lunes, 7 de julio de 2014

Política expansionista rusa: Apartado Ucrania

El gran riesgo de efectuar una acción sin calcular los insumos necesarios para completarla resulta la mayoría de las veces en un resultado negativo, en un desperdicio de energía y lo más delicado en la desilusión de quienes sienten simpatías hacia el proyecto.
En política ninguna acción desemboca en consecuencias evidentes, por lo que quienes pretenden dirigir a un grupo en particular deben cuestionar todas las variables de su ecuación, a sabiendas que en el lenguaje político ninguna frase tiene el significado que aparenta, lo cual hace tan peligroso como un misil a un enunciado inconcluso que puede ser completado por el mensaje que le convenga a quien posee verdaderamente el poder.
Hace aproximadamente cuatro meses los lideres pro rusos del Este de Ucrania interpretaron de forma errónea el mensaje que envió el presidente Vladimir Putin, al apoyar la anexión de la Península de Crimea (21 de marzo) al territorio de la Federación Rusa, con el argumento de que la mayoría de la población de aquel territorio compartía lazos históricos con el país más grande del mundo.
El mecanismo utilizado para legitimar dicha acción fue un referéndum en el que se demostró que la mayoría de la población tenía la voluntad de formar la República de Crimea, que sería parte de la gran Federación Rusa, que en ese momento había ocupado la península bajo el argumento de brindar protección a los habitantes del “tirano gobierno ucraniano”.
La respuesta internacional ante la anexión fue titubeante. Los países occidentales liderados por EE UU emitieron diversas sanciones económicas en contra de los empresarios más allegados a Putin, quien respondió con más sanciones hacia algunos personajes cercanos al círculo más poderoso de Washington.
El escenario no era menor, pues se hablaba del máximo nivel de tensión entre Rusia y Occidente desde el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, ni siquiera en el máximo foro internacional, la Asamblea General de la ONU, se pudo condenar de forma contundente la anexión rusa, pues apenas 100 países apoyaron la resolución GA/11493, la cual le brinda plena soberanía a Ucrania sobre el territorio de la península de Crimea, instando a todos los Estados a no reconocer la adhesión.
Pese a lo anterior, Rusia nunca se ha parado de la mesa de negociaciones, incluso los encargados de la política exterior de los dos actores principales (Rusia y EE UU) han mantenido un canal de comunicación directo, lo cual es sumamente racional, pues a ninguna de las partes le conviene que las tensiones se amplíen aún más, pues existen contratos multimillonarios para llevar gas a Europa que son capaces de sobrevivir a una tensión “mayor” a lo que representó Crimea.
El gran estratega en esta serie de acontecimientos ha sido el presidente Vladimir Putin, quien ha sabido jugar sus cartas, al  contribuir a la generación de un escenario de tensión en el Este Ucraniano, pues con el solo hecho de movilizar a algunos efectivos militares hacia la frontera con Ucrania, ha logrado ganarse la simpatía de grupos pro-rusos que quieren formar parte de la gran Federación. Estos grupos han tratado de repetir el mecanismo que legitimó la anexión de Crimea, pues han celebrado diversos referéndums en sus zonas de influencia, pero no han encontrado el apoyo de Moscú en sus intenciones.
La inestabilidad política en Ucrania le permite a Rusia ganar más tiempo para legitimar su poder en el este europeo. Una Ucrania en caos no es un contrapeso para Moscú, pues carece de energía para defender ante instancias internacionales la agresión rusa, sobre todo porque este último ni siquiera lo considera como un actor relevante en las negociaciones de paz.
Sin embargo, el gobierno ucraniano no es el único actor que está perdiendo en esta ecuación, pues los grupos separatistas pro-rusos de la autoproclamada República Popular de Donestk perciben cómo Moscú entibia sus declaraciones y por tanto su apoyo a esta causa, que pierde sentido sin el respaldo militar, económico y moral del gigante eslavo, mientras que poco a poco, la milicia ucraniana les arrebata puntos de control estratégicos para sus objetivos.
El apartado Ucrania en el proyecto de expansión y re-posicionamiento de Putin sigue abierto, de manera que este país vive aún entre intenciones, amenazas y sospechas. Sin embargo, los tiempos favorecen a un cambio de actitud de la Federación Rusa, que apoyará toda iniciativa en favor de quienes conservan un lazo intangible con la gran nación eslava, sin que ello signifique alguna intervención militar directa, pues tienen la oportunidad de ser los grandes pacificadores de la zona, aunque en el fondo hayan sido ellos quienes irrumpieron, en un primer momento, la tranquilidad en el territorio ucraniano.


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Julio 2014.

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