lunes, 31 de enero de 2011

ONU: Reforma improbable

Una reforma se constituye principalmente de una adecuación de la norma a un contexto establecido. Las enmiendas o reformas tienen como antecedente un examen o evaluación que manifiestan que el estado de las cosas no es el correcto o podría ser mejor.
Este procedimiento en teoría es sencillo, lo que es difícil es el establecimiento de los parámetros y rumbos hacia donde se hará el diseño de los cambios, en otras palabras, lo complicado es alcanzar los consensos, congeniar voluntades y lograr resultados donde en teoría todos ganen. El esquema se dificulta dependiendo del número de intereses en juego: mientras más numerosos y diversos sean, más arduo será establecer un consenso aceptado, llevando así al proceso a un impasse permanente.
Esto es lo que justamente ocurre con la reforma a Naciones Unidas, sobre todo cuando se establecen parámetros de cambio basados en variables cualitativas como el liderazgo económico o el poder político.
El marco jurídico de la Carta de la ONU atribuye a los artículos 108 y 109 el procedimiento para incurrir en la Reforma, para lo cual, estable, es necesario el voto de dos terceras partes de los 192 miembros de Naciones Unidas, bajo la condición de que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad la apoyen.
Las causas de la reforma son variadas, se habla de permutas en los liderazgos a nivel global, una dinámica constante en las relaciones internacionales, una mayor interdependencia entre los países, así como de cierta dilatación en el proceso de toma de decisiones importantes, lo cual trae pavorosas consecuencias a nivel de poblaciones en conflicto que pueden traducirse incluso en vidas humanas.
La reforma más polémica es la que se refiere al Consejo de Seguridad, de ella sobresalen dos puntos sobre los cuales debaten en general los Estados: la democratización y la representatividad del único órgano capacitado para hacer uso legitimo de la fuerza.
En ambos temas existe un intenso debate, ya que hay países que ostentan la creación de nuevos asientos permanentes, que por el momento ocupan solamente EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia y China (los ganadores de la segunda Guerra Mundial), mientras otros Estados buscan hacer del Consejo un órgano más democrático y representativo sin atribuirle la cualidad del veto a nuevos Estados, sino con el aumento del número de asientos no permanentes, que hasta el día de hoy son sólo 10.
Justamente 2011 será un año muy importante para la creación de una nueva arquitectura de Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, pues es un lapso donde convergen países que buscaran el consenso y la venia de los permanentes en pro de su membrecía en el club de quienes tienen derecho de veto, entre aquellos están India, Brasil, Sudáfrica, Alemania y Japón, los primeros cuatro son actuales miembros no permanentes del Consejo.
Hay otros que buscan un aumento en el número de miembros, pero de los no permanentes, dentro de los cuales están México, Italia, Argentina, Pakistán, etc.
Entre internacionalistas se dice que cualquiera de las opciones conlleva a escenarios casi imposibles y extremos, se dice también que no podrá darse ningún cambio, por lo menos en el corto plazo, pues hoy en día no existen los recursos políticos suficientes para conminar la venia de los permanentes en un tema tan delicado; otros hablan de que los interesados en un asiento permanente podrían hacer presión retrasando sus compromisos y cuotas económicas a Naciones Unidas; los más extremistas intuyen que los interesados buscarían aliarse con el fin de disminuir gradualmente sus participaciones en la ONU, para finalmente desacreditarla o alcanzar sus reflectores seriamente.
Sin duda el precepto de darle poder de veto a las principales potencias contradice el principio de la igualdad jurídica de los Estados, sin embargo, no hacerlo es incongruente ante la diferencia de capacidades que existe entre los mismos. Por eso una reforma prudente debe basarse en la representatividad regional y en la limitación del poder de veto.
Creemos necesaria una reforma que no se base en el aspecto o particularidad de quiénes son las potencias y quiénes las sustituirán, sino que se acerque a la representatividad de las regiones del mundo, omitiendo el “divino” derecho de veto o encausándolo a situaciones limitadas y particulares, reformar significa perderle el miedo al cambio.
Las potencias van y vienen, irán y vendrán, hacer una reforma con base en este criterio no será suficiente. El escenario internacional es dinámico, por lo que los canjes en materia de liderazgo y posición serán constantes, por lo tanto lo que probablemente se necesita es una reforma muy cuidadosa que prevenga las transformaciones del sistema, teniendo en cuenta por un lado la representatividad de todas las regiones del mundo y el valor cualitativo que deriva de cada Estado independientemente de su potencial económico o militar. Habremos de esperar para ver los resultados.
© Ignacio Pareja Amador, publicado en los periódicos y medios informativos:
Diario El informativo de Sabanalarga. Atlántico. Colombia. Columna de Opinión. 27 de Enero de 2011.
Diario La Tarde. Columnas de Opinión. Cuenca, Ecuador. 26 de Enero de 2011
Periódico El Quetzalteco. Quetzaltenango, Guatemala. 29 de Enero de 2011
Diario Los Andes. Puno, Perú. 26 de Enero de 2011
Medio Informativo Imagen Poblana, Puebla, Pue. Sección Opinión. 25 de Enero de 2011.
Gráfico de Martínez de la Torre. Martínez de la Torre, Veracruz. 25 de Enero de 2011.
Periódico Pueblo Guerrero, Chilpancingo Gro. 25 de Enero de 2011
Periódico Punto Medio, Sección Opinión. Mérida Yucatán, Campeche. 26 de Enero de 2011.
La Revista Peninsular. Mérida Yucatán, 28 de Enero de 2011.

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