martes, 19 de mayo de 2015

Mejores policías: una política posible

Imagínense esta escena: son la 8 am del lunes. En un crucero muy transitado de la ciudad dejan de funcionar los semáforos. Sales de casa para tomar el transporte público y justo cuando vas a cruzar la calle, te das cuenta de que los semáforos no funcionan. Sin embargo, no escuchas el bullicio que puede generar una escena con estas características. Observas detenidamente a tu alrededor y descubres que una mujer policía está controlando el complejo cruce de autos,  transeúntes, bicicletas e incluso el transporte público.
Lo hace sola, sin apoyo de algún otro elemento de la policía, e incluso carece de un silbato. Su única herramienta son las señas que le hace a los automovilistas, ciclistas y peatones para que transiten. Lo sorprendente es que el tránsito fluye con normalidad, nadie hace sonar el claxon en señal de molestia; nadie se “agandalla” para llegar primero a su destino, sino que todos obedecen en una civilidad difícil de imaginar.
Como seguramente estás deduciendo, esta realidad difícilmente encaja a lo que vivimos todos los días en los países en desarrollo, es una situación que ocurrió en Melbourne justo la semana pasada.  
Este caso tiene interesante cualidades a destacar: en primer lugar está la civilidad de los individuos (automovilistas, ciclistas y peatones) para obedecer a una persona que representa a la autoridad, en este caso vial. En segundo lugar, está el poder de coordinación y profesionalismo de la mujer policía, que pudo manejar un reto de tránsito que en muchas ciudades es la causa de un caos momentáneo y por consecuencia del descontento de las personas involucradas.   
El empoderamiento de esta mujer para controlar la situación no es una casualidad, sino una consecuencia de una política pública exitosa.
Se sabe que las fuerzas policiacas son estructuras rígidas y jerárquicas, que tienen un fuerte componente de “hegemonía masculina” esto es, son instituciones con mayor presencia de hombres, que privilegian aspectos como  “la autoridad, la fuerza y el poder” en sus actividades diarias. Sin embargo, estos fuertes componentes culturales pueden modificarse como ocurrió en el estado australiano de Victoria, donde se ubica la ciudad de Melbourne.  
En 2001 el gobernador de dicho Estado decidió que era necesario realizar un cambio en las fuerzas policiacas, hacia una institución más inclusiva, dinámica y efectiva, capaz de enfrentar de mejor manera los retos de una sociedad como la australiana. De esta manera, eligió a Christine Nixon como nueva comisionada de seguridad,  una administradora pública con importante trayectoria académica, pero carente de experiencia operacional. En cierto sentido Nixon era una agente externa, que rompía con la tradición jerárquica de nombrar como comisionado a un miembro de la policía.
Sin embargo, el hecho de que Nixon fuera un agente externo también le daba independencia, la cual combinada con su expertise académico y sus habilidades como administradora, le permitieron implementar una reforma cultural dentro de las rígidas fuerzas policiacas.
Una de las primeras acciones que realizó Nixon fue cambiar los requisitos de reclutamiento para policías, con el fin de que fueran más equitativos entre aquellos grupos poblacionales que habían carecido de oportunidad para formar parte de las fuerzas policiacas: las mujeres y los inmigrantes. Con ello se logro ampliar la pluralidad de los miembros.
Además hubo una remodelación de los uniformes, seguida por un “relajamiento” en el aspecto de los policías, ello con el fin de que lucieran más como ciudadanos comunes y menos como fuerzas represoras. Se crearon grupos de consulta ciudadana para conocer cuáles eran los principales problemas en materia de seguridad, brindando recursos especiales (humanos, materiales y económicos) para resolverlos.
Estas acciones en conjunto tenían como objetivo hacer de la policía una institución que asiste a la comunidad, en vez de verla como una institución que solamente combate al crimen. La meta final era construir confianza en una institución altamente resistente al cambio, un objetivo que se logro en el mediano plazo, pues la policía es una de las instituciones que cuenta con mayor confianza entre la población australiana.
Este caso es sumamente interesante porque ilustra una transformación cultural en una institución altamente tradicional y rígida. Muestra que cuando existe compromiso, por parte de los políticos y de los servidores públicos, es posible transitar a mayores escenarios de inclusión y confianza. Este caso, brinda en cierta media un ejemplo replicable para construir credibilidad en instituciones imprescindibles como la policía, alumbra tenuemente a una institución que en América Latina se encuentra en las tinieblas, donde no se visualiza una intención real de cambio.


© Ignacio Pareja Amador, publicado en diversos periódicos y medios informativos en Latinoamérica. Mayo 2015.

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