martes, 22 de julio de 2014

Ucrania y los actores del poder

Ya lo habíamos comentado en este espacio de opinión: Ucrania se encuentre entre intenciones, argumentos y sospechas. Es un país cuyos líderes simplemente eran espectadores de la política expansionista rusa, que estaba cerca de consolidar la anexión de Crimea, mediante dos estrategias distintas: apoyando la desestabilización del Este ucraniano, y a través de un acercamiento constante con EE UU y los países europeos.
El lamentable suceso del vuelo MH17 en territorio ocupado por los rebeldes pro-rusos ha atraído nuevamente la atención de la comunidad internacional, involucrando a nuevos actores que buscan que se esclarezcan los hechos. Asimismo, este penoso evento ha cambiado la situación y por tanto la posición para los principales implicados en la pacificación de Ucrania, donde el mayor desafío se ha trasladado de Kiev a Moscú.
Los principales países afectados por la tragedia; Holanda, Australia y Malasia han mostrado sus profundas intenciones de aclarar el siniestro de forma contundente, una petición que ha pasado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el cual brindó de forma unánime su apoyo para que se realicen las inspecciones pertinentes en la zona y se esclarezcan los hechos, que hasta el momento apuntan a que el avión comercial de Malasian Airlines fue derribado con armamento de origen ruso, operado desde territorio ocupado por los rebeldes separatistas.
Esta sospecha cambia rotundamente la postura de la Unión Europea, quien había preferido anteponer los negocios con Rusia debido el frio invierno que se avecina en aquel continente, por encima de la defensa de los derechos y valores occidentales. También cambia la perspectiva del gobierno ucraniano, que ahora puede aprovechar el apoyo internacional a la causa para buscar la anhelada pacificación del país y frenar las intenciones expansionistas rusas.
Los dos actores de mayor peso son por supuesto Rusia y EE UU. Por un lado, el gobierno ruso había logrado hacerse de Crimea sin tener un enfrentamiento directo con Washington. Incluso, como se comentó en este reflector mundial, existía un cierto distanciamiento entre Putin y los rebeldes pro-rusos, ya que estos últimos estaban perdiendo territorios importantes ante el abandono de Moscú.
Por otro lado, EE UU había mantenido un canal de comunicación directo con Rusia, con el fin de evitar el contagio de la inestabilidad ucraniana a otras esferas de influencia rusa en la región.
Ante el aumento evidente de tensión que se percibe como consecuencia de este terrible acontecimiento, diversas voces aluden a que Ucrania puede significar la antesala de una nueva etapa de Guerra Fría.  Sin embargo, James Jay Carafano de la conservadora Fundación Heritage sostiene que hay cinco razones por las cuales no se puede hablar una segunda Guerra Fría.
La primera razón es que Rusia no cuenta con las características para ser considerado un actor global de importancia bélica, como sí lo era la URSS, mientras que EE UU sí ha mantenido una política de empoderamiento militar para salvaguardar sus intereses más allá de sus fronteras.
En segundo lugar, Rusia no tiene el potencial de ser un competidor global, esto es, sus alianzas solamente tienen cierta influencia entre algunos países de medio oriente y son tibias en América Latina, sin embargo, Rusia puede constituir un componente importante para alguna iniciativa colectiva contra Occidente y EE UU.
Como tercer punto, no se puede hablar de un conflicto ideológico entre los países Occidentales y Rusia. Putin no es comunista, pues ha establecido fuertes alianzas con el sector privado ruso, que puede considerarse una elite corrupta, pero que no comparte valores socialistas.
En cuarto lugar es evidente que hoy vivimos en un mundo multipolar, de tal manera que Rusia y sus intenciones en Ucrania constituyen solamente una de las muchas amenazas con las que tiene que liderar EE UU, dentro de las cuales están las disputas territoriales de China, el Programa nuclear en Irán y Corea del Norte, el fortalecimiento de grupos radicales islámicos alrededor del mundo, entre otros.
Por último, podemos apreciar la diferencia en cuanto al peso económico de ambos países. Por un lado EE UU cuenta con un Producto Interno Bruto (PIB) de 16.7 billones de dólares, situándose como la economía más grande del mundo, mientras que Rusia posee un PIB de 2.5 billones de dólares, lo que lo posiciona como el séptimo país más rico (CIA). Sin embargo, ambos Estados libran una batalla interna de gran calado por obtener recursos para la milicia, pues su crecimiento económico en los últimos cinco años ha sido considerablemente bajo (2009-2013): 1.24% para EE.UU. y 1.14% para Rusia (FMI).
Las variables del capítulo Ucrania en la política expansionista rusa han cambiado de forma impresionante, la situación abre las puertas a nuevos escenarios para la pacificación de la zona, en caso de que exista plena cooperación entre las partes, o puede ser la antesala de un conflicto regional que profundice en sus efectos nocivos para los ucranianos. El enunciado continúa abierto.

Fuentes de información: FMI y CIA The World Factbook

© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014


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