formal tanto en Centro América como en Sudamérica, lo que observamos es que ningún movimiento de regionalización tiene la fuerza suficiente para cumplir con el sueño de una “nación latinoamericana”.
Los movimientos de integración más importantes en América Latina son La Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Mercado Común Centroamericano (MCCA), La Alternativa Bolivariana (ALBA), La Comunidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur.
De las anteriores la más “grande”, por territorio y población es la CSN, es paradójico, pues en está no encontramos como miembro pleno al país más representativo de los hispanoamericanos, aquel Estado al que Morelos llamó “la puerta de América Latina”, nos referimos a México, país que sólo es observador en aquella Organización Internacional.
También podríamos mencionar a la Organización de Estados Americanos (OEA), pero a muchos nos queda claro que, el hecho de que los gigantes anglosajones dominen los temas más importantes del continente hace imposible una integración latinoamericana.
Lo que acontece realmente en nuestro subcontinente es la individualidad y el alejamiento, en palabras coloquiales “cada quien le hace como puede”. Por un lado México ha preferido mirar al norte en vez de comandar a sus hermanos del sur, Brasil está enajenado con los chinos, Chile busca socios comerciales en todas partes, hasta en la lejana Oceanía, Colombia sólo responde al mandato norteamericano, Argentina sólo sigue a Brasil y Venezuela que se arraiga en su papel de izquierda radical, en fin, cada país ve por sus intereses.
Las últimas noticias que tenemos en la región no son positivas, en primer lugar están los roces de los peruanos con los chilenos por la cuestión del espionaje, también está el caso de Honduras que no termina por resolverse y por último los problemas fronterizos entre Colombia y Venezuela, dos países que conformaban un solo virreinato, cuna de Bolívar, que mantienen sus relaciones diplomáticas en niveles bajos.
¿Qué ocurrirá cuando se celebré la próxima cumbre de jefes de Estado de la CSN y se introduzca el tema de los roces fronterizos entre Colombia y Venezuela? Seguramente se emitirán una serie de recomendaciones que poco serán tomas en cuenta por los países en cuestión, ¿Qué pasará cuando Colombia haga su reclamo ante Naciones Unidas? Poco, la razón, aún hoy en día no existe una Organización Internacional capaz de influir en las decisiones de un país de mediano peso.
Todavía no existe una Organización que represente los intereses de “la nación latinoamericana”. Para superar los retos como nación hay que tener en claro que los latinoamericanos somos hijos de la madre patria europea y del humilde padre indígena. Somos nacidos de una España y una Mesoamérica multiétnica. Pero también somos hijos de una cultura prehispánica, de hombres oprimidos, de naciones heridas de muerte, de indios esclavizados que no terminan de ser sometidos. Somos fruto del desprecio y opresión de a quienes nuestros antepasados arrebataron sus tierras, somos presas y opresores en nuestra historia, el ejemplo más claro de una pareja antagónica, el fruto de la negación de lo que fuimos y somos.
Herederos de un brebaje histórico muy particular los latinoamericanos nos separamos cada día más de la idea de “la nación latinoamericana”. Las diferencias entre nosotros han madurado más rápido que nuestras instituciones. Sin duda alguna las guerras del siglo XIX en Sudamérica (como la triple alianza contra Paraguay, la guerra del Caucho, etc.) fueron las primeras muestras de la incompatibilidad de los latinoamericanos, de la nulidad el sueño de Bolívar, de gestar la nación latinoamericana.
La idea de América Latina debe partir de un respeto a las diferencias entre los países y a las múltiples naciones que habitan nuestra región. América Latina no es más una abstracción para localizarnos en el mapa del mundo, es el recuerdo de un pasado común, un presente inconforme y un futuro todavía difuso.
*Internacionalista, idealista y libre promotor del cambio.
Comentarios y contacto: ignacio_pareja@yahoo.com.mx
© Ignacio Pareja Amador, publicado en el periódico "El Imparcial". Oaxaca, México. 25 de Noviembre, 2009
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