La participación ciudadana es uno de los grandes retos
para mantener una gobernanza sana en el siglo XXI. En las democracias modernas
las demandas sociales se transmiten a los tomadores de decisión de forma
oficial por medio de los partidos políticos, quienes idealmente permiten la
inclusión de las inquietudes de los ciudadanos, con el objetivo de construir
escenarios legítimos y estables que permitan la convivencia pacífica.
Sin embargo, como lo hemos comentado en las
colaboraciones anteriores, las democracias modernas se enfrentan al difícil
reto de colegiar los intereses individuales de los nuevos actores con el
interés colectivo o general.
Este 2014, que puede considerarse un año no electoral,
representa un excelente periodo para que los partidos políticos, que son
considerados oficialmente constructores de la democracia en México, puedan como
dice la Constitución en su artículo 41 “promover la
participación del pueblo en la vida democrática”.
Para alcanzar este objetivo es
imprescindible entender, en un primer momento, que la participación de la
ciudadanía en la vida democrática de un país no puede limitarse al ejercicio
electoral, pues la energía política de los ciudadanos no se gasta únicamente en
el acto del voto.
Participar en la vida democrática puede
tener una amplia gama de significados, como la inclusión de las demandas
ciudadanas en agendas político-partidistas, la rendición de cuentas de los
representantes populares, el seguimiento y monitoreo de las iniciativas de que
éstos promueven, etc.
En los periodos no electorales, los partidos políticos
deben fungir como educadores de la democracia, deben promover valores
ciudadanos, fomentar el respecto a las reglas electorales, ciudadanizar los
tediosos tecnicismos electorales, etc., todo ello sin necesidad de hacer
propaganda política.
En pocas palabras, su papel es crear ciudadanía, ya
que la promoción de la participación solo puede lograrse mediante la activación
cívica, esto significa que entre más educada y capacitada esté la población en
materia de democracia, mayores serán los niveles de participación de los
ciudadanos.
Y nos referimos a los partidos políticos porque en
ellos recae la mayor responsabilidad de la democracia en México, al tener la tarea
de promover “los valores cívicos y la cultura democrática entre niñas, niños y
adolescentes” como lo contempla la tercera fracción del artículo 3º de la Ley
General de Partidos Políticos.
En este tenor, la reciente reforma Político-Electoral
considera en materia de participación ciudadana cuatro elementos: el impulso a
la equidad de género, el fortalecimiento de las candidaturas independientes, el
voto extranjero y el garantizar a los pueblos indígenas el reconocimiento de
sus gobiernos.
Estos elementos carecen de mecanismos específicos de
participación ciudadana en los partidos políticos, un componente sumamente
necesario si tomamos en cuenta el nivel de desprestigio al que se enfrentan
estos últimos, como consecuencia de los vergonzosos acontecimientos de algunos
de sus representantes, a los que no es necesario entrar en detalle en esta
colaboración.
La última medición seria sobre la
percepción de la ciudadanía respecto a las instituciones políticas, la ENCUP
2012, muestra que aproximadamente 1 de cada 3 mexicanos considera que en nuestro
país no se vive en democracia, 5 de cada diez ven a la política como un tema
muy complicado y esa misma proporción considera que el desarrollo económico es
más importante que la democracia.
Otro dato interesante de esta medición es
baja calificación que los ciudadanos otorgan a las instituciones, donde están
prácticamente reprobadas todas las organizaciones que representan a la
democracia; desde el extinto IFE con 5.5 de calificación, hasta los Diputados,
Senadores y Partidos Políticos que comparten la calificación más baja
(4.4).
Estos datos demuestran la urgente necesidad que
debieran tener los partidos políticos para desarrollar nuevas formas de
acercamiento con los ciudadanos. Se trata de que cumplan con su obligación como
promotores de la cultura democrática, generando más mecanismos de inclusión
ciudadana, legitimando sus procesos internos, creando identidades políticas en
la población, en pocas palabras, se trata de generar ciudadanía.
La alta efervescencia política que vive actualmente el
país, es en parte, resultado de la lejanía de los partidos con la población,
pues estos institutos políticos representan también el primer escenario de
prevención y atención a las críticas al sistema político en México.
Este es un buen momento para que los partidos construyan
con los ciudadanos sus agendas políticas, para que los consulten sobre los
temas que más les interesan, para que los inviten a opinar respecto a sus
plataformas, posiciones, ideología, políticas y acciones que han desarrollado.
Ahora les toca a ellos salir a buscar el apoyo de la sociedad, pues aunque
vivimos en un régimen de partidos, quienes tenemos la última palabra somos los
ciudadanos.
*Dedico esta colaboración a la memoria de un gran
oaxaqueño, Don Daniel García Mérida, quien nos enseñó que siempre es un buen
momento para cultivar la sabiduría y el conocimiento. Descanse en paz.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos
periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Agosto 2014