Desde hace tiempo, desde hace mucho tiempo he evitado escuchar, leer, pensar, escribir sobre algunos temas que a veces me provocan una sensación de malestar. Sin embargo el que ahora acontece es un tema importante para el país, ya que la democracia es el instrumento que nos heredaron los países desarrollados como una fórmula de desarrollo –por lo menos un desarrollo político y social-, pero me cuesta trabajo conceptualizar el caso mexicano para hacerlo entendible para el mundo.
En México hablar de democracia cada vez es más complejo. Hay problemas en el Tribunal, en el Instituto, en todos los poderes del Estado e incluso en los únicos órganos que tenemos para expresar nuestras inconformidades como ciudadanos: los partidos políticos.
Y es que encuentro uno de los problemas más serios de nuestro sistema político en ellos: la Monopolización del poder. Anteriormente se pensaba que los políticos de carrera hacían política con el objetivo de ascender estaños y llegar a puestos cada vez más altos, y que el medio para su ascenso sería la ciudadanía, quienes impulsados por los buenos resultados les darían la posibilidad de lograr metas cada vez mejores, por ello los políticos tenían una responsabilidad social sumamente importante para su desarrollo individual.
Hoy en día nos hemos dado cuenta de que esa fórmula no funciona, ya que el político prefiere relacionarse y estar bien con la elite que sentarse con la ciudadanía para escuchar realmente los problemas del pueblo y proponer soluciones.
Hace poco platicaba con un artista colombiano acerca de la situación política en México. El pintor me platicaba que en su tierra, los alcaldes de las principales ciudades eran candidatos ciudadanos, quienes, motivados por la incompetencia de los partidos políticos, habían lanzado sus candidaturas proponiendo cambios reales y limitando la continuidad de su participación para otros puestos de gobierno. De esa manera llegaron al poder ingenieros, escritores, artistas, intelectuales, etc. Gente con poca carrera política, pero con una convicción inquebrantable de cambio.
Escuche otra opinión similar de un estudiante del Tec de Monterrey. Él me comentó que en el municipio donde vive llegó al poder –por medio de un partico político- un empresario. El hombre no tenía el objetivo de valerse del erario público para aumentar su fortuna, si no de hacer verdaderos cambios a su lugar de origen; era la única manera en la que podría mejorar la situación del entorno que heredaría a sus hijos.
Ambas opiniones son para mi sumamente interesantes. En el primer caso fue el medio y el fin el que cambio para hacer modificar el entorno hacia un mejor rumbo, en el segundo encontramos un medio común (partido político) con una convicción de cambio pensando en las generaciones futuras.
Estos dos ejemplos me dan esperanza para no rendirme, para mantenerme en la línea de que nuestro país puede ser un mejor sitio si cambiamos nuestra actitud, si pensamos que la política no es un medio para alcanzar poder y riqueza, sino un medio para lograr cambios sustantivos que mejoren las condiciones de nuestro entorno.
Ignacio Pareja Amador.
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