lunes, 28 de marzo de 2011

¿Estamos preparados para un desastre?

Los desastres naturales no pueden preverse, pese a los avances tecnológicos y al estudio profundo de nuestro planeta y sus particularidades, no podemos decir que existe un método completamente confiable para la predicción de eventos como el que sufrió Japón la semana pasada, los cuales no sólo han llamado la atención de los reflectores internacionales por la fuerza de destrucción que tuvo el terremoto de 9 grados en escala de Richter o por los millares de muertos y la interminable lista de desaparecidos que trajo el tsunami que azotó los archipiélagos del noreste del país nipón, sino que denotan una particular importancia sobre los problemas derivados de estos fenómenos, los cuales han afectado algunas centrales nucleares, siendo la amenaza radiactiva lo que tiene más preocupados a los japoneses y a sus vecinos inmediatos. Sin duda alguna, el inicio del presente siglo nos ha demostrado lo estruendoso de la fuerza de la naturaleza y lo vulnerables que somos ante sus caprichos, que obviamente responden más a los estímulos de coincidencias circunstanciales que a nuestras acciones para contrarrestarlos o prevenirlos. En poco más un quinquenio hemos sido testigos de desastres impactantes, todavía quedan impregnadas en nuestra memoria las trágicas imágenes del tsunami que estremeció al mundo en 2004, que afectó principalmente a Indonesia y a Tailandia y que cruzó el Océano Indico hasta llegar incluso a las costas del Este Africano. También recordamos el terremoto de Haití de enero del año pasado, el cual detuvo o mejor dicho amplió el periodo de impasse que impide que el país más pobre del hemisferio avance hacia un desarrollo moderado. Ese mismo año, pero un mes después fuimos espectadores del terremoto de 8.8 grados y del subsecuente tsunami que flageló a Chile, así como de los altos costos que implica, todavía hoy en día la reconstrucción de la joya de Latinoamérica. Experiencias como estas reabren el debate acerca de temas como la Planificación en materia de Protección Civil y planes de Contingencia. Nos hacen preguntarnos si nuestros Estados tendrían la capacidad o la fuerza para contrarrestar los golpes de la naturaleza, sin caer en un colapso económico o en una impotencia generalizada por la falta de recursos humanos y materiales para contrarrestar el percance. Nos obligan a cuestionarnos si nuestras instituciones aplican normas estrictas para la prevención de este tipo de desastres, si contamos con la capacidad operativa para enfrentarnos a estos eventos y lo más importante, si tenemos una solvencia financiera que nos apoye en los momentos posteriores de la recuperación, los cuales tienden a ser los más difíciles. En el caso de Japón, podemos suponer que tiene por sí sólo el potencial para librar de manera correcta los estragos de esta tragedia, que ha sido considerada como el mayor episodio de devastación desde la Segunda Guerra Mundial. Sus estadísticas podrían darnos la razón para sostener este argumento: de acuerdo con datos de la CIA, el país del sol naciente es el tercero más rico del mundo, después de EE.UU. y China, cuenta con la segunda reserva internacional más grande del planeta, es el tercer mayor consumidor de petróleo, y ocupa el mismo sitio en producción de energía eléctrica (un 30% de la cual se obtiene de la energía nuclear). Además sus habitantes cuentan con un ingreso per capita de 34,200 dólares que les ha permitido tener un alto nivel de vida, sin contar que su balanza comercial arroja un superávit de 166 mil millones de dólares, los cuales posibilitan al Banco Central Nipón para inyectar fluidez al mercado financiero y evitar una posible fuga de capitales. Como ciudadanos debemos estar conscientes de que es imposible salir completamente librado de eventos como los acontecidos en Japón, sin embargo, estas experiencias nos sirven de advertencia para demandar a los tomadores de decisión la creación o el reforzamiento de una política de prevención adecuada, que tenga incidencia vinculante tanto en las instituciones públicas como en las privadas, donde se refuercen practicas como los simulacros o las evacuaciones masivas, y se tenga una capacidad de respuesta pronta que disminuya los daños humanos post desastre. Enviamos nuestras más sinceras condolencias al pueblo de Japón y a la comunidad de japoneses que vive en Latinoamérica. Confiamos que con sus incuantificables habilidades podrán reponerse de los acontecimientos, dándole un espacio adecuado a las víctimas del desastre en la historia de su gran nación. © Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos y medios informativos: El Imparcial. 3B. Opinión. Oaxaca, Oaxaca. 15 de marzo de 2011. Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 15 de marzo de 2011. Gráfico de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 15 de marzo de 2011. Medio Informativo Sucesos Digital. Monterrey, Nuevo León. 15 de marzo de 2011. Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 15 de marzo de 2011. La Revista Peninsular. Mérida Yucatán, 18 de marzo de 2011. Medio de Opinión y Análisis, Gurú Político. México. 21 de marzo de 2011. Periódico El Quetzalteco. Quetzaltenango, Guatemala. 15 de marzo de 2011 Diario Los Andes. Puno, Perú. 16 de marzo de 2011 Diario El buscador. Florida, Uruguay. 18 de marzo de 2011. Diario El informativo de Sabanalarga. Atlántico. Colombia. Columna de Opinión. 18 de marzo de 2011. Diario La Jornada. Managua Nicaragua. Opinión. 16 de Marzo de 2011. Diario La Tarde. Columnas de Opinión. Cuenca, Ecuador. 16 de marzo de 2011

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